Sobre Alfredo Veiravé por Claudia Rosa.
"porque el genio consiste en la potencia de reflexión y no en la calidad intrínseca del espectáculo reflejado. Marcel Proust, A la sombra de las muchachas en flor." En busca del tiempo perdido.
El libro que presentamos está armado sobre textos éditos e inéditos de Alfredo Veiravé que tratan sobre problemas centrales y ancilares del quehacer poético. Uno de los objetivos de este libro es ofrecer estos textos que dan cuenta de las dinámicas institucionales inherentes a los sistemas de la consagración de un escritor, la dinámica social de sus ubicaciones en, e incidencias sobre, las formaciones canónicas de la literatura nacional argentina y latinoamericana. En este libro se muestran las diferentes posiciones que va tomando el autor ante los diversos cánones de los cuales se constituye el sistema literario argentino: sus relaciones, sus amigos, sus lecturas, sus preocupaciones, el lugar de Latinoamérica y sobre todo cómo concibió la genialidad de un Chaco interestelar.
Esta propuesta nace de preguntarnos cuáles fueron las circunstancias por las que su autor ha quedado por fuera de las instituciones literarias, a pesar de ser constantemente recordado. A diferencia de otros escritores que descollaron en su época y luego fueron «destituidos» por otras instituciones literarias, Veiravé tuvo, mientras vivió y después de su muerte, un reconocimiento equilibrado, aquel del que no es olvidado pero tampoco leído, aquel que siempre está presente pero siempre al costado.
En La poética de la ensoñación, Gastón Bachelard propone que la poesía es uno de los destinos de la palabra, y cuando un poeta afina la conciencia del lenguaje, trabaja sobre diferentes planos. En estos planos, la imagen poética se abre al futuro lenguaje. Porque la imagen poética nace en estado de ensoñación. Cuando una imagen poética manifiesta su inocencia primaria, activa los pasos fenomenológicos. Esta escuela de la inocencia está presente en el trabajo como poeta de Alfredo Veiravé. «Todos los sentidos se despiertan y armonizan en la ensoñación poética. y esta polifonía de sentidos es aquello que la ensoñación poética escucha y la conciencia poética debe registrar (Bachelard, 1982:17)». El fenomenólogo es solitario, porque hay que observar, dejarse estar como un soñador, soñador de palabras escritas. La ensoñación siempre tiene relación con el cosmos porque nace de la fusión de dos entidades diferentes, dos mundos, dos maneras de percibir. El tiempo de la ensoñación poética se reparte con el tiempo de la mirada. Dice Nietzsche, «la aurora se representa en el cielo adornado de múltiples colores [...] Mis ojos tienen otro brillo. Tengo miedo de que hagan agujeros en el cielo» (Bachelard de Blunck, 1955: 97, cito en Bachelard, 1982:276-277).
Sobre estos dos ejes -las dinámicas institucionales de consagración y la poética de la ensoñación- se arma este libro que es palabra futura en tanto abre caminos de lecturas insospechados.
Apuntes para un estudio introductorio
1. La elección de Veiravé está amparada en distintas razones. La primera es su condición de escritor de provincias en donde y desde donde leemos y producimos esta edición. En la Argentina, una de las líneas políticas que cruza la historia de la cultura es la oposición Buenos Aires/interior, resuelta a favor del centro porteño. Con relación a la literatura, esta oposición puede expresarse en la pregunta: ¿Puede un escritor de provincias acceder al canon oficial? Dado que son numerosos los ejemplos que responden afirmativamente esta pregunta, habrá que reformularla de tal manera que se oriente hacia las condiciones para acceder a un sistema consagratorio. Demorarnos en leer lo que tiene un escritor de provincias para decir cómo se ejerce su oficio, las bondades o no de su alejamiento de los centros, cómo se establecen los diálogos necesarios para llevar adelante la labor; esta es nuestra preocupación.
