jueves, 4 de diciembre de 2025

CUADERNO ABIERTO

 



Marina

El grito de la gaviota,
en la medianoche de invierno,
eriza la atención
sonámbula,

                    y el ojo ve
de súbito, su hora: acantilado, espina.
(Y sombra,

en la memoria -que te pierde, como
un mar sus islas.)



Allá en el fondo,
como una madre o una muerte,
la montaña nevada;
y a su lado,
las hojas nuevas de los árboles, labios
de balbuceo y aleluya...

Sube,
hablando a solas,
despidiéndose.


Alejandro Nicotra (Argentina, Córdoba, Sampacho, 1931,2024)

Pueden LEER más poemas y biografía en entradas anteriores.




martes, 2 de diciembre de 2025

MUCHOS POEMAS


Piedras

Había unas piedras
grandes y bestias
en un camino
en la montaña
las piedras son tan duras
que no necesitan piel
aunque el agua les imprime
una piel suave
y el viento
cierta piel de gallina
a la sombra son frías
y son calientes al sol
hay una con forma de zapato
o de cabeza de perro
y otra con forma de sapo
que es una de las formas más comunes
entre las piedras
un árbol creció sobre una piedra
se adhirió a ella
tomó su exacta forma
la raíz no podía penetrar
como en la tierra
era un árbol que vivía de la lluvia
o del aire
o del amor a su piedra.



Fronda

Hay plantas
que ponen toda su fuerza
en la raíz
otras en dar hojas
o crecer para arriba
yo sería de las que se van en hojas
muy desarrollada a simple vista
pero cualquier vientito y chau.



Vestidos

Creo que el vestido 
es la mejor vestimenta 
para el espíritu 
y más si es liviano 
largo 
lánguido 
hay vestidos 
que son espíritus 
ellos mismos.



Romántico

Alguien arrojó una flor
a los pies del banco
en el que me iba a sentar yo
me tiro en el banco
iguales las dos
arrojadas
por un sueño de amor.



Cuerpo humano

Con una piel 
más suave 
que cualquier tela 
desnuda 
al aire
la belleza animal 
la diferencia 
en la igualdad 
lo que por siglos 
se intentó tapar 
esta perfecta 
simplicidad.



Sinfonía

Sinfonía de la naturaleza 
¿bajo qué música vivimos? 
bajo la música de los que cantan 
y de los que hacen sonidos 
al moverse
los que no se mueven ni cantan 
hacen la base 
con sus latidos.



Arroyo

Camino por al lado del arroyo y pienso 
que quisiera ser como él 
tener una vida 
siempre igual
aunque con sus variaciones 
puede ser correntoso 
o estancado 
un hilito de agua 
y siempre es el mismo 
con la misma elegancia 
con la misma seguridad 
hay gente así.



Si alguien te lleva de la mano

Si alguien te lleva de la mano 
te das cuenta
de que la mano tiene corazón
dos manos juntas
se entienden más
que todas las personas
que todos los seres
están juntas
completamente
si alguien te lleva de la mano
solo la mano vive
el resto del cuerpo
está desmayado
la mente duerme
y vas
como un barrilete
a cualquier lugar
que siempre te sorprende.


(Del libro homónimo,
Edic.Neutrinos, 2021)

Roberta Iannamico



Roberta Iannamico nació en Bahía Blanca en 1972. Actualmente vive en Villa Ventana, provincia de Buenos Aires. Publicó los libros de poesía El zorro gris y el zorro blanco, el zorro colorado (vox, 1998), Mamushkas (vox, 2000), El collar de fideos (vox, 2001), Tendal (del Diego, 2011), Celeste perfecto (Crudo, 2003), Dantesco (vox, 2006), Muchos poemas (Voy a salir y si me hiere un rayo, 2008; Neutrinos, 2017), La medialuna (Belleza y Felicidad, 2010), El día nuevo (autoedición, 2013), Nomeolvides (vox, 2015) y Qué lindo (Zindo y Gafuri, 2015). Es autora de libros de literatura infantil, adaptaciones de cuentos clásicos infantiles y textos escolares para docentes y alumnos de escuela primaria. Es cantautora y coordina talleres de poesía y de composición de canciones para niños y adultos. Codirige la Editorial Maravilla.


Fotografía: Perfil del Face de la autora. 

Pueden LEER más poemas en entradas anteriores. 



domingo, 30 de noviembre de 2025

PARA EL LADO DE LAS COSAS SAGRADAS (2009)


Leíamos en la Biblia



Cuando te toca el agua (los dedos o los labios) te convertís en agua.
Cuando te toca la sopa (los labios o el pecho, con su talón al rojo)
te convertís en pan (un pan negro
lleno de hormigas
que van hacia el desierto...).


*

Pisá el agua y andá en patas por su ribera, 
recogiendo flores para los demás.

*

Mirá la piedra de donde fuiste cortado.
Mirá la caverna de la fosa de donde fuiste arrancado. 
El desierto como paraíso, 
y la soledad como huerto.

Bailando en las brasas, 
bailando en las brasas,

pero pisando el agua, 
apoyando la planta entera 
para grabar su orden líquido 
en la raíz.


*
El silencio de un mundo sin crear.
Nuestra vida es humilde porque existe el azar. 
El dolor es puro,
para el lado de las cosas sagradas.



APARICIÓN

(Fragmentos)



La música abollada de la campana.

Una sombra de laurel en cada plato, Ceferino.

¡Ceferino! Tu madre es un cordero en un pozo a la que dejaste agonizar
en el parto.

¡Ceferino! Tu madre tiene un cuello de cristal en el útero.

