domingo, 25 de mayo de 2014

LAS MANOS















Mi padre vino desde tan lejos 
cruzó los mares,
         caminó
         y se inventó caminos,
hasta terminar dejándome sólo estas manos 
y enterrando las suyas
         como dos tiernísimas frutas ya apagadas.

Digo que bien pueden ser éstas sus manos 
encendidas también con la estampa de Utamaro
                        del hombre tenue bajo la lluvia.

Sin embargo, la gente repite que son mías 
aunque mi padre 
multiplicó sus manos
        sólo por dos o tres circunstancias de la vida 
o porque no quiso que otras manos
               pesasen sobre su pecho silenciado.

Pero es bien sencillo comprender
       que con estas manos 
también enterrarán un poco a mi padre,
                   a su venida desde tan lejos,
a su ternura que supo modelar sobre mis cabellos 
cuando él tenía sus manos para coger cualquier viento.
                                    de cualquier tierra.



José Watanabe (Perú, Laredo, 1945- Lima, 2007)




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