la cruz y el cordero en el mapa
que comienza a enharinar la
masa de luz que ha fabricado, y la dejará leudando al calor de la media mañana;
que ya amasó, suficientemente, la luz de la que se fue haciendo a sí mismo,
como un dios que estuviera de balde
todo ese tiempo sin más tarea que solazarse frente al espejo;
que los pájaros, que se
refugian de la inclemencia luminosa, escondiéndose, bajo las ramas más pobladas
de hojas, lo anuncien, como siempre, con ese plato enlozado, ordinario, de una
vez por todas, que es el gorjeo matinal de los gorriones, cayendo sobre los
techos sin ningún orden;
que se dibuja, tal como
sucede en esos viejos mapas que servían para buscar tesoros que nadie jamás
encontraba; una Cruz, un símbolo duradero, más duradero aún cuando sobre ella
aparece —como recién hecho— un cordero, teñido de sangre;
que podría decirse que se
trata de un cordero encarnado, eso que vemos,
y aún así no sería exacto,
digamos entonces, y al fin, que se trata de un cordero, simplemente
rojo-bermellón-colorado, algo así, de fábula;
que esa Cruz indica el
punto de partida, porque el viaje que nos llevará, y este es el momento, y no
das flores;
que de la sustancia de la
luz de la mañana se fue hinchando su propia panza traslúcida hasta hacerse
barriga abominable
ya sabes
las cosas que son, tienen
siempre un inicio: dan flores;
un nacimiento, un punto de
partida, un corporizarse, una clave de sol, una cierta magia, una costura, un añarakó[1];
sí, un canal
las cosas que son, tienen
siempre un inicio: dan flores;
son engendradas, quitadas
de una galera, caídas de la manga,
son
un deslizarse desde un
adentro a otro adentro, y así, sucesivamente, hasta el mar último último primero[2];
no sé en qué adentro
estamos ahora,
pero los puntos cardinales aquí son
sólo tres, el Sur y el Norte[3].
Se divisan además un Atrás y un Adelante, ¿adónde iré?
¿adónde ir con tanta luz;
sin flores?;
no estás sentado en el
mangal y no das flores
no marca el reloj las cinco
y treinta de la mañana y no das flores
ya todo hace más de una
hora y no das flores
Tierra de nadie
la campanilla del almuerzo sus tintineos : tierra de nadie :
un país no pensado
y apenas se nubla porque
las patas de la luz son flacas :
ocurre cuando un gato habla
o si un hombre desfila desnudo en una calabaza
un cochero la recoge y se
la lleva para el almuerzo : tierra de
nadie :
si un lobo
si una bondadosa mujer
si una casa de chocolate
si unas migas de pan
si un sombrerero
si un erizo viene para la
pascua
de cualquier modo el
almuerzo es tierra de nadie
la campanilla del almuerzo sus tintineos : tierra de nadie :
un país no pensado
y apenas se nubla porque
las patas de la luz son flacas :
ocurre cuando dos hermanos
se van a matar
de cualquier modo el
almuerzo es de nadie
una extensa tierra
pero
donde entra el cordero
no no no no no no
los corderos no entran,
saltan la cerca
un conejo y un clavicordio
también saltan la cerca - - - pero al unísono
el clavicordio cae primero
la cerca es, convengamos,
objetivamente : tierra de nadie
como el almuerzo : igual pero diferente
detrás de la cerca o en el
almuerzo :
en él
pueden instalarse
fábricas de pan chinés
envasadoras de arroz chinés
talleres de ojos de vidrio
chinés
mercaderes de diversa
índole
comerciantes cuyos lemas
están escritos sobre cartón
es obvio que el almuerzo es
una frontera y queda claro
que los corderos saltan la
cerca
eran dos hermanos
se van a matar
pedazo de animal
sé del atajo donde no te
han emboscado
sé de la máscara de raíz de
timbó y el cordero juega con fuego
sobre el muro como un huevo
a punto de ser cascado
el cordero: kambacito sí, despertar es como nacer y
no tienes referencias
sí el cordero puesto en una
mesa
el cordero sacrificado como dios manda en pedacitos
viaje que puede ser
apenas sueño porque corderos rojos así sí
y el cordero
en el altar y sin
sacrificio alguno figura y rey y astro
del aire en su vuelo
magnífico
y el cordero
no salta sino despierta y
quizá dibujo cronometrado lleno de máculas
y el cordero heridas de
colores increíbles no sólo rojo
despierta o nace
pero se mete en el espejo y
su contracara el derecho es el izquierdo
y el león ruge pero no
muerde
y el cordero grageomán es un ratoncito a su
lado
lo lleva sobre su lomo y el
cordero y en cada historia
siempre hay uno y siempre
rojo y siempre se clava como un haz de agujas cada vellón de su lana y el
cordero imposible detenerse ni
bueno ni malo
chupamedias sí como todos
sabemos lame las botas al gigante del cuento
y el de piel de asno
escondido en un pastel y el cordero
oveja negra a pesar de los
parlantes huevos sobre la muralla entre monstruos y ogresas y hadas
y damiselas finas que
cortejan a los príncipes como antes
y el cordero zángano a
punto de ser descabezado y no aguanta
ni un rasguño de cheshire
nace o despierta abre los ojos pero no se sabe :
no se sabe no se sabe
no se sabe, te digo :
¡pedazo de animal!
(del libro homónimo,inédito,
versión definitiva, 2006,
cortesía del autor)
Jorge Montesino
Hoy por hoy básicamente es escritor y
narrador oral escénico. Aunque ha ejercido como profesor universitario,
tallerista, editor, vocalista y gestor cultural y poeta, entre otras actividades. Hace
nueve años que no edita en papel y durante ese tiempo ha ido acumulando una
gran cantidad de textos. Alguna vez publicó. Su primer libro es de 1991: Rojo de vapor y otros poemas, se
destacan además, en poesía Malúrinvé
de 1996, La espuma o el recurso de lo
efímero de 1999 y Los pies sobre la
tierra floja de 2001, pero según él, el libro Un cordero rojo que en el verde campo bala es su mejor libro de
poemas, aunque se mantiene inédito desde el 2002. También editó Leyendas y creencias populares del Paraguay,
cuya primera edición es de 2004 y ya lleva cuatro ediciones, la novela breve Tré la tré María de 2007, reeditada en
2010 en Argentina por Babel y en 2016 en Paraguay por Servilibro, y su última
publicación, un pequeño libro de prosa poética Épica del infierno y los roedores, una especie de punk
post-apocalíptico, editado en Uruguay en el año 2011. Está trabajando en cinco novelas: La banda de los muertos; Los cazadores de miel; Las tumbas; Pueblo fantasma y El compositor de caballos. Nació en 1962 en
Concepción del Uruguay, Entre Ríos, Argentina. Eligió ser paraguayo y, según sus propias
palabras, es el único paraguayo nacido en Entre Ríos.
[1] Añarako (Añarakó): Literalmente “la
concha del diablo” o, si atendemos a la locución: “la concha de la diabla”.
[2] Último último primero: Traducción de la frase mbya guaraní “Ñande Ru Papa Tenondé”
(“Nuestro Padre último último primero”)
, primer verso del Capítulo I del Ayvu Rapyta, libro que recoge los cantos sagrados de esa parcialidad,
cuya colecta y traducción
pertenecen al
antropólogo paraguayo León Cadogan.
[3] Los puntos cardinales son tres el Sur y el Norte: Expresión proveniente de la frase “Los cuatro puntos cardinales
son tres el Sur y el Norte” del Prefacio
de Altazor del poeta chileno Vicente
Huidobro.
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