miércoles, 24 de mayo de 2017

LENTAMENTE ME CASÉ CON ELLA





Lentamente me casé con ella.
Lenta y amargamente me casé con su amor.
Me casé con su cuerpo,
en el aburrimiento y el gozo,
lentamente fui a ella.
Lenta y resentidamente llegué a su cama.
Fui a su mesa
por hambre y por hábito,
fui a que me dieran de comer.
Lentamente me casé con ella,
sancionado por nadie,
con la bendición de nadie,
en nombre de nadie,
en medio de advertencias generalizadas,
en medio de la burla generalizada.
Fui a su fragancia
con las narices distendidas.
Fui a su codicia
con semilla para un niño.
Años para la llegada
y años en retirada.
Lentamente me casé con ella.
Lentamente me arrodillé.
Y ahora estamos heridos,
tan profundamente y tan bien,
que nadie puede hacernos daño
excepto la propia muerte.
Y a través de la totalidad del sueño de la muerte
me muevo con sus labios.
El sueño es una noche,
pero eterno es el beso.
Y lentamente voy a ella,
lentamente nos despojamos
de los ropajes de nuestras dudas
y lentamente nos desposamos.



EL AMOR ES UN FUEGO

El amor es un fuego.
Arde por todas partes.
Desfigura a todo el mundo.
Es la excusa que el mundo pone
por ser tan feo.



YA NO ME QUEDA TALENTO

Ya no me queda talento.
Ya no puedo escribir más poemas.
Ya podéis llamarme Len o Lennie,
como siempre habéis querido hacer.
Supongo que debería dejarlo,
pero los viejos hábitos persisten
y las mujeres no hacen más que empujarme a ello.
Antes de que me acuséis de que os aburro
(para vuestro definitivo triunfo y alivio)
acordaos de que ni vosotros ni yo
podemos hacer ya el amor,
y una vez más habéis disfrutado
de la compañía de mi alma.




Leonard Cohen (Montreal, Canadá, 1934 - Los Ángeles, E.E.U.U., 2016)


(Sin mención del traductor; edición no bilingüe)



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