Corónate,
juventud, de una hoja más agudaSaint-John Perse
Hasta nosotros la infancia de los metales raros,
la muchedumbre de la plata que nos pudre en su espuma,
su larga espuma larga como una cinta que naciera en un
cuaderno de Back el Joven
Y viniera a morir aquí,
en las aves que anidan en los discos,
mientras Rainer María ya no es tan joven como en la
página 38,
no es ni siquiera un joven muerto,
un infante difunto sin pavana,
y yo lo sé,
y no desfallecemos entre sexos cerrados como libros
cerrados,
pero desfallecemos,
yo me desmayo,
tú te desvaneces,
él siente un ligero mareo sin llegar a la náusea
escrita o no escrita.
Ay, bostezamos ante tazas de azul de metileno,
aspiramos con aire distante el amoníaco,
nos hastiamos frente al alto sonido del vitriolo,
nos coronamos de veronal,
pues no encontramos hoja más aguda.
Mi hermano busca el cetro de mil alas de Heliogábalo,
aquellos niños prefieren la tiara papel,
y estos pequeños cíclopes enfermos del pulmón
que bajan de autobuses o de la marihuana,
y son hermosos como hermafroditas,
se coronan con cipreses de silos color vino:
no han encontrado un árbol más agudo.
Pero qué más da, el vaivén de sus cuerpos es vano y
terrible,
y en absoluto excesiva la droga seria que se teje en la
sangre,
las inyecciones de grave savia,
el hierro y el mercurio en las arterias haciendo de
armadura y filtro,
el casco negro y la zarza negra de ningún caballero andante.
Como en mi medieval historia,
cuando ardían las piedras colegiales
para las brechas en la frente
y el cuerpo me dotaba de opio recién nacido,
la hora propia nos confunde,
nos hace himnos o hijos del antiguo caballo mitológico
y de una niña triste con la vena extendida,
de una aguja levantada por nieve increíble,
por amarillo de palomas persas:
hablemos de los caballos padres,
hagamos alusión a los cascos secretos que nos darán la paz
y a las bridas ningunas,
a las futuras crines delicadamente angustiadas,
hablemos de los caballos padres que nos traerán la
muerte y de la luna de anfetamina,
hablemos de la vena madre que nos traerá la dicha del fin,
hablemos de la virgen bebida extrema,
no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura
que posee a los hombres en los parques y ordena,
sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como
diadema suma
con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del
mundo.
(Envío de Miguel Ángel
Federik)
Blanca Andreu
Blanca Andreu. Nació en el año 1959, en La Coruña. A los 20 años, dejó
Oribuela (Alicante), donde residía para dirigirse a Madrid, donde inició su
carrera literaria. Contrajo matrimonio con el ingeniero y novelista Juan Benet,
quien falleció en 1993. Este hecho la hizo regresar a La Coruña. Preocupada por
los aspectos lingüísticos formales, de corte individualista y autónoma, su obra
tiene influencia del surrealismo. Se orienta a expresar su pensamiento en forma
libre y no atada a estilos preexistentes. Con lenguaje culto y metafórico, sus
creaciones fueron premiadas en numerosas oportunidades. Recibió el premio
"Adonais" en 1980, por su obra "De una niña de provincias que se
vino a vivir en un Chagall". El "Premio de Cuentos Gabriel
Miró", lo recibió en 1981 por su prosa breve. Por "Báculo de
Babel", un año más tarde, recibió el "Premio Mundial de Poesía Mística
Fernando Rielo". Ese año fue galardonada con el "Ícaro de
Literatura", instituido por el "Diario 16" a nuevos creadores.
En el año 2001, obtuvo el "Premio Internacional de Poesía Laureá
Mela" por "La tierra es transparente" También publicó
"Libro de las bestias. Primer fisiólogo", "Capitán
Elphistone" (1988) y "El sueño oscuro", que apareció en 1994,
reuniendo "De una niña de provincias que se vino a vivir en un
Chagall", "El báculo de Babel" y "capitán Elphistone".
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