Transmutación
Camina por el sendero entre los árboles. Las copas se entrelazan sobre troncos altos. Se sienta en un banco. Se saca zapatos y medias. Los pies se desvían del sendero y pisan la tierra blanda. Percibe un murmullo ininteligible. Huele la frescura y la humedad. Se detiene. Su cuerpo sube lentamente. Encuentra un cielo despojado de nubes. Se vuelve sólido. Quieto. Las manos tiran de los brazos, extendiéndolos. Ve hojas verdes brotar una a una, como chispazos. Las ramas buscan copas donde entrelazarse. Los pies descalzos se apoyan en la tierra fresca. Los pies se alargan. Los dedos crecen. Atraviesan los grumos fríos con facilidad. Se instalan. Pies y dedos se endurecen. Abre las ramas-brazos para recibir la luz.
II
La noche se acerca. Hace cada vez más frío. Empiezan a caer copos blancos. Los copos resbalan por sus ramas. Caen cada vez más rápido. Un peso blanco lo doblega. Siente el frío en las hojas. Oye el ulular del viento. Su tronco va de un lado al otro. De un lado al otro. Los copos son una cortina densa. La tierra es cada vez más alta. Más fría. Más blanca. La sueña oscura y suave. Sus ramas se hunden. Las hojas se cierran.
III
EL sol refulge sobre sus ramas. Siente un calor húmedo. Dobla su copa y mira hacia abajo. Ve ardillas correr entre los árboles y trepar sobre su tronco. Siente pequeños tirones. Escucha ruidos amortiguados. Dobla su copa nuevamente. Lejos, sobre el colchón verde, ve castañas rodar aquí y allá. Rápidas, las ardillas bajan por su tronco, las levantan con las patas y se meten por el hueco entre sus raíces. Ya no las distingue, pero escucha un entrechocar de bolas de superficie sólida. Cada vez más bolas, como si las ardillas jugaran al billar. Oye ruidos sucesivos. Estacatos. Como si las ardillas jugaran a construir una torre. Más ruidos. Un castañetear de pezuñas. Después, solo el silencio.
Hongos
Una familia se muda a la casa. Acomodan los muebles. Ordenan cajones y roperos. Eligen lámparas. Todos los días cenan en el comedor. Cuando oscurece, las luces se encienden y los padres leen en silencio. En la primavera plantan un vástago de cerezo. Crecen los primeros pimpollos. Las primeras frutas.
Una segunda familia habita la casa. La cuna y la camita van al primer piso. Cada verano las cerezas son más abundantes y dulces. Poco a poco, los días se alargan y se vuelven cálidos. Surgen brotes y pimpollos. Los chicos esperan las cerezas con anticipación. Cuando las frutas maduran, corren hacia ellas y las arrancan de cuajo. Pero sus dientes se hunden. La madre las hace girar lentamente. La piel está herida.
El verano reaparece. Los chicos corren hacia el cerezo. Ven cientos de cerezas bajo las ramas con heridas en la piel. Madre e hijos se acercan al tronco. Lo observan. Está manchado de círculos negros. Las manos recorren la corteza, suaves y lentas. Palpan la blandura. En cuanto la palpan, el tronco vibra. El viento trae a sus oídos lo que parece un breve, casi imperceptible gemido.
(del libro "Árboles", Barnacle, 2024Envio de Alberto Cisnero)
Judith Filc
Judith Filc (Buenos Aires, 1962) recibió el Doctorado en literatura comparada y teoría literaria en la Universidad de Pennsylvania.Publicó los poemarios “Árboles” (2024), “Lo inesperado” (2023), “Fotos” (2022), “Año nuevo” (2021), “Lagos” (2020), “Vida en la tierra” (2015), “Resquicios” (2010), “El otro lado” (1998) y “Transducciones” (1985). Administra el blog Word Creation/Crear con palabras, donde publica sus traducciones al inglés de poesía hispanoamericana.
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