JUEGO REAL
Juega a ser la princesa
De un palacio de plástico y cartón.
Nada más le hace falta.
Hasta que su juego termine habrá
Un poco más de luz entre nosotros
Y el planeta brillará como un reino
Que en nada se parece
Al que despierta cuando
Se quita la corona.
Para Luz Almudena
CAFÉ Y MANZANAS
Giannuzzi y Saer escribieron
Casi al unísono y, supongo, sin conocer
La coincidencia sendos poemas
Que comparten el mismo nombre:
Café y manzanas.
Los tengo ante mis ojos y comparo
La potencia cínica y tristona de Joaquín
Con el ritmo quebrado y fulgurante de JJ
En un alto de mis propios balbuceos.
Me sorprendo ante la duda
Que el sospechoso desorden del mundo
(«Saber quién es quién», dice Giannuzzi;
«En equilibrio sobre lo negro», insiste Saer)
Abre como un pérfido secreto
Al oído de ambos poetas. Yo sólo
Tengo una cesta de manzanas frente a mí
Y el café sin preparar se seca
En su bolsa mal cerrada. Estoy
Parado sobre el mismo filo, pero ya
Oscuro y lleno de gusanos,
Sin nada por morder o por tragar.
ARCHIVO JPG
«Yo soy aquel que fue poeta de tiernos amores.
Tú, que lo lees, si quieres conocerlo, escúchame, posteridad»
Ovidio
De Cortázar creo reconocer
Algo que, fuera de foco, se empeña
En ser visible. Y pienso en esta noche
Que ahora llega y en el día perdido,
En tantos proyectos irrealizables,
En el jardín de mi casa en que crecen
Sin descanso los yuyos y las piedras;
Pienso en la extraña proclama de Ovidio
(«Escúchame, posteridad») y pienso
En cómo será pensarse a sí mismo
Bajo la especie de la eternidad,
Mientras a empujones apenas somos
Una mancha gris en el retrato universal.
AQUÍ NO HAY NADA
Hurgo mi cerebro desesperado:
De pronto es de noche y aquí no hay nada,
Ni un breve recuerdo para el futuro
De otro día extinguido por un giro
Repetido en esta mota de polvo,
Morada de trabajos aplacados.
¿Hay tiempo todavía? No, ya es tarde,
Así que pongo a cocer un poema
Al fuego crepitante de la luna,
Como quien escribe frases al margen
Que nadie lee pero contradicen,
Con cierta displicencia, el texto entero.
Luego apago las luces de la casa
Y oigo, sin ver, cómo todo se va.
Fernando G. Toledo (San Martín, Mendoza, Argentina, 1974)
No hay comentarios:
Publicar un comentario