La luna, en
el “espejo del tocador,
mira a un
millón de millas
(y tal vez,
con orgullo, hacia sí misma,
pero nunca,
nunca sonríe)
de
distancia, más allá del sueño, o
tal vez
duerma de día.
Por el
Universo desertado
le diría ella
que se fuera al infierno,
y
encontraría un cuerpo de agua
o un espejo
en el cual habitar.
Envuelve
entonces tu inquietud en telarañas
y arrójala
al pozo
a ese mundo
invertido
donde la
izquierda es siempre la derecha,
donde las
sombras son realmente el cuerpo,
donde
pasamos en vela las noches
y los cielos
son tan poco profundos
como
profundo es ahora
el mar, y tú
me amas.
CONVERSACIÓN
El tumulto
del corazón
sigue
haciendo preguntas.
Y luego se
detiene y empieza a responder
en el mismo
tono de voz.
Nadie
notaría la diferencia.
Nada
inocentes, estas conversaciones empiezan,
convocan
después a los sentidos
hacia sólo
la mitad de un sentido.
Y después,
no hay alternativa;
y después,
no hay sentido;
hasta que un
nombre
y todas sus
connotaciones
son lo
mismo.
Elizabeth Bishop (E.E.U.U.Worcester, 1911-Boston, 1979)
(Traducción: Ulalume González de León)
(UNAM, , México, 2009)
Pueden LEER su biografía en entrada anterior de la autora.
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