lunes, 13 de marzo de 2023

"HAY UNA DECADENCIA GENERAL DE LA CRÍTICA"

 


 El escritor español Ignacio Echevarría reflexiona sobre una disciplina que parece haber perdido la función central que alguna vez tuvo en la cultura.


Por Pablo Gianera -Fuente: ADN, 2008.

La crítica suele ocuparse de objetos diversos pero rara vez es tratada como objeto en sí misma, como si al hablar sobre otros no fuera digna de que se hablara sobre ella. De visita en Buenos Aires para dictar una serie de conferencias el español Ignacio Echevarría, crítico literario de El País de Madrid durante quince años, defiende en cambio la crítica como objeto de reflexión y la autonomía del oficio frente al periodismo. "Aunque se incumpla", dice con voz veloz, "la ética del periodismo tiene la exigencia de la información imparcial. El crítico, en cambio, no está obligado a eso. El periodista cultural es actualmente una figura residual de la del crítico literario".

Echevarría trabajó también en la edición de textos ajenos; sobre todo, se ocupó de cuidar la obra póstuma de Roberto Bolaño ( 2666 , El secreto del mal y La Universidad Desconocida ). "Yo creo que todo lo que está escrito es susceptible de ser publicado", responde a las objeciones que suscitó la publicación de esos libros que Bolaño no llegó a dar a la imprenta. "Hay una vulgata psicoanalítica que concede más prestigio al secreto que a lo expuesto, pero la perversión no está en el acto de publicación sino en la mirada, en pensar en que porque el autor no lo publicó había allí algo oculto". Bien vista, esta tarea de custodia, más secreta y menos pasajera que la de la recensión urgente, podría pensarse como una actividad vicaria de la crítica, en la medida en que también separa y ordena la circulación de los textos.

-¿Hay un repliegue de la figura del crítico?

-Absolutamente. Hay una decadencia general de la crítica. Se ha perdido el lugar del crítico hegemónico que ejercía una función pública útil, la función de un baremo. Frente a la diversidad de los productos culturales, el crítico debería tender una red amplia de significaciones. La crítica conecta el hecho literario con otras vivencias del lector. Una buena manera de definir la crítica mediática es hacerlo en términos de una política de la recepción.

-Los best sellers no suelen ser comentados en los suplementos culturales y los libros que se comentan no necesariamente se venden más. ¿Cuál es el origen de ese divorcio entre la crítica y el mercado?

-Estamos de acuerdo en que el lugar de la crítica frente al mercado es residual. Pero ese lugar, bien aprovechado, puede orientar el mercado. Creo que hay una franja de perplejidad: el mercado no sabe lo que quiere, siempre está a la zaga de los hechos. La crítica trabaja en esa grieta, y aunque no influya en las listas de venta, sigue siendo influyente en quienes escriben los libros, en quienes hablan de ellos. La crítica supone uno de los mecanismos de consagración. Me parece que es un dato optimista. Pero para sobrevivir la crítica debería no solo explotar esa grieta sino también reconsiderar el objeto del que se ocupa y ver si, para captar un público lector más amplio, no debería ocuparse, con su instrumental, no con el del mercado, de esos productos menores que acaparan más significación pública.

-¿Cómo ve el hecho de que narradores y poetas ejerzan la actividad crítica y, eventualmente, comenten libros de colegas?

-Diría que lo veo con enorme reserva y hasta con suspicacia, aun a sabiendas de que es un tipo de suspicacia que admite ser tachada de corporativa. Ahora bien, tampoco puede ocultarse que la crítica más memorable, aquella que seguimos leyendo, es la que han hecho los escritores. Leemos a T. S. Eliot y a Borges como críticos. El escritor ampara la crítica. Habría que considerar incluso la importancia enorme que tuvo la crítica militante de los propios escritores. Las vanguardias ejercían la crítica para abrir el espacio en el cual meter su obra. La situación actual es distinta: el escritor que no vive de sus libros debe hacer crítica para ganarse la vida.Esos escritores suelen trabajar de modo muy descomprometido, muy atentos a no perturbar el sistema.

-Si las críticas que se leen son las de los escritores, ¿no es un poco nostálgica la actividad del crítico a secas, hundido en el presente y privado de cualquier posteridad?

-La crítica construye posteridades pero está ella misma excluida de la posteridad. El crítico es el Moisés que lleva el texto a la tierra prometida y luego se queda afuera.


Ignacio Echevarría Pérez (Barcelona, 1960) 



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