La luz no se corta como el papel
que está sobre la mesa
o en el piso, así desfigurado
como lo dejamos.
La luz no, ya no existe en esta casa
al menos por un rato, inestimable.
La luz no se corta como el papel
¿Y si lo hiciera?
¿Sería un trozo liviano como esta hoja?
¿Caería sobre el suelo
así sin hacer ruido? ¿Y ahí
distante de mis manos
se quedaría?
La natural, que igual se compra
entra ahora por la ventana
y se pierde
entre los muebles de la casa.
Nos ayuda a encontrar todas las partes
de papel trasfiguradas.
Entonces es verdad
que la muerte mora en lo oscuro
y con la luz viene la vida.
Los niños duermen su siesta,
nosotras barremos la sala.
Juntamos los envoltorios de caramelos,
los glasés, los diarios, las revistas.
El sol se va a apagar un día —decís
mirando afuera.
No vamos a estar. ¿O sí?
¿Y qué sería
si la luz no se cortase ya
ni siquiera como ahora, por un rato?
YERRO
Está mirando las ventanas todas iguales
una antena que parpadea
el trascender de la calle.
Todo lo dicho en la memoria
todo el poder de la palabra
sobre la imagen,
de la imagen sobre la emoción,
de la emoción sobre él
ahora —se da cuenta.
Detrás del alambrado, las manos
se aferran algo frágiles
a lo tenue
a lo disperso.
Muestra la espalda, sale.
Reconocer que nos equivocamos
no es nada fácil.
ARAÑAS
Esa inmunda costumbre
de pegar los pelos como madejas
en los azulejos de la ducha.
Cuando estoy sin lentes
son arañas inmóviles que entretejen
el agua que cae desde mis pechos hasta mi pubis
—áspera se me hace. No me gusta
que me miren mientras me baño.
UNA SECUENCIA TRAS OTRA
Las alarmas son el problema de nuestro tiempo.
Las alarmas, las sirenas, las bocinas, en fin
todo lo que suene estridente de manera continua
cualquiera sea el patrón. Se entiende
ahora que lleva 30 minutos sonando
una alarma de la cuadra
va por el quinto motivo, aún no repite la secuencia.
Que es un piiii piiii piiii
no tiene sentido que lo diga
y cuando pare
—que sea pronto
va a pasar una moto y el humo
se va a escupir entrelazado al ronquido
débil, fuerte, débil, fuerte
—otra secuencia
una vez más
somos nosotros
una secuencia tras otra, irrefrenable.
Alguien que no conocí tuvo un sueño
lo repitió, lo repitió, lo repitió, lo repitió
y todo lo que se había creado
sucumbió al mecanismo.
No hay creación, ya no busques.
Este es un mundo de réplicas.
Aixa Rava
Aixa Rava nació en Río Grande, Tierra del Fuego, en 1982. Ha publicado sus poemas en antologías, como el Sexto Encuentro Literario Internacional (CEN Ediciones, 2005) y sus microrrelatos en la sección “Cuentos Pulgares” de la Revista eSe (Rosario, 2010). Desde 2013 colabora como redactora y cronista para Revista Kundra y para el portal cultural aires Digital. Es Profesora en Letras egresada de la UnCo (Neuquén) y Profesora de español como Lengua Extranjera por el Instituto de Enseñanza Superior N.º 28 “Olga Cossettini” (Rosario). Se desempeñó como docente de nivel medio hasta el año 2010, en el que decidió dedicarse por completo a la corrección de textos y a la escritura. Su primer libro de poemas, Barda (2014), forma parte de la colección Pippa Passes de la editorial Buenos Aires Poetry. Los poemas que presentamos pertenecen a su segundo libro de poemas La luz no se corta como el papel (2016).