miércoles, 8 de octubre de 2025

hasta aquella duna, dije

 


No me acuerdo
cómo era estar dentro tuyo, mamá.
¿Cómo pasaba las horas allí?
Te conozco, en ese tiempo
vos harías mil cosas,
siempre yendo de acá para allá
llenando el día,
el tiempo escaso,
deseo por acá, deber por allá.

Una vez me contaste que en esa época 
usabas un vestido de poplín azul.
Me gustaría saber de qué tono exacto 
era ese azul, mamá.
Imagino que era azul noche
la bóveda en la que brillaban las estrellas
antes de amanecer al mundo.
Más oscura la noche, más se ven las estrellas. 
Como el cielo de Concordia en verano, 
me sentaba horas a ver las estrellas 
en el banco de cemento de casa,
¿te acordás?
Me tranquilizaba, era como el retorno a un hogar. 
Allí, el mundo era fácil,
solo estar y dejar que las células se multipliquen 
según su ley.




A mi abuela, Florentina

Tu campo de flores entraba 
en los almácigos del jardín.
Flor en tina 
atrapada en la ciudad.
Lejos quedó la tierra de infancia.
Allá las raíces,
allá la lengua materna,
alemanes del Volga.

Amapolas,
dalias,
conejitos,
gladiolos,
rosas
fueron tus nuevas palabras y tus manos.

Nunca renunciaste 
a la fragilidad.
Esa fue tu fortaleza.

Cada vez que la vida te arrebató vida 
vos volviste a abonar la tierra, 
plantar las semillas, 
cuidar los brotes
y esperar
la primavera de los pétalos.




Nada impide
que se escuche
lo no
dicho.




¿Existe algo más hermoso 
que respirar el aroma 
de un cuerpo amado?
Mi amante, 
mis hijos, 
mi gata.




Veo pájaros en bandadas.
Veo pájaros volando de a pares.
Veo indómitos pájaros solos, 
acompañados por la creación entera, 
cruzando con su vuelo 
el cielo, todo.




Un hombre que amé me dijo 
que le gustaba mi cara 
y ese aire sefaradí, árabe 
que tengo.
A mí me gustó el halago, 
que ponía en evidencia, 
la negación de mi linaje.




¿Quién soy ahora?
Como recién nacida, lloro.
Me cuido como a una recién nacida, 
estoy atenta a las rutinas.

Ahora
puedo ser mi propia madre.




¿A dónde va la escritura?
¿De dónde viene?

Ella se retrae como una ola, 
se enrula en un lugar interno 
reúne información, fuerza, dirección. 
Luego avanza
desplegándose hacia la playa, 
hacia el presente,
con todo lo que encontró en su repliegue 
dejándose ir, caer 
y expandir.
Se derrama en cientos de gotas 
que caen en la arena, 
se dispersan 
suspendidas en el aire.
Luego ya soy otra.

¿Hay partes de mí que solo dialogan 
cuando escribo?


(Del libro homónimo,
enero editorial,2025,
envío de la autora)

Maria Gabriela Moreno




María Gabriela Moreno nació en Concordia, Entre Ríos, EN 1965, a la vera del río Uruguay. Escribe, lee y teje con distintas intensidades desde que tiene memoria. Estudió latín, griego y cultura grecolatina. Es abogada. Actualmente se desempeña como mediadora prejudicial. Se formó como terapeuta corporal en el Sistema Río Abierto. Estudió Astrología en la escuela Casa Once. Desde hace algunos años, practica la meditación Kabbalah. Intervino en la edición colectiva de Autores de Concordia. Antología. Además, participa en talleres de lectura y escritura. En su poesía la han acompañado escritoras, como Natalia Romero y Pilar Cimadevilla. Los talleres son para ella espacios vitales de inspiración, aprendizaje y práctica en los que se tejen vínculos.

Hasta aquella duna, dije es su primer libro.

IMAGEN: La autora en su perfil de face,




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Marcelo!
Y Gracias María Gabriela 💙

Ana dijo...

Excelente. Me gusta mucho como escribe María Gabriela Moreno. Gracias, Marcelo, por compartir.