GRANJA ABANDONADA
Era un hombre corpulento, dice la talla de sus zapatos
sobre una pila de platos rotos, junto a la casa;
y también alto, dice el tamaño de la cama
en una habitación de la planta superior; y bueno y temeroso de Dios,
dice la Biblia con el lomo partido,
en el suelo, bajo la ventana, entre motas de polvo iluminadas por el
sol;
pero no estaba hecho para la agricultura, dicen los campos
cubiertos de pedruscos y el granero lleno de goteras.
Vivía una mujer con él, dice el empapelado del dormitorio
con motivos de lilas y los estantes de la cocina
forrados con hule, y tenían un hijo,
dice el arenero hecho con un neumático de tractor.
El dinero era escaso, dicen los frascos de ciruelas en conserva
y las latas de tomate precintadas en la lucerna.
Y los inviernos duros, dicen los trapos en los marcos de las
ventanas.
Era un lugar solitario, dice el angosto camino vecinal.
Algo fue mal, dice la casa vacía
en el terreno tapado por las malas hierbas. Las piedras en los campos
dicen que él no era un granjero; los frascos cerrados
en el sótano dicen que ella se fue precipitadamente.
¿Y el chico? Sus juguetes están esparcidos en el patio
como ramas después de una tormenta: una vaca de goma,
un tractor oxidado con el arado roto,
una muñeca vestida con un overol. Algo fue mal, dicen.
UNA PIEZA EN EL PASADO
Es una cocina. Sus cortinas
cubiertas de una luz matinal tan brillante
que por la tarde no se puede ver más allá
de las ventanas. Una cocina
que cae a través del tiempo con las cosas
en su lugar, los platos
tintineando en la alacena, el cubo
con agua para beber que ondea
como si acabara de pasar un camión, pero ese camión
pasó hace treinta años. Nadie está en casa
en esta pieza. Su encimera está limpia,
y el repasador cuelga de su clavo,
una hoja seca. Con batas de neblina,
delantales azules de lluvia, mi abuela
se mueve por su vida como un fantasma,
y cuando haya terminado sus años,
los pondrá de nuevo en su lugar
y limpiará el fregadero, y nos dará la espalda
al resto de nosotros, para siempre.
DESPUÉS DE AÑOS
Hoy, desde lejos, te vi
alejarte, y sin un sonido
la resplandeciente cara de un glaciar
se hundió en el mar. Un viejo roble
cayó en las Cumberlands, levantando apenas
un puñado de hojas, y una anciana
que esparcía maíz para sus gallinas levantó la mirada
por un instante. En el extremo opuesto
de la galaxia, una estrella treinta y cinco veces
mayor que nuestro sol explotó
y se desvaneció, dejando una pequeña mancha verde
en la retina del astrónomo
como si éste estuviera de pie en la gran cúpula abierta
de mi corazón sin nadie a quien contárselo.
Ted Kooser
(De: Poetas norteamericanos
en dos siglos -Volumen II,
Versiones, selección y biografía:
Jonio González, Ediciones
en danza, 2021)
ABANDONED FARMHOUSE
He was a big man, says the size of his shoes
on a pile of broken dishes by the house;
a tall man too, says the length of the bed
in an upstairs room; and a good, God-fearing man,
says the Bible with a broken back
on the floor below the window, dusty with sun;
but not a man for farming, say the fields
cluttered with boulders and the leaky barn.
A woman lived with him, says the bedroom wall
papered with lilacs and the kitchen shelves
covered with oilcloth, and they had a child,
says the sandbox made from a tractor tire.
Money was scarce, say the jars of plum preserves
and canned tomatoes sealed in the cellar hole.
And the winters cold, say the rags in the window frames.
It was lonely here, says the narrow country road.
Something went wrong, says the empty house
in the weed-choked yard. Stones in the fields
say he was not a farmer; the still-sealed jars
in the cellar say she left in a nervous haste.
And the child? Its toys are strewn in the yard
like branches after a storm—a rubber cow,
a rusty tractor with a broken plow,
a doll in overalls. Something went wrong, they say.
A ROOM IN THE PAST
It’s a kitchen. Its curtains fill
with a morning light so bright
you can’t see beyond its windows
into the afternoon. A kitchen
falling through time with its things
in their places, the dishes jingling
up in the cupboard, the bucket
of drinking water rippled as if
a truck had just gone past, but that truck
was thirty years. No one’s at home
in this room. Its counter is wiped,
and the dishrag hangs from its nail,
a dry leaf. In housedresses of mist,
blue aprons of rain, my grandmother
moved through this life like a ghost,
and when she had finished her years,
she put them all back in their places
and wiped out the sink, turning her back
on the rest of us, forever.
AFTER YEARS
Today, from a distance, I saw you
walking away, and without a sound
the glittering face of a glacier
slid into the sea. An ancient oak
fell in the Cumberlands, holding only
a handful of leaves, and an old woman
scattering corn to her chickens looked up
for an instant. At the other side
of the galaxy, a star thirty-five times
the size of our own sun exploded
and vanished, leaving a small green spot
on the astronomer's retina
as he stood on the great open dome
of my heart with no one to tell.
Ted Kooser nació en Ames, Iowa, en 1939. Tras graduarse en la Universidad de Iowa, y luego de un breve paso por la de Nebraska, ingresó a trabajar en una compañía de seguros (como WallaceStevens), en la que permaneció hasta 1999. Entretanto, escribió, todos los días, de cinco y media a siete de la mañana. Fruto de ello es Official Entry Blank (1969). A éste seguirán libros de ensayos,para niños (entre ellos el multipremiado The House Held Up by Trees, de 2012), antologías (publicadas en su propio sello editorial, Windflower) y veinticinco poemarios hasta la fecha, incluidos Grass County (1971), A Local Habitation & A Name (1974), Not Coming to be Barked At (1976), Sure Signs (1980), One World at a Time (1985), The Blizzard Voices (1986), Weather Central (1994), A Book of Things (1995), Winter Morning Walks, 100 Postcards to Jim Harrison (2000), Braided Creek: A Conversation in Poetry (con Jim Harrison, 2003), Delights and Shadows (2004, premio Pulizter 2005), Flying at Night: Poems 1965-1985 (2005), Valentines (2007), Splitting an Order (2014) y Kindest Regards, New and Selected Poems (2018), entre otros. Protagonista principal de lo que la crítica ha llamado "Renacimiento poético del Medio Oeste" (que incluía a poetas como Greg Kuzma, Judith Minty, etc.) Kooser, en sus propias palabras, escribe para la gente "en la esperanza de que puedan ver lo maravilloso de sus experiencias cotidianas, lo interesante que puede ser el mundo si uno presta
atención".
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