Para
cuando despiertes
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y vos dormís. La noche
es una suave barca
en algún muelle. Cierro
los ojos y prosigo
presintiendo tus márgenes
a través de la colcha
con mi mano desnuda.
Mañana, rosa china,
de nuevo te abrirás.
Magia simpática
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en el pulóver. Vos
estás en la cocina
ahora y escuchamos
una música triste.
Estás un poco aquí
y con un coliflor
allá —suena el cuchillo—
entre tus frías manos.
Te di mate tres veces;
quizá con ciertas magias
retocemos de nuevo.
Sabés que no
El amor, que se gasta
como todas las cosas,
¿es una cosa? ¿Puedo
llevarlo en el bolsillo
para después tirarlo,
cuando moleste? ¿Puedo
decir que ya no sos
lo que me viene bien?
¿Puedo, luna, extirparte
de mi yo como un quiste?
Gratuidades
A veces los poetas escriben acertijos
sin solución y lanzan
su desafío al mundo.
A veces las mañanas
brillan sin pretenderlo
y tienen un perfume
que siempre anhelarás
Los
cuerpos de la física
Los objetos, sin prisa
ni pausa —la mirada
los recorre—, mantienen
su ser en la fijeza
impávida que les
es más propia. Mis manos
podrían, iracundas,
destrozarlos, hundirlos
en lo oscuro. Se da
que escribo, que me doblo
ante el papel, y sale
elevar la mirada
cada tanto y sentir
un vaso, un carillón,
una reja: un segundo
de eternidad inmóvil.
(del
libro Lizard y otros poemas, Barnacle,
2020, envío de Verónica
Vega)
Pablo seguí, poeta cordobés (1973. Entre los 8 y los 17 años
estudió violín, para luego volcarse hacia la poesía. Ha publicado los
siguientes libros: Los nombres de la amada (Alción, 1999), Claves y armaduras
(Foja/Cero, 2005), Naturaleza muerta (El Copista, 2011),Otro verano y éste
(Barnacle, 2017), Animal de bien (Barnacle, 2018), Noción de ritmo (Barnacle,
2019) y Lizard (Barnacle, 2020). Desde hace varios años ya publica sus poemas
en sucesivos blogs, entre los cuales figuran: El tren y la mujer que llena el
cielo, La lección de piano, El bakelita, Por el jornal, Crocante de seco y el
actual, Voces en La Babía.
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