Estoy aquí, como una madera
estriada, deshaciéndose.
Hace días
una imagen
me persigue, y si digo que no es real,
fabulo.
Como una suave madeja
insiste el pequeño pasado,
su fulgor,
y si bien no son travesías
ni grandes hazañas
las que narrar,
esa imagen
hecha de breves
esfuerzos
hoy supera la línea de flotación.
En el frío de un mes invernal
en una plaza austera,
hay yuyos maltrechos, pasto, algunos
juegos aquí, allí
una chica sonríe y hamaca
con suave inquietud
a un niño de 2, 3 años.
Esa imagen
insiste.
Como una gramática
que las colonias heredan,
como esos viejos sabios
cuya sabiduría
es decrépita
pero a la que aún
se le concede
algún valor,
respiro el aire de la estación, y no
puedo sino retener
un rostro, una mano, el cuerpo
cierto. Alguien -un ser que pertenece a la vida-
me mira,
y saludo con la incertidumbre
que los días conceden.
Quieta lumbre.
AL DÍA SIGUIENTE
(una conversación con Omar Chauviê)
—a los 18 años-
fue un relámpago
algo que no podía comprender bien
...dije, esto era lo que había que hacer
recuerdo que lo leí
previamente
a una operación
yo estaba feliz en mi cama
en la soledad del hospital,
al día siguiente me pondrían anestesia general
pero yo ya había leído a Vallejo
por si acaso.
Carlos Battilana (Argentina, Corrientes, Paso de los Libres, 1964)
(Del libro Ramitas
Poesía reunida (1992-2018)
ed. Caleta Olivia, 2018;
original en Un Western del frío,
(Viajero Insomne, 2015)
(Viajero Insomne, 2015)
-libro en papel: Obsequio
de Valeria Cervero.
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