Si Él –en otro tiempo– nos hubiera plantado,
plantado como hierba de dunas, en el mar eterno,
creceríamos en pasturas tupidas,
como la lechuga crece en el huerto.
Aunque tengamos asuntos
que nos lleven más allá
de Su luz,
aunque bebamos el agua de cañerías
que se acerque muriendo
a nuestra boca, eternamente sedienta,
aunque caminemos por una calle
bajo la cual la tierra ha sido llevada al silencio
por un empedrado...
no debemos vender nuestro oído,
oh, nuestro oído no debemos vender.
También en el mercado,
en el cálculo del polvo,
más de uno da –rápidamente– un salto
sobre la cuerda de la nostalgia;
porque él escuchó algo,
dio el salto fuera del polvo
y sació su oído.
Apretad; oh, apretad –en el día de la destrucción–
a la tierra el oído que escucha,
y escucharéis, a través del sueño
escucharéis
cómo en la muerte
empieza la vida.
Nelly Sachs
(Versión de Javier Tubía)
Nelly Sachs nació en Berlín, Alemania, en 1891. Como refugiada, llegó a Suecia con su madre en 1940. Desde entonces vivió en Estocolmo y trabajó como escritora y traductora. Murió en 1970. En 1966 le fue concedido el Premio Nobel. Estudió música y danza y, desde muy joven, comenzó a escribir poesía. Tras su huida a Suecia en 1940, Sachs se dedicó al estudio del sueco y dedicó gran parte de su tiempo a traducir obras de poetas suecos como Gunnar Ekelöf, Johannes Edfelt y Karl Vennberg. La carrera de Nelly Sachs como poeta destacada comenzó tras su emigración, cuando tenía casi cincuenta años. Su primer volumen de poesía, In den Wohnungen des Todes (En las Casas de la Muerte), de 1947, crea un marco cósmico para el sufrimiento de su época, en particular el de los judíos. Aunque sus poemas están escritos en un estilo profundamente moderno, con abundantes metáforas lúcidas, también entonan el lenguaje profético del Antiguo Testamento.

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