viernes, 3 de octubre de 2025

LÍNEA DE ANTIDEPRESIVOS

 


Una infancia de polleras

Una infancia de polleras
negras, blancas, con flores 
las tías solteras
el salón y los tragos
ningún hombre
excepto vos
tan femenino
bendito entre todas las mujeres
que contemplabas
cómo ellas, las de tu familia
se transformaban
en modelos de primera línea
brillantes luces rojas.

Entre nosotros hay
más que extrañeza
familiaridad.
Te miro los ojos y sé
en qué lugar del mundo
estoy ubicado.



Plata quemada

En las manchas de humedad del baño
hay un duende azul que cada vez
que voy a mear
me dice que me comporte.

Papá estás loco
pero yo fumé tanto que no te veo
apenas alcanzo a escucharte. 
Además la persiana está rota
quedó baja por completo
y ya no se puede subir.
Tenemos muchos problemas
la casa se cae a pedazos
y nuestros ojos que no pueden encontrarse
dicen
mucha plata es mucho alcohol.
¿Te acordás cómo alucinabas?
Ahora estás viejo y cansado
pero, papá, no te vayas todavía
escuchame
el rocanrol murió 
cuando dejaste de consumir. 



Mamina

En la calesita del dopádromo baila el humo boyando 
   contra el techo de zinc.
Nunca nadie me dijo “con vos, hasta el final.”
La madrugada obsoleta me obliga a mirar, con ojos vacíos, 
    el suelo negro y la pared de cal.
Hago caso, miro, sin fuerzas, levantando la vista apenas, y 
    pienso en la Mamina.
La veo sana, puro corazón, en su patio florido, con los perros.
Le cuento de mí, con una voz que no quiere salir 
“sigo recolectando piedras, ya no le arranco las hojas a los 
árboles.”
Ella me da la mano y cierra los ojos.
Mamina, le digo, te escribí un poema, como vos me pediste.



La cúpula

Mamá papá hermanas
está seco, por los 
dos lados
el árbol genealógico.
Tuve que reconstruirlo
con birome negra hice
un dibujo negro.



XI

Son dientes negros
que se clavan en la piel
de aquella princesita color fresa
que cantaba en su balcón
la frase altisonante que decía
algo así como que todos somos iguales 
y cada cosa ocupa su lugar 
en el universo. 



De bodegón

No hay movimiento
más que el humo denso
saliendo de las bocas.

Un bodegón de viejos
en total silencio.
Dos jóvenes que se aman
a través de cadáveres exquisitos.

Las modas no existen
porque la memoria no es.
El tiempo siempre está
en un pasado perfecto.



La fragilidad de los héroes solitarios

Fumábamos porro en las cortadas del centro
en la plaza Urquiza
en La Bianca, en la costanera. 
Nos reíamos de nuestros padres
y ya entonces sabíamos 
que el futuro era una bajada de línea, 
un crimen irresoluble, una nube por atravesar, 
un amanecer por vivir. 
Los pibes se quedaron en esa
fumando eternamente.

El futuro, al final, no era nada
pura calcomanía del presente.
La misma sensación en distintos lugares
atravesada junto a nuevas personas.
Eso, nomás. 
Ni una nube por atravesar
ni un amanecer por vivir
que cambiara locamente el rumbo de las cosas
nada.
Ahora el futuro es el presente
y no sé qué hacer con él.

(del libro homónimo,
Patronus ed.,2024
Envío del autor)
Felipe Hourcade



Felipe Hourcade Nació en Concordia, Entre Ríos, en 1999. Vivió en Rosario siete años. Actualmente, reside en Buenos Aires.Publicó el libro de cuentos La fragilidad de los héroes solitarios (Fluir  Editorial, 2021), la novela breve No hay fin siempre hay más (Boca a boca, 2022) y la plaqueta de poesía Cuarto de máquinas (autoedición, 2023).En 2023 salió seleccionado entre los ganadores del Concurso Poesía Ya! en la categoría «Novísimes», organizado por el Centro Cultural Kirchner, y participó del Festival Internacional de Poesía de Rosario. Forma parte de la comisión editorial de «Revista El Cocodrilo» y organiza el ciclo literario «Los detectives salvajes» en Rosario.




 





1 comentario:

Cristina Briante dijo...

Muy emocionante leer cada poema. Fuertes como perdigones que duelen y también hay ternura. Felicitaciones