de tanto en tanto
asomo mi cuerpo
por ese balcón impune
que me permite
casi tocar tu frente
en un sueño liviano
se hunden las palabras
quedan los gestos
la alegría intensa de un olor
sábanas frescas
de una llegada en
la luz misericorde
de los pequeños signos
tardes apretadas
por una ciencia inmóvil
que no me dice cómo y cuando
se revelarán tus ojos
delicada abstención
que me permite un giro
en la tibieza
cuando transpiro tu nombre
y marco la hacienda
de ovejas hostiles
mudando las orejas
en un llanto extranjero
strawberry fields forever
arcadia
si supiera esconder mi minuto
plegarlo en el bolsillo
como una nota olvidada
puntual como la escena
de los parques
en otros veranos
de siestas abiertas
si pudiera tangible
como un eco
desenvolverlo a través
del mar inventado
si quisiera atascarlo
en los senderos
como una señal del peligro
que salva
si así hereje lo invirtiera
partiendo cada una de sus alas
bajo la luz
de este día
si en la boca deshiciera
lo que mis pies votaron
cuando marché a mis 19
por avenidas quebradas
tal vez tomaría
ese eterno retorno de lo mismo
unas piernas en vaivén
la ansiedad dócil
de lo no sabido por saber
aire gentil
de una estrella oscilando
entre tu lengua y la mía
universo
no quedan los arrullos
apenas la piel de la clepsidra
y en la hierba mojada
el tendido dialecto de tu huella
sobre la mía
(De Leandralia)
Despierta, nada puede cambiar tu melodía excepto la promesa
de una última mudez
quedarán las grutas?
al costado de la rambla
un perro flaco aguarda la confianza
de un día mejor
se arrastran las ojotas
las toallas ventilan un paso impredecible
me detengo para ver
ese grupo de mujeres escondidas
los retazos vacilantes de su ahogo
campanas contritas
apenas el calor es un inmenso océano
voltean para guardar un secreto
en los pies se escabulle
un futuro pasmoso
los nombres y su sierras filosas
rebanan un por qué
pero es tarde y me apresuro
hacia las dunas
en busca de una marea que me arroje
a una nueva isla
Entretanto, es mejor correr y dejar atrás la siesta y el capullo que la araña devora
para vivir
vos que das el giro en la esquina
cuando la bicicleta se atora
y tu culo pequeño resplandece
como un nuevo sol
ellos están allí y no hay más que ojos
la calle desierta es una invitación
tu miedo se huele a kilómetros
anticipando un porvenir
matas de cabellos sudorosos
las voces seguras te rodean
cubren la hostilidad en una mueca
mientras despacio vislumbran un sendero
alguien rompe el cerco
jugosa y frágil como un secreto
el dedo escarba la manzana
y casi sin querer se aprende
que en la tarde demudada
no hay más que huir
veloz hacia ese cielo
donde el ciervo se cruza con la hiena
y responde fatal a la consigna
(De Shangrila)
Lilián Cámera nació en Montevideo y reside desde los ocho años en Argentina.
Publicó en poesía la Antología Moebius (coautora con Liliana Piñeiro y Vanesa Aldunate – 2008) y Clausura (Ediciones del Dock, 2008).
blog:
Meridiana
http://meridianacelan.blogspot.com/
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