2. La segunda razón es que la obra de Alfredo Veiravé -que atraviesa toda la segunda mitad del siglo XX, manteniéndose al margen de las corrientes y modas estéticas imperantes- ha sido inexplorada y condensa en una figura las tensiones que acarrea el proceso de devenír/no devenir autor consagrado en distintas esferas de la praxis cultural: el mercado, la academia, el periodismo cultural. Sobre su obra se registran dos tesis doctorales en universidades argentinas, y en las últimas décadas ha desaparecido su nombre de los congresos literarios y de los anales consultados Este olviso académico -que tiene como contrapartida un constante lugar honorífico para con su nombre: «qué gran poeta Alfredo Veiravé»- es una vía regir para analizar qué síntoma se esconde detrás de la institucionalización de un autor que no se edita, no se lee con asiduidad y no se estudia.
3. La última de las razones de la elección radica en que es un autor que ha hecho del oficio de escritura, la creación literaria y «lo latinoamericano") sus temas recurrentes, aspectos que lo convierten en un caso paradigmático ya que tratará de construirse como un autor preocupado por edificar una obra a contrapelo de los tres ejes privilegiados en que se construyeron los escritores del siglo XX: «lo argentino», lo «original como producto de genio», la «producción como proceso ocasional».
4. La singularidad del caso del poeta entrerriano-chaqueño Alfredo Veirav se establece sobre uno de los dualismos fundantes de la historia políticas, social y económica americana, aún antes de la vida republicana independiente del Imperio español: el dualismo capital-interior, avatar específico de la oposición ciudad-campo. Esta antítesis dinámica se ha expresado, en términos culturales, a partir de la consolidación de la preeminencia comercial del puerto de Buenos Aires y del nacimiento de la industria editorial, través de un sistema de circulación y convalidación nacional de las producciones culturales capitalinas.
5.Este libro muestra las estrategias de escritura por las que optó Alfredo Veiravé y las consecuencias que tuvieron en la circulación de la obra por su auténtico y único método de escritura. La opción por su trabajo provincial latinoamericanista vuelve su producción literaria «deslucida» para los mercados contemporáneos y convierte la obra en literatura culta y, sobre todo incómoda por el carácter sardónico y un uso sintáctico destinado a erosionar irónicamente las semánticas comunes en el sistema literario argentino. Veiravé presenta una innovación, una reescritura y nueva racionalidad del proceso creativo que lo constituyeron como un innovador de la literatura.
6.Alfredo Veiravé es un hombre formado en las vanguardias, y ellas le enseñaron a trabajar en las tácticas para enfrentar a las restantes facciones del campo intelectual y desarrollar estrategias de invisibilidad. Así formó parte de un grupo de artistas desde el Chaco (1). En estas tácticas aprendió qué heredar de sus maestros, qué desarrollar con sus pares y qué heredar a los jóvenes. Como el arte tiene la tendencia a formalizar los elementos portadores de contenido y a convertirlos en convenciones codificadas, de una generación a otra pasará de ser palabra original a patrimonio de la cultura. El tema de lo particular y de lo universal se resuelve con el paso del tiempo. Esta concepción no se olvida de que el sistema de signos se da en la producción de una semiosis, por lo que una crítica poética debería ser capaz de establecer la construcción interna del sistema y las relaciones semánticas con los fenómenos extratextuales.
7.Va a ser su escritura periodística opuesta a todas las modas, ya que Veiravé se resiste a la oralidad en que se estaba dirimiendo la prosa de los diarios luego de la influencia de los medios radiales y, con el correr del siglo, con la de la escritura norteamericana. Antioral, barroco, con registros populares y cultismos en una misma franja tonal, alta ironía, irreverencia temática y ninguna concesión a un lector modelo popular lo van a constituir en una figura exofórica del periodismo argentino.
Nos interesa pensar, específicamente, cuáles son los caminos que emprende un escritor que se mantiene fuera del sistema consagratorio. No se trata aquí de señalar estrategias contraconsagratorias o posturas anti-sistémicas. La pregunta nace por una ausencia de la crítica, de lecturas, de la obra de un autor con una vasta y madura producción, una escritura de alta densidad experimentativa y un maduro ejercicio del oficio, en un campo literario como el argentino. Se sabe que el lugar que las instituciones adquieren en la consagración de un escritor establece una relación directa con la constitución del autor, y el autor con la conformación de los cánones literarios.