La hoja de laurel que dejo junto al plato tiene el peso de un bosque, frío, la luz. Es una huella donde apoyar la mirada para que no te quedes mirando el plato vacío. Eso es lo que había para vos. Un pan viejo, un vaso de agua. Un poco de miel. Té en la noche. Y el peso del olvido sobre lo que queda de tus huesos. El arca rota de la memoria con una deriva perfecta: la de hundirse...

Yo tengo el duro ejercicio de recordar tu nombre. De soplarlo al oído, en la noche. La brisa del sueño es áspera, tiene murmullos de viejas antiguas que te desearon con ardor silencioso. Esa brisa también recoge de mi boca tu nombre y lo esparce. Te encontré en el centro del silencio, en
un ayuno.

Tenías el peso de unas plumas apenas. Descansabas hacía mucho. Tus
huevos se habían ahuecado, y habían formado dos colmenas de miel. ¡Eso! ¡Llenas de abejas!


*  

Esta es la historia 
de la aparición

de un Cristo loco,
(sueño y horror!!)

eran las navidades,
las navidades en San Miguel,

apareció una sombra 
por los platos,

bajo el agua tibia 
de los caldos y del vino, 
del agua (Ceferino) 
y de los huesos.


*

Una mala memoria está escrita con alaridos.


*

Este Cristo,
cuando mi padre lo entraba, 
dijo: poneme un nombre nuevo.

Y se desplomó.

De sueño.

De agonía.

Y le puso Ceferino.

Y ya era Ceferino.

Pero esa noche alcanzó a soñar unos segundos. Y fue muy leve.

Soñó que era una pluma...
Cayendo 
por un hueco.
Una pluma 
de pichón
por el hueco del ascensor.
El hueco de un ascensor soñado en la casa del campo, en el eco de una lejanía: las civilizaciones chocando en el aire. El rugido de dos leones chocando en el aire. Los cristianos contra el muro. El rugido contra el muro. Dijo: “si todo explota yo salvo las campanas”.



¿Quién lava su pelo en el río?

(¿O lava al río con sus pies?)

Aguas mansas
que llegan secas a sus pies,
y se mojan en la tarde,
al pie de un sauce, recobran el agua
del llorón. Así son las aguas
del diluvio, preservan el calor, el vapor amargo
en la superficie, un bracito
del Paraná por el curso del arroyo
hasta San Miguel,
donde está extendido su callo
de mortaja. En una casa blanca.

*

La fuerza
del roble que no pueden voltear

La fe de un paraíso talado, de un sauce llorón talado, 
de un quebracho talado,

las raíces rotas:
las alas rotas del hornero,

la tierra en su ancho talón


*

A los tres días todo parecía natural, Ceferino. Apareciste.

Ningún nombre se sostiene en el tiempo, pronto te llamarán Sixto, Juan, pensé.

Rozarse los bordes hacia el imán de la boca que Nombra.

La respiración de Ceferino proviene de su mirada: vio todo.

Vio bajo el agua.

Vio entre el fuego.

Oyó también los gemidos, los llantos y el placer.


*

Porque todo se imantó, 
y las colillas mismas del sueño 
rajaron hacia La Fuerza.

Estaba soñando, y la cola del sueño espantaba las moscas. Y mi hermano Pedro esa noche se transformaba en mesa. Porque la llegada de Ceferino produjo una secuencia de cambios, algunos casi imperceptibles. ¿Cómo se transforma en mesa? Primero se transforma su carne en pan, en la misma cama donde duerme. Ahí mismo se va llenando de moscas. Lo llevan a la mesa. Y el espíritu de mi hermano queda en la mesa. En la mesa donde Ceferino parte y multiplica los panes para el resto queda fundido su espíritu. Y ponen una Biblia sobre esa mesa.

(Del libro: Poesía mundial,
1998-2018-.Edic.Neutrinos,
2025)

Martín Rodríguez 


Martín Rodríguez nació en Buenos Aires en 1978. Publicó los libros de poesía Agua negra (Siesta, 1998; Gog y Magog, 2008), Natatorio (Siesta, 2001), El conejo (Del Diego, 2001), Lampiño (Siesta, 2004; Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, 2003), Maternidad Sardá (Vox, 2005), Paniagua (Gog y Magog, 2005), Vapor (Vox, 2007),Para el lado de las cosas sagradas (El niño Stanton, 2009), Paraguay (Vox, 2012), Ministerio de Desarrollo Social (Determinado Rumor, 2012; Mansalva, 2018) y Balada para una prisionera (Caleta Olivia, 2023). Publicó el libro de ensayos políticos Orden y progresismo: Los años kirchneristas (Siglo XXI, 2014). Es coautor de La grieta desnuda: El macrismo y su época (Capital Intelectual, 2019) y compilador de ¿Qué hacemos con Menem? Los noventa veinte años después (Siglo XXI, 2021), ambos junto a Pablo Touzon, con quien también fundó la revista Panamá en el año 2013. Poesía mundial reúne veinte años de poemas publicados entre 1998 y 2018.

Pueden leer más poemas en entradas anteriores.


 

viernes, 28 de noviembre de 2025

UNIDAD LLUVIOSA




Entre dos filas de álamos
la lluvia sobre la carretera gris
es una desolación personal en este valle
y la ley invencible que la aplasta
hacia los cerros boscosos
define mi secreta unidad con el paisaje.
El espacio lluvioso reúne lo distinto,
se adhiere a mí
y prueba la consistencia de su verde mojado
en mi ambulante presencia terrestre.
Ahora silba un zorzal entre las hojas:
confirma que la vida es una complicidad 
que también incluye la devastación
y porque estoy de pie
canta para integrar a todo lo que respira
este jadeo disociador al borde de la carretera.



Teólogo en la ventana

Este cerrado dolor de cabeza
causado por la presión del mundo visible
reclama un significado.
Pero la visión de la calle desde mi ventