LAS COSAS
SIMPLES
Yo no planteo una fórmula, yo sólo digo
lo que siento,
aquellas cosas simples que me hacen
feliz. Soy en esto
parecido
al doctor Frankenstein, que
buscando la vida en las cosas
muertas
encontró que la muerte se iba comiendo a
sus seres queridos
y que todo lo que había aborrecido -que
la vida se acababa con
la muerte- él habíalo creado de la nada.
Y notaba que su consuelo era que se había
equivocado
como un tonto.
Y él repetíase constantemente a sí mismo:
Sólo digo lo primero que se me viene a la
cabeza.
ORACIÓN
FENICIA
Cerrajero de los asfódelos, oh
tú que atesoras la adormidera
y que coordinas los ensalmos a
los atropellados triángulos
isósceles,
no conoces mayor regocijo que la
multiplicidad de los desvíos.
Vas por todas las barreras
buscando a Sinthia
en el surco que dejan los
mohines.
En el eco torpe de unos labios
que todavía no conocen abrirse.
LOS AFANES
Ahora los tirabuzones están allí detenidos,
multicolores, en el amorfo
arcoiris que se mueve.
Los ríos me despiertan; el abejorro baila
adolescente
por el aire.
Manzanares, hay un jardín mustio de invierno.
Banquitos de mármol gris perla, el musgo que se
empina
sobre los arbustos abichados.
Mi padre es el silencio y el desvarío. En el recodo
del
viento, junto a la olla y el cisne.
Porque su nodriza le pide siempre el llanto de
otoño
las ramas se balancean como la turquesa de miradas
lascivas.
Qué poco que producen a media tarde los arbustos.
Cuando el gris crepúsculo con sus granitos sobre el
cerezo cae en cámara lenta.
Un último violeta se lleva los afanes.
Hay un vínculo anal provisorio,
como retraído en sí mismo,
en la imagen opaca del tótem.
Lo que se ofrece se dispersa
a la vez en la interioridad vacía.
Platos voladores de cerámica
sobrevuelan la vajilla,
si fuéramos caminos ideales.
(Tomados del
libro: LalaMatic
y otros versos,
Caleta
Olivia, 2019)
Sebastián Bianchi (Buenos Aires, Argentina, 1966)
(LEER la biografía del autor, en entrada anterior.
Nota del Administrador)
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