I
¿Es un concepto lo real? Entre el
silencio y los escombros
las palabras solo alcanzaron a
reflejar no poderlo todo.
El presagio cumplió su mandato
por los ríos, aquellos de
piel barrosa y de pausas que
agencian la cuerda colosal y
arrugada de la tez aguda y melancólica.
Nosotros y la piedad de escribir
lo que somos.
Dureza en la aurora y objetos por
las noches.
¿Hablar de lo que nos pasa es lo
real? Nos arrogamos lo
anterior de la aurora y toda la
construcción del sujeto,
sesgado e inmóvil. Rostro y río;
máscara como firmeza creada por
el aire que mueve
su pecho y que mira por espaldas
sumergidas
en el mudo modo de ofrecer
labios.
Hilachas guiadas por el ojo.
Fuego. Ver la mudez primera
en los bordes de llamas secas y
en las lloviznas de costado
que solo pueden acompañar estos
pasos breves.
La imagen rueda sobre el ruido, y
las cosas, al nombrarlas,
penetran en el fino respiro de la
niebla.
Dijimos problemas y adecuación de
la palabra; eso,
y risas cómplices de la
comunicación y ya no del mensaje
escrito. Música o instrumento no
ya libre que se impone a
la ilustración de ciertos
registros o la escritura de signos que
acompañan a la comunidad.
Lenguaje como función referencial
o como búsqueda de aquello que
dice mi gente. Lo decible que
sugiere el hoy; lo que tiene que
ser dicho y hace falta.
Configuración donde el espejo
habla y caracteriza el instante;
signo del lenguaje capaz de
percibir el momento por donde
pasan estas imágenes en la
intemperie. Es ahí donde se ponen
en un mismo plano el reflejo y lo
reflejado.
Lo intentamos decir con las
palabras y lo aturdimos en el silencio.
Bajarse del espejo y volver a ver
si la tiznada instancia
del segundo mirar acaricia lo
inútil de la noche en el día.
Respiración que rompe los muros
de la última pregunta,
aquella que rueda como pedazo
incidente, silencioso y arrugado.
Incidente como una carcajada que
comienza con la saliva
del amanecer en tanto morada de
las ruinas de la lluvia que mira
con ojos conocidos; silencio sin
ningún tipo de adjetivos;
y arrugado como los aplausos que
se le colocan al ojo cerca
de la inauguración de lo oscuro
del barro sin métrica.
Insanable sentencia. Así, el
fenómeno adquiere
un relieve sintáctico, semántico
y fónico.
¿O acaso lo real no reclama tales
características?
Los hechos, desgraciadamente,
tienen que respetar
procedimientos por fuera del día
a día y la plaza pública.
Así, el barro sin métrica intenta
ser academia y así, una
vez más, fallan las categorías y
la retórica poética.
En un lenguaje de intemperie,
esplendoroso,
el último seglar vendrá a sanear
el peticionario barboteo
como recado próspero que César
Vallejo hendió en su vaguada.
(Del libro
“Praxis”,
Ed.
Barnacle, 2020,
Envío
de Verónica Vega)
Lucas
Peralta
Lucas Peralta (Avellaneda, Pcia. de Buenos
Aires, 1977) Alfabetizador, Docente de Literatura, periodista y miembro del
colectivo de educadores populares del Bachillerato Popular Roca Negra. Becario
del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini en el Departamento de
Literatura y Sociedad. Publicó: “Raúl González Tuñón: Otras imágenes del verso,
Reflejo e invención” (en colaboración con Leonardo Candiano) en Por Tuñón, CCC
Ediciones, Buenos Aires, 2005; Boedo. Orígenes de una literatura militante.
Historia del primer movimiento cultural de la izquierda argentina. CCC
Ediciones, Buenos Aires, 2007; “La patria y la escritura. El compromiso
artístico y la militancia política. Literatura política y realidad argentina.
El caso Viñas”. En Imágenes, poéticas y voces en la literatura argentina: fundación
e itinerarios. Del Centenario al Bicentenario. CCC Ediciones y Fondo Nacional
de las Artes, Buenos Aires, 2010; y “Reunión”: Elementos y procedimientos en el
momento de contar la realidad. En Escenario móvil. Cuestiones de
representación. Susana Cella (Directora). Editorial de la Facultad de Filosofía
y Letras Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2012, Escombros (Barnacle,
2017) y Praxis (Barnacle, 2020.)
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