El amor es una
prenda
que uno lleva
y que empieza a
adquirir
la forma de uno.
Tu ropa, tus
pantalones por ej. registraron tus arrugas, la forma
de tu
trasero
y yacen en el
suelo como si te los hubieses quitado con la
misma
prisa previa al sexo
minutos atrasada
a no sé qué trámite o trabajo. U otro (desliz).
U
otra
ternura tan
insustentable como ésta;
medias, molde y
forma de tus pies
colgando
exhaustas en la cama, observo
tus prendas e
imagino tus ojos
cuando las
selecciones verificando su calidad
en mercados,
ferias persas
o esas tiendas
de ropa americana que abundan
en los mercados
persas de la mente.
Y he visto a
nuestras madres cuando meten una mano en la
pierna de una pantimedia
y abren el puño
como si se fuera a romper
o examinan la
tersura de la prenda en la mejilla,
y comparan
precios y evocan colores, recuerdos,
la historia
futura o el inevitable desgaste, célebre
ternura
insustentable:
no cicatrices:
caricias del tiempo; la praxis
que
inevitablemente lisia:
toda página
expuesta prolongadamente al sol
ha de volverse
inevitablemente sepia
y las líneas
escritas no se borran
cuando se las
rehace en el recuerdo.
¿Cómo era la
tonada?; ah, sí:
el amor es una
prenda...
Germán Carrasco (Santiago de Chile,1971)
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