La singularidad del caso que nos ocupa se inscribe en una larga tradición de dualismos y tensiones en la historia política, social y económica americana. Nos referimos a la dicotomía entre campo y ciudad, provincia y capital,
(1) N. de las E. «Allí en el Chaco, en Resistencia] Veiravé entiende que la literatura no es un trabajo en soledad como pareciera. Allí está lleno de pares que acompañan, contienen y contagian: Hermes Viilordo, María Elena Walsh, Amelia Biagioni, Emilio Soto, Sara Fació, Carlos Alonso, Rafael Oteriño, Córdova Iturburu, Roberto Ledesma; una cofradía de artistas que debieron repensarse para poder sostener su propio proyecto creador por fuera de los grupos que dominaban la cultura nacional» (Rosa, 2018: s/d).
ciudad puerto y campo, pampa y ciudad, etc. El tema tiene cierta trayectoria en la teoría literaria y en la crítica literaria argentina específicamente, y llega luego a las Ciencias Sociales que van a comenzar a pensar muy tardíamen las diferencias constitutivas e identitarias en ambos sectores.
El tema de la tensión entre provincianos y capitalinos, herencia del siglo XIX, se revitaliza con los desplazamientos masivos que a mediados de la década del 30 se producen desde el interior a la ciudad porteña, adonde llega -en la década que va de 1935 a 1945- cerca de un millón de trabajadores. Es un lugar aceptado por la historiografía afirmar que el gobierno peronista incluyó; y dio visibilidad social a estos argentinos llegados desde el interior rural.La inclusión de estos sectores rurales en la capital argentina generó tension entre los grupos, entre los viejos y los recién venidos, representadas estas en un conjunto de leyendas barriales y metáforas sociales, herederas de aquella otra tensión social provocada a principios de siglo por otros desplazamientos el del inmigrante y el del gaucho, que venía a la ciudad en busca de «nuevos libros» y que también produjo una compleja red de representaciones social antinómicas.
En el área de la producción literaria sucedió lo mismo que en el área del campo cultural: Buenos Aires concentró el mayor volumen de producci{on editorial y manejó mayor cantidad de recursos del Estado. Ahora bien, esta afirmación no implica que los agentes culturales sean todos provistos por la ciudad, ya que una cosa es quiénes son los que manejan los recursos para financiar los productos culturales, y otra cosa es quiénes son los agentes responsables de llevar adelante la acción cultural.
El concepto de identidad provincial o regional está aquí entendido coi se lo entiende en los últimos años en los estudios sociológicos:
se deriva de un sentido de pertenencia socio-regional, y se da cuando por 1o menos una parte significativa de los habitantes de una región han logrado incorporar a su propio sistema cultural, los símbolos, valores y aspiraciones más profundas de su región (2).
La nueva geografía cultural desarrolló conceptos provenientes de la sociologia y, específicamente, el concepto de territorio entendiendo
(2). Giménez, Gilberto (2001). Cultura, territorio, migraciones. Aproximaciones teóricas (p. 12). Alteridades. México: Unam.
espacio apropiado y valorizado por un grupo social. Es así que el concepto de identidad regional y provincial es:
la imagen distintiva y específica (dotada de normas, modelo, representación, valores, entre otros) que los actores sociales de una región se forjan de sí mismos en el proceso de sus relaciones con otras regiones y colectividades. Esta imagen puede ser mas o menos completa y tener por fundamento un patrimonio pasado o presente, un entorno natural valorizado, una historia, una actividad económica o especifica o, finalmente, una combinación de todos estos elementos (3).
Lo que los teóricos de las identidades territoriales no abordan es cómo se construyen estas creencias y cuáles son los modos por parte de un grupo de reconstruir un pasado común. Para ello, se ven obligados a edificar visiones esencialistas y ahistóricas que consideran el relato de la relación del grupo con su territorio como un atributo inherente o una cualidad esencial Por eso las identidades provinciales recurren a escenarios míticos y a actores significativos para su construcción. Las grandes heridas que habían resultado de las luchas civiles del siglo XIX se sustentaban en la desigual distribución de la tierra y el privilegio absoluto sobre la región de la pampa húmeda en la planificación económica del Estado nacional en detrimento de las provincias en momentos en que se crean las líneas del ferrocarril que van a dar como resultado lo que se ha llamado un «país macrocefálico». Se desarrolla en las primeras décadas del siglo un conjunto de relatos identitarios que pugna por universalizar sus propias características en una identidad dominante que como tal, se construye sobre un antagonismo: la capital.
