Que no todo sea una neblina
concentrar, escribir
contar algunos episodios
porque la vida de uno es única.
Mi infancia en el sur del país, por ejemplo,
me distinguía de las personas de la ciudad usaba esa estrategia
simple como carta de presentación.
Una vez escribí: la última vez que dejé el lugar
las flores estaban congeladas,
ni bien empieza la primavera el invierno se alarga
como dos amantes encontrados una vez al año.
Y esta frase no quiere decir mucho más que
algo pasa, algo pasó en el medio,
y ahora no tengo paisaje,
o voy a decir ¿no tengo lugar?
Mientras tanto, las estaciones siguen su curso
y se entienden más que las personas.
Puede aparecer una neblina a la mañana,
pero a la tarde que aparezca el sol por favor.
Los pájaros parecen separados unos de otros
pero los unen las estaciones y se cuidan entre ellos en el invierno
diciéndose dónde hay comida, meten el pico en la nieve
comen algo, se sacuden el polvo de las plumas
la nieve de las patas y vuelven a volar.
Esto es exactamente lo que imaginé
lo que te dije hoy tirada en la cama
quiero empezar todo de cero
pero... ¿por qué hablo como si estuviera en Rusia
cuando vivo en una falsa estepa?
Tengo un bosque en la mente. Donde hay edificios veo arboles.
En ciudades calurosas como ésta nieva cada cien años
no se puede estar escribiendo de nieve, árboles, tierra.
Cristales de hielo estudiados por Wilson
Las estalactitas en el invierno cuelgan
cuando hace mucho frío no gotean
son transparentes de noche, de día brillan.
Vos estás invisible, informa el recuadro del chat
volverse visible dice la otra opción.
A veces son tan largas que unen el
suelo con los techos.
Una vez patinamos sobre el hielo
de la Laguna Fantasma en el km 14,
el hielo nos dejó el cuerpo firme, varios colores:
la cara blanca, las manos rojas, los labios morados,
como cuando me hundí en otra laguna, El Trébol
y me sacaron de abajo.
En el centro de la ciudad había un cisne tallado en hielo
no se derretía porque hacia frío
y los nenes jugaban a que fumaban tirando vapor por la boca.
Un día cayó hielo como piedras
era un día que hacía calor en la ciudad,
vos agarraste una piedra y la guardaste como un talismán.
(de "Falsa estepa";
Gog y Magog, 2011)
María Paz Levinson
María Paz Levinson nació en 1978 en San Carlos de Bariloche. Publicó Ojos o Luces (1999), Blume (2001) y una traducción de El Bailarín de Hilda Doolittle (2000) en Ediciones del Diego, Un catálogo de todo lo que hay (2006) en Gog y Magog, Cartas a Cactus, Ediciones Belleza y Felicidad (2008) y dos ediciones de autor: Estancia y El modo del sueño (ambos en el 2009). Actualmente reside en Capital Federal donde estudió Letras (U.B.A.) y trabaja como sommelier. Administró el blog www.inventariodeunavitrina.blogspot.com y actualmentewww.ocurrecadatanto. tumblr.com junto con la fotografa Ana Armendáriz.
PUEDEN leer más datos biográficos y poemas en entradas anteriores de la autora (N. del A.)
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