lunes, 23 de junio de 2025

PRIMITIVA AMERICANA

 


CANCIÓN DE OTOÑO

Otro año que se va, dejando por todas partes 
restos ricos, especiados: parras, hierbas,

frutos sin comer que se pudren entre lo húmedo 
de las sombras, elementales otra vez

en esta singular isla
del verano, este Ahora, que es ninguna parte

excepto bajo tierra, fermentándose 
en un castillo negro, subterráneo,

de invisible misterio - raíces, semillas cerradas 
corrientes de agua. Intento recordar

todo esto cuando la medida del tiempo
arde dolorosamente, por ejemplo cuando el otoño

se enciende por fin, bullicioso y como nosotros 
anhela quedarse - cómo todo vive, mutando

de una imagen brillante a otra, para siempre 
en esta tierra fugaz.



LAS GARZAS

Cuando el camino se cerró 
   definitivamente, 
     entre hojas resecas 
      y ramas caídas 
entre arbustos enredados, 
   seguí adelante. Al final 
     ya no pude
      resguardar mis brazos 
        de las espinas; pronto 
los mosquitos
     me notaron, transpirada 
       herida, y vinieron 
         girando, zumbantes.
           Así fue como terminé 
al borde de esta laguna: 
       oscura y vacía, excepto 
         por unos pocos
           despintados juncos 
allá por la ribera
    los cuales, al mirarlos bien, 
       se convirtieron en 
        tres garzas -
¡un baño
   de fuego blanco!
     Incluso medio dormidas 
       tenían fe en este mundo
         que las había creado 
           -inclinadas hacia el agua, 
           estoicas, seguras, 
         de acuerdo a la ley 
de su fe sin lógica, 
    desplegaron sus alas, 
      delicadas, para abrirse paso 
entre toda aquella oscuridad.



POEMA FRÍO

Frío.
Casi al filo. Casi 
insoportable. Las nubes 
se agolpan allá arriba, se condensan 
en el norte del oso polar.
Esta mañana parte-árboles 
sueño con sus huellas enormes, 
el sebo salvador.

Pienso en el verano, su fruta espléndida, 
flores entre bayas, hojas, 
las manos plenas de semillas.

Tal vez el frío sea esto, sea el tiempo 
en que medimos el amor que siempre tuvimos, en 
    secreto,
por nuestros propios huesos, el duro y filoso cuchillo 
    del amor
por este cálido río del yo, más allá de todo; tal vez 

signifique esto, belleza
del tiburón azul viajando hacia la torpeza de las focas.

En el tiempo de la nieve,
en el frío inmensurable,
nos hacemos crueles pero honestos; nos
mantenemos vivos,
si es que podemos, recogiendo uno tras otro 
los necesarios cuerpos de los otros, tantas 
flores aplastadas y rojas.



NOVIEMBRE

Noviembre, y entre miles de hojas dispersas,
las flores revientan en la oscuridad -
orquídeas, anémonas. Las abejas
las livan y yo también, para recolectar
su miel espiritual. Dócil y muda, pero suya
la certeza profunda de que también esta existencia
este sentido de bienestar, el florecer
del cuerpo físico - viaja
cerca del núcleo del milagro del que todo
es parte, y es tan buena como
un poema, una plegaria y también puede volver
luminoso cualquier rincón oscuro de la tierra.



EN EL BOSQUE BLACKWATER

Mirá, los árboles 
están convirtiendo 
sus cuerpos 
en pilares

de luz,
entregando su rico 
perfume a canela 
y plenitud,

los alargados pompones 
de las totoras
estallan y se alejan flotando sobre 
la espalda azul

de las lagunas, 
y cada laguna, 
no importa cuál es 
su nombre, es

innombrable ahora.
Cada año 
todo
lo que alguna vez
aprendí en mi vida 
me lleva de nuevo a esto: los fuegos 
y el río negro de la pérdida 
cuya otra orilla es

la salvación, 
cuyo sentido 
nunca nadie sabrá.
Para vivir en este mundo

tenés que ser capaz 
de tres cosas: 
amar lo que es mortal; 
abrazarlo

contra tus huesos sabiendo
que tu propia vida depende de esto;
y, cuando llegue el momento de soltarlo,
soltarlo.



LOS CIRUELOS

Tanta riqueza flotando
entre las ramas del verano y dentro

del cuerpo, ¡y arrastrada al interior 
de los cinco ríos! Desorden y asombro

inquietan tus pensamientos y tu corazón 
reclama descanso pero no

sucumbe, no hay nada
más prudente que inundarse los sentidos. El placer 

es un sabor antes
que cualquier otra cosa, y el cuerpo

puede vagar por horas devorando 
los momentos importantes. Escuchá,

la única forma
de atraer felicidad hacia tu mente es llevarla

primero al cuerpo, como 
pequeñas ciruelas salvajes.

(Del libro "Primitiva 
Americana",
Caleta Olivia,2024)
Mary Oliver 


(Traducción de Natalia Leiderman
y Patricio Foglia
-Edición no bilingüe-)


Mary Oliver nació y creció en Maple Hills Heights, un suburbio de Cleveland, Ohio, en 1935 y murió de cáncer en Florida, en 2019. Ella se retiraba de un hogar difícil a los bosques cercanos, donde construía chozas de ramas y pasto y escribía poemas.En la década de 1950, asistió a la Universidad Estatal de Ohio y al Vassar College, aunque sin llegar a graduarse. Vivió en Provincetown, Massachusetts durante más de cuarenta años.Como joven poeta, Oliver estuvo profundamente influenciada por Edna St. Vincent Millay y vivió brevemente en la casa de Millay, ayudando a Norma Millay a organizar los papeles de su hermana, tras su muerte. Su pareja, Molly Malone Cook, fue su agente literaria durante toda su vida. Contemporánea de Sylvia Plath y Anne Sexton, su obra recoge el tono de canto y celebración de la naturaleza en la línea de Walt Whitman o Thoreau. Se popularizó en el mercado de lectores estadounidenses con la obra American primitive, al recibir el premio Pulitzer en 1984.Sus últimos libros incluyen A Thousand Mornings (2012), Dog Songs (2013), Blue Horses (2014), Felicity (2015), Upstream: Selected Essays (2016) y Devotions: The Selected Poems of Mary Oliver (2017).Sus temas principales siguen siendo la intersección entre el mundo humano y el natural, así como los límites de la conciencia y el lenguaje humanos para articular dicho encuentro.

IMAGEN: Mary Oliver, photo by Molly Malone Cook

Pueden LEER más poemas en entradas anteriores. 



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