domingo, 11 de noviembre de 2018

UN WESTERN DEL FRÍO



Estoy aquí, como una madera 
estriada, deshaciéndose.

Hace días 
una imagen
me persigue, y si digo que no es real, 
fabulo.

Como una suave madeja 
insiste el pequeño pasado, 
su fulgor,
y si bien no son travesías 
ni grandes hazañas 
las que narrar, 
esa imagen 
hecha de breves 
esfuerzos
hoy supera la línea de flotación.

En el frío de un mes invernal
en una plaza austera,
hay yuyos maltrechos, pasto, algunos
juegos aquí, allí

una chica sonríe y hamaca 
con suave inquietud 
a un niño de 2, 3 años.

Esa imagen 
insiste.
Como una gramática 
que las colonias heredan, 
como esos viejos sabios 
cuya sabiduría 
es decrépita 
pero a la que aún 
se le concede 
algún valor,
respiro el aire de la estación, y no
puedo sino retener
un rostro, una mano, el cuerpo
cierto. Alguien -un ser que pertenece a la vida- 
me mira, 
y saludo con la incertidumbre 
que los días conceden.
Quieta lumbre.



AL DÍA SIGUIENTE


(una conversación con Omar Chauviê)

Cuando leí por primera vez a Vallejo 
—a los 18 años-
fue un relámpago
algo que no podía comprender bien

...dije, esto era lo que había que hacer

recuerdo que lo leí 
previamente 
a una operación

yo estaba feliz en mi cama
en la soledad del hospital,
al día siguiente me pondrían anestesia general
pero yo ya había leído a Vallejo
por si acaso.



Carlos Battilana (Argentina, Corrientes, Paso de los Libres, 1964)


(Del libro Ramitas 
Poesía reunida (1992-2018)
ed. Caleta Olivia, 2018;
original en Un Western del frío, 
(Viajero Insomne, 2015)
-libro en papel: Obsequio 
de Valeria Cervero.





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