jueves, 10 de marzo de 2016

PEQUEÑOS BOTES CRUZANDO LO NEGRO DEL RÍO



EN LA FOTO HAY UN CHICO

de la mano de una mujer no tan vieja:
ahí, todas las flores al mismo tiempo
se dan vuelta y posan para la cámara
en un lento desfile por el campito
sencillo, plano, sin más vueltas
que las redondeces de las hojas de trébol.
La mujer en la foto sonríe y parece festejar
cierta maravilla en las piernas del chico, firmes por primera vez.



HAY UN ECO QUE VUELVE DESDE EL AGUA Y REBOTA EN LAS PAREDES

como gorrión caído luchando por salir de la maceta
una centrífuga de frases dichas al pasar
que no siempre alcanzan la conversación
como si estuvieran ahí para armar por años
un rompecabezas y cada día una pieza nueva
llegara con el viento y la voz cambiada
casi un susurro, para perderse al fin
esfumarse, entre la niebla bajando
sobre pequeños botes que cruzan lo negro del río.



QUISIERA HABLARTE AHORA DE LA LLUVIA DE LOS DÍAS ANTERIORES

de cómo el árbol de jazmines resistió el peso de las gotas
una por una, sin chistar
aunque no se inunde como antes y el terror por el agua
no tenga ya, razón de ser
quisiera explicarte que no debés tener tanto miedo,
nunca más el río ha de llevarse tus juguetes ni los míos
vendrán muchos pájaros a cantar en tu ventana
y los dos nos quedaremos allí, oyéndolos.



ANDAMOS UN POCO PERDIDOS LOS DOS

buscando algo a los lados del terraplén, tal vez
un pañuelo caído que sirva como señal
un indicio de que todavía, realmente, estamos ahí
y ninguno de los dos se ha desintegrado en tierra cenicienta
como las cartas que no llegan a escribirse
o los recuerdos que al principio intentamos
atesorar y que al final se desvanecen
perdiendo sustancia, flotando en la nada de los días:
tiempo blanco, sin fin 
como la nieve atravesando el techo de los bosques
o una una luna enorme,  llena de agua, que anuncia la tormenta.



ME HE SENTADO A ESPERAR JUNTO A TU CAMA

el lugar donde tal vez quieras volver
aunque todo esté distinto ahora y tus vestidos
ya no se amontonen en el ropero
ni se escuche el silbato del afilador
a la mañana, temprano, con una música imprevista
como el verano recién llegado al patio, las islas
de luz haciéndose más anchas cada día
y tus flores recién cortadas
llenando los floreros de la casa donde crecimos
y vimos el agua entrar para llevárselo todo
y algunos años después, nos despedimos, junto a tu cama
mientras mirabas hacia arriba y el mundo se paraba
para no moverse nunca más.



A VECES OIGO UNA VOZ

que viene desde lo que algún día
fuera mi casa, como queriendo decirme un secreto
alguna cosita al oído, seguramente una pavada
de esas que los novios les dicen a las novias
acurrucados bajo el ruido de la lluvia, aquerenciados
palabras amadas que en mí no se borran
ni aún después de haber sido atrapada en el sueño
el más largo que puede haber.



AL FINAL, HABIÉNDOLE PEDIDO PERMISO A LAS NUBES

los que se van para ya no volver
han de soltar el último recuerdo, la última cosa
que se puede llegar a decir
para que se vaya a juntar con las conversaciones
de todos aquellos que esperan, al otro lado del río
como ramita partida que flota, buscando compañía
hacia la orilla.



ACASO TODO ESTO SOLO SEA

 la deriva de alguien que, finalmente vencido por el sueño
cae por casualidad en la parte más honda del río
y se deja arrastrar corriente abajo, abriéndose paso
por lugares donde siempre es de noche
sin poder imaginar lo cerca que está
de aquello que nunca pudo nombrar
confundido por el ritmo de su propia respiración
y el sonido de cipreses que se juntan
en la orilla para ver a los que viajan, a veces nadando
y otras veces arrollados por el vértigo del agua
desde una vigilia incierta, hasta un dormir sin tiempo ni lugar
presuntamente placentero, una luz que al final se desvanece
una luz a punto de apagarse, y nada más.




Martín Vázquez Grillé




Martín Vázquez Grillé. Poeta argentino, nacido en Buenos Aires, en 1976. Estudió Letras en la UBA y actualmente cursa la carrera de Historia, también en la UBA. Trabaja como docente de inglés y de español para extranjeros. En 1998 fue seleccionado para la Antología de Poetas del Ciclo Buenos Aires No Duerme, publicada por Eudeba y en 1999 publicó Tundra (poesía) en forma independiente. Tradujo a Mark Strand (The Continuous Life, Alfred A. Knopf, 1990), algunas de esas traducciones pueden leerse en No Retornable Vol 7. En 2011 fue seleccionado como Poeta Revelación en la 2da. Convocatoria de la Revista Plebella. Los poemas que presentamos pertenecen a su segundo libro: "Pequeños botes cruzando lo negro del río", publicado por Viajera insomne editora. 






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