No estuvieron ausentes en estas construcciones de relatos provinciales la necesidad que tenían los nuevos actores que ingresan a Buenos Aíres trayendo consigo un capital económico y capitales sociales y simbólicos (4) que no tenían el mismo valor en la ciudad capital que en su provincia de origen. El recurrir a la identidad provincial en el mercado de bienes simbólicos capitalinos es una forma de encontrar un lugar en el campo cultural. La mayoría de las veces el relato socio-territorial se construye fuera de la comarca, es decir ante la presencia del «otro», y por oposición a ese «otro».
(3) Bassan, Michelle (1981). L'identité régionale (p. 15). Saint Saphorin: Editions Georgi.
(4) Bourdieu, Pierre (1997). Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona, Anagrama.
La construcción de la figura de autor -ya desde la conceción posestructuralbarthesiana, la de implicancia, desde las teorías sociales de Foucault o las de tipo textualistas como las de Humberto Eco- tiene que ver irremediablemente con la figura del otro, por eso es en la escritura y en el oficio literario en donde se construye el autor, ya que el «otro» es el sitio en donde se escribe el deseo. Las lecciones del psicoanálisis o de Michel de Certeau son contundentes en este punto.
La contradicción entre pertenecer a un grupo llamado «escritores» y el ilusorio mito de «autogestionamiento» no es preocupación de Veirave, no le crea tensiones. La ficción de «ser» escritor no puede ser rastreada en su obra: no tenemos datos de su vida privada. Sus numerosísimas paginas de ensayos y críticas literarias -el métier mismo de constituirse o de integrarse en un escenario- están plasmadas en una tercera persona en un fuerte borramiento del yo. Si el autor es una figura construida en un diálogo con su cultura -en donde la figura del otro es relevante para la construcción del mismo-, la obra veiraveana puede entenderse en el horizonte de lectura planteado en el párrafo anterior, como el único escenario textual en donde se construye una figura de autor sin mayor pretensión, ya no solo de una totalidad biográfica sino estilística, aun a costa de los relatos biográficos que constituyen su propia biografía de autor.
La correspondencia con Veiravé muestra ciertas preocupaciones que atraviesan toda su obra, especialmente el libro de corrección y el oficio de lectura y de silencio, además de preocuparse especialmente del envejecimiento del texto: se trata de construir una poética que desafíe al tiempo, una poética en el tiempo. Para construirla, para escribir resistiendo las modas, para ser un buen escritor, se necesita dedicar la vida a ello, esa es la enseñanza de su maestro.
8 La operatoria de Veiravé, que podríamos en algún punto compaginar con la lógica de la santafecina Amelia Biagioni, crea, primero, un itinerario espacial retórico de latinoamericanización de la zona, para otorgarle luego un carácter tecnológico trasnacional. En el momento de distanciamiento de la influencia terrible juaneliana, a la construcción de su propia esfera poética, Alfredo Veiravé procura un tránsito que va de una melancólica ciudad de Gualeguay, el río ausente, a una hispanoamericanización de un Chaco casi innombrado hacia 1970; y redobla la apuesta de Francisco «Coco» Madariaga para dejar de ser un criollo universal y ser un litoraleño interestelar. A Veiravé le cuesta tres libros y una década superar las angustias de las influencias juanelianas y otra década más, con tres libros mas, lanzarse hacia las fertilidades de un nuevo territorio expandido. Se desplaza dos veces. Uno, el de las retóricas simbolistas francesas y otro, de las hispanoamenricanistas. El camino primero es el que ya ha marcado la crítica. En sus primeros libros, el poeta estaba bajo la esfera de la poesía de Juan L. y sus pregnancias de Gualeguay; luego, ya en los 70, encuentra en el Chaco el territorio más cerca de Latinoamérica. Como bien explicó Madariaga, América Latina comienza en Corrientes; así que el salto de Gualeguay a la patria grande era natural casi.
