Aquí
estamos, poesía,
tú,
más el yo mismo que me desboca.
Tú
y las plantaciones de verde que hemos culpado a Dios de todo esto,
pero
has sido tú la que hizo el paraíso.
Tú
creaste al Sabio Salomón desde el amor inhóspito
tú
abrazaste a la roca donde edificarán tu templo.
Tú
le diste la vuelta al mar, a sus costuras, a sus espumas.
Tú
inventaste al cielo y en él a la luna,
tú
le diste sabor a los cráteres, a los agujeros negros.
Tú
has sido portadora de la bacteria que inventó lo imposible.
Tú
fuiste antes que la filosofía. Tú germinaste en el polen.
Tú
fuiste haciéndote piedra de la estatua.
Tú
fuiste mi abuelo, mi padre, mi motivo.
Tú
eres la razón del beso divino
con
que uno conoce ese campo ondulante del amor.
Tú
estuviste visitando la casa de Heráclito
cuando
el río cruzaba dos veces.
Tú
has hecho que mire el desierto y lo riegue,
que
me asuste de lo bello,
que
me dé miedo el sol. Que le tiemble al infinito.
Que
mire el Cotopaxi y me retuerza,
Tú
me diste el asombro. Me diste la savia elaborada
de
los campos. Tú que estás siempre. Que no traicionas, que no mientes.
Que
no tienes pudor ni con los otros.
Tú
que complaces, que regurgitas en cualquier estado, en cualquier forma.
Tú
que relames lo que quedó de la poesía luego de Borges, de Vallejo, de Cernuda.
Tú
que miras de reojo a los de la inmensa minoría.
Tú
que no tienes prejuicios, ni formas concretas. Ni concreción de nada.
Solo
eres tú, una suerte del modo de ver. Un instante que se alarga con lo extra
poético.
una
especie venida a menos. Un rictus de unos pocos. Un sonido que no tiene
decibel.
Porque
eso no existe. Ni existe el vino que te consagra, ni la hostia. Ni la leche. Ni
el sonido.
Porque
tú, no sé cómo, estás como petrificada en mí. Estas como si fueras el uno.
Porque
eres la mejor orquídea que tengo. La mejor primavera que se me ha pasado.
Porque
eres el mejor muro donde se lamenta. El mejor templo para fructificar las
ausencias. Porque eres el siquiatra. Porque estas como ida, como trastornada,
como loca.
Porque
al fin podrá decirse que contigo soy otro. Y que otro es yo.
Porque
lo dijo hace años ese Rimbaud que te odio hasta la muerte.
Que
no quiso nada más contigo.
Porque
le pusiste cachos, porque te hiciste la tuerta, la muy diva, la pescueza, la
mamita, la ricaza.
Pero
así mismo es, porque tú inventaste a Dios, a Demócrito, a Buda.
Porque
tú hiciste el occidente de los mitos. Porque Zeus es un poema tuyo. Y Afrodita.
Porque
atrás de ti está el origen.
Porque
el Eclesiastés y el Coram son ese poema que escribiste cuando estabas aburrida.
Por
eso eres un montón. Un saco, un quintal de líos. Una alforja de bazofias, de
alusiones.
Por
eso haces que mis amigos, que mis enemigos, que mis impresiones sean hechos que
estén barnizados por tu nombre.
Por
eso es.
Y
no por otra cosa.
Aunque
también podríamos ver la posibilidad de darnos tiempo. De no sabernos juntos.
También habría como hacer una zanja, una grieta, no una cripta, pero sí una
terapia intensiva, donde le hagamos saber al mundo que lo nuestro es para
siempre.
Para
mí siempre pequeño,
para
mi siempre dialéctico,
para
mi siempre frenético,
para
mi siempre inaudito,
bajito,
chiquito, nadita.
Por
eso poesía no te regodees, que no vas a triunfar. Hay días en que estoy que
exploto.
Que
me denoto.
Y
eso no le hace bien ni a tus costuras de significante ni a mis impulsos de
significado.
Pero
así es esto.
Así
me o confesó una poeta: que “somos raza” los que pintamos la vida bajo tu
nombre.
Que
somos gueto, que somos jorga, que llave somos, que panas, que ñaños, que cuates
somos, que estamos juntos, que somos yunta. Que no soltemos las amarras.
Y
en otras veces: que somos nadie, que en el mercado no somos ni el cambio,
que
somos hippies, que burla somos, que pez incomible, que aire sin viento somos.
Igual
nos quedamos aquí, porque nos necesitamos:
el
poema se necesita en el poeta. Aunque eso no es la poesía.
Yo
necesito saberte allí en los libros, en los poros de los otros perdedores.
En
los cuadernos sin alma del otoño, en los corredores que sugieren sombras.
En
las fotos de mi padre.
En
los almuerzos solitarios, en esas penurias, en esas angustias,
en
estas cosas que parecen dibujos de Miró.
Así
no más con esto de la raza, con esto del poema, con esto de las palabras que se
parten.
Con
esto de estas presencias.
Para
lo demás. Lo que queda adentro. Lo que no salió, pero que palpita, pero que
suscita, pero que incita, solo hay que esperar que el cántaro se llene.
Y
que Dios no quiera que el diluvio se haga. Que la poesía si lo resistiría.
(Inédito)
Xavier
Oquendo Troncoso
Xavier
Oquendo Troncoso (Ambato-Ecuador, 1972). Ha residido toda su vida en Quito.
Periodista y Doctor en Letras y Literatura. Ha publicado los siguientes libros:
Guionizando poematográficamente (poesía, Quito, 1993); Detrás de la vereda de
los autos (poesía, Quito, 1994); Calendariamente poesía (poesía, Ambato, 1995);
El (An)verso de las esquinas (poesía, Quito, 1996); Después de la caza (poesía,
Quito, 1998); Desterrado de palabra (Cuentos, Quito, 2000, 2001); La Conquista
del Agua (poesía, Quito, 2001); Ciudad en Verso (Antología de nuevos poetas
ecuatorianos, Quito, 2002); Antología de Nuevos poetas ecuatorianos (Edición
aumentada, Loja, 2002); El mar se llama Julia (novela infantil, Quito, 2002,
2004, 2006, 2009). Salvados del naufragio (poesía, 1990-2005, Cuenca, 2005.
Colección de Autores ambateños contemporáneos –Diario La Hora – Universidad de
Loja, 2009-), Esto fuimos en la felicidad (Quito, Col. “Palabra al día”, CCE,
2009. Mención de Honor, Premio Jorge Carrera Andrade, al mejor libro de poesía publicada
en el año, Municipio de Quito, 2009). Ha sido editor de varias revistas de
poesía y literatura. Ha dirigido varios talleres literarios de Creación y
lectura. Organizador de los Encuentros de poetas jóvenes en su país y del
Encuentro Internacional “Poesía en paralelo cero”. Ha merecido diversos premios
nacionales de poesía como el “Pablo Palacio” en cuento y el Premio Nacional de
poesía, en 1993. Integra antologías españolas, norteamericanas e hispanoamericanas.
Ha participado en las más importantes revistas literarias de nuestra lengua. El
Municipio de su ciudad, en 1999, le concede la condecoración Juan León Mera por
toda su obra literaria y de difusión. Es director y editor de la firma
editorial ELANGEL Editor. Catedrático, editorialista de diversos medios de
comunicación escrita de su país, y de periódicos virtuales. Su blog personal es
www.salvadosdelnaufragio.blogspot.com . Parte de su poesía ha sido traducida al
italiano, inglés y portugués.