sábado, 3 de noviembre de 2018

MIS PADRES BAILAN JAZZ EN EL CAFÉ ORIÓN






No es que leamos mal los signos.
Es que las cosas no son signos.
Andan solas, tan sueltas
que pueden deshacerse.
No bailar la última pieza
sino la anteúltima
y la última escucharla
llevando el ritmo con los dedos
en la mesa de vidrio
no es falso amor.
Erramos si alguna vez
creímos en esto.



(sólo una teoría)
  
...cambiar de tren en Pisa
donde se han mezclado los andenes, los carteles
a mano traen indicaciones erróneas,
tachaduras... cruzar dos veces el mismo
pasaje subterráneo
para salir al mismo andén, donde llegará o
no llegará el tren,
enfocando sin anteojos las señales...

...estar en el mundo como en un tejido
que se sostiene en estaciones y aeropuertos
-y en cada punto titilante hay un amor:
que el mundo esté lleno de amor
tan al alcance de la mano
y sin embargo uno vaya cambiando
de tren, cansado, silencioso,
eligiendo sin mucho pensar un hotel,
un bar, un baño,
una ventanilla a favor o en contra de la marcha.
Así junto con el viento marino y la luz
que cesa ante un túnel para luego
reaparecer, el amor puede también acariciar
entrando por la ventanilla
sin necesidad de separarse de los otros elementos.



AUNQUE LA OBSERVEMOS DURANTE HORAS

No conocemos a Janet más que por su retrato.
Sin embargo pensamos en ella
en su costumbre
de elegir distintos duraznos de la frutera
para cortar de cada uno la mejor parte.
A veces pasa
que todo lo que podemos saber
de alguien en el mundo
es esto: se sienta junto a la ventana,
toma café, mastica, busca
con el cuchillo el punto tierno
de la fruta.




Del libro: Lugares donde una no está 
Poemas 1996-2016, Gog y Magog,2017, 
originales en  El pasillo del tren
Trompa de Falopo, 1996.
Laura Wittner (Buenos Aires, 1967)








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