Para que sepas, por si no lo sabes
si te entierran
antes que a mí, iré yo misma, pero
una vez que los darkies regresen a casa,
antes de que salgan los insomnes
a fumar entre las lápidas
y antes de que los corredores matinales
o las otras mujeres aparezcan.
Te alcanzaré con mi pala
de jardín y diversos utensilios de cocina,
y siendo de contextura robusta, abriré
tu cajón haciendo palanca —como
siempre lo hice, querido —rescatando un poco
de algo, como una mano —tu izquierda,
la que tiene el anillo y el temblor,
que debería soltarse con bastante dulzura a la altura
del pliegue de la articulación de la muñeca. Llevaré
su peso seco en mi regazo como si dormitaras
al lado de la radio. La calentaré a lo largo
de 3a línea de la vida hasta el ámbar oculto
de las uñas de los dedos. La apoyaré sobre su dorso
y acariciaré su palma. Apretaré las yemas
sobre mis párpados que arden y
ungiré su guante de piel hasta que brille
como madera vieja. Lo envolveré
en el perfumado pañuelo para milagros
de mi madre. Cuando tu anillo caiga limpio
y brille otra vez, enhebraré
los veintisiete tiernos huesos para que tintineen
sobre la piel debajo de mi blusa. Después,
si no sé nada de vos, abriré
las ventanas, dejaré que entre la lluvia. Viajaré, tal vez.
Aprenderé otro idioma. Seguiré adelante.
Tiffany Atkinson (Berlín, 1972; vive en Gales, Reino Unido, desde 1993)
(Traducción: Silvia Camerotto)
LOVE OF THE THE BONES
Just so you know, if you don't,
should you be signed into the ground
ahead of me, I'll come alone, but
once the Goth kids have gone home,
before the insomniacs come out
to smoke among the headstones
and before the morning joggers
or the other women come in state.
I'll reach you with my rabbiting
spade and sundry kitchen tools,
and being of robust build, prise
your casing open — as didn't I
always, love — salvage a little
something, like a hand — your left,
the one with the ring and the tremor,
which should disengage quite sweetly
at the distal wrist crease. I'll take
its dry weight in my lap as if you dozed
beside the radio. I'll warm it through
the life-line to the private ambers
of the fingernails. I'll lay it on its back
and stroke its palm. I'll press the finger-
pads against my smarting eyelids and
anoint its glove of skin until it gleams
right through like old wood. I'll wrap it
in my mother's scented handkerchief,
for miracles. When your ring falls clean
off and grows bright again, I'll thread
all twenty-seven tender bones to jiggle
at the skin beneath my blouse. After
that, if I don't hear from you, I'll open
windows, let the rain in. Travel, maybe.
Learn a different language. Move on.
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