jueves, 19 de febrero de 2015

102


















No había forma en el colectivo de que supiera, 
cuando vimos florecer los lapachos de Alberdi, 
si esa primera noche nuestra era el principio de algo. 
Estamos cansados, desayunamos jengibre y porro. 
En mayor o en menor medida conocemos la calle 
y es difícil que vayamos a confundir la parada. 
No había forma entonces de que yo 
cuando vos preguntabas podría tu hombro 
sostener mi cabeza, supiera que esa noche 
llamaría la hermana de mi gran amigo 
para avisar que él había muerto y al otro día 
irían a velarlo temprano en Caramuto. 
Envejecí en ese colectivo, observando la avenida, 
cuando Alejandro vivía y aún cabía pensar 
que quien respeta la pureza de las cosas 
busca más bien la desafección que el afecto. 
Envejecíamos pero no había forma de saberlo 
mientras vos decías cada año cuando florecen 
estos árboles me hacen acordar a la primera vez, 
no hay más que recuerdos de recuerdos, 
estamos bajando hacia el centro en colectivo, 
sin saber sí abrazarnos o si no, apenas 
preocupados por la hora y por las torres 
que impávidas remontan el cielo en la ciudad.



YPF

Me doy cuenta ahora que vuelven.
El viejo ese por ejemplo
visto a contratarde
buscando seña]
subido al capot de un Renault 12.
Esperando el agua caliente
me doy cuenta,
en esta dudosa YPF
de dos surtidores solos,
que no construyo recuerdos
desde que vos te fuiste.
Un viento se agita afuera.
El perro echado se sobresalta
y levanta la cabeza.
Por la ventanilla de una chata
una piba mira la ruta
simulando no saber
que yo la miro a ella.
Perra.
Mientras recibo el termo pienso:
sean bienvenidas
-partículas flotantes
cruzadas por el sol de un ventanal-
estas memorias opacando tu figura.



Bernardo Orge




Bernardo Orge. Cursa el Profesorado en Letras de la UNR. Participó en clínicas de poesía con Veronica Viola Fisher y con Daniel García Helder. Junto con Andrés Almasio y Ernesto Inouye editó en el año 2006 los pequeños libros de Ediciones ESO. Forma parte de Sonará Paraná, proyecto multisoporte que recibió un subsidio provincial para recopilar registros audiovisuales de la música del sur de Santa Fe y que se verá reflejado en un libro de crónicas. Escribió la novela corta Censo, de la cual imprime y cose algunos ejemplares.


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