9. Encasillado como perteneciente al neorromanticismo del 40 y coetáneo del surrealismo, del invencionismo y la antipoesía, Veiravé se para en las antípodas del objetivismo, del nacionalismo y de la poesía social comprometida. Él sabe que para encontrar su voz propia debe alejarse del ruido, y junto con su amiga Amelia Biagioni hacen de su estancia provincial un lugar de contención contra las tendencias poéticas dominantes de su época en favor del desarrollo de una poesía que, atendiendo especialmente a la polisemia del termino, podríamos calificar como «alterna», tanto por su corrimiento de los ejes establecidos, como por su condición cambiante y nómade, la cual determina su singularidad y originalidad.
Si bien Veiravé se caracterizó por su bajo perfil, consecuente con una notoria preferencia por el alejamiento de los círculos literarios de prestigio, su gesto grandilocuente se encuentra, sin lugar a dudas, en su poesía. La trayectoria del poeta, que abarca más de cuatro décadas de intenso trabajo evidencia, a simple vista, una cuestión para nada menor: su poética, que en principio se adecua a ciertas convenciones genéricas y normas propias de la lírica clásica, alcanza su punto álgido a partir de la transgresión de dichas normas, de la puesta en cuestión de los principios de la tradición y de los códigos vigentes.
En desarrollo...
(Tomado del libro: Las tácticas de la ensoñación
-Cómo trabaja un poeta-Claudia Rosa, Directora.
Incluye diversas entrevistas al poeta
y ensayos del autor y otros),
Universidad Nacional de Nordeste, Corrientes, 2021.)
Claudia Rosa
BIBLIOGRAFÍA:
BACHELARD DE BLUNCK, Richard (1955). «Frédéric Nietzsche. Enfance jeunesse» (Trad. Eva Sauser). París: Correa. En Bachelard, Gastón (198 La poética de la ensoñación. México: Fondo de Cultura Económica.
BACHELARD, Gastón (1982). La poética de la ensoñación. México: Fondo Cultura Económica.
BASSAN, Michelle (1981). L’identité régionale. Saint Saphorin: Editio Georgi.
BOURDIEU, Pierre (1997). Razones prácticas. Sobre la teoria de la accu Barcelona: Anagrama.
GIMÉNEZ, Gilberto (2001). Cultura, territorio, migraciones. Aproximac nes teóricas. Alteridades. México: Unam.
ROSA, Claudia (2018). «Alfredo Veiravé y sus paisajes laterales». Cuaderr Lirico. Puesto en línea el 10 octubre de 2018, consultado el 31 de ago: de 2019. Disponible en http://journals.openedition.org/lirico/5621
Claudia Rosa (Paraná, Entre Ríos, ?- Id.2018). Semióloga. Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Entre Rios. Investigadora del Conicet. Fue Profesora Titular de las cátedras Procesos Culturales latinoamericanos y Argentinos (Facultad de Ciencias de la Educación-UNER) y de las cátedras Semiología I y Semiología II de la Licenciatura en Comunicación social, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional del Nordeste. Autora y editora de numerosos ensayos criticas y libros de la especialidad y crítica literaria. Dirigió los proyectos de investigacion «Del texto manuscrito al texto editado. Edición crítico genética de la Obra de Alfredo Veiravé" en la UniVersÍdad Nacional de Entre Ríos, y «Antroposemiotica de las prácticas culturales. Análisis del tatuaje carcelario en las ciudades de Corrientes y Paraná", en la Universidad Nacional del Nordeste" Ganó el concurso realizado sobre el poema Gualeguay de Juan L. Ortiz, publicado en El Arca ediciones, [con el auspicio de] Fundación Banco Mercantil Argentino, 1997, Editó la obra completa de Carlos Mastronardi: junto a Elisabeth Strada y otros colaboradores (Universidad Nacional del Litoral, 2010). Además editó la obra teatral del poeta Arnaldo Calveyra: Teatro reunido, que publicó Eduner en 2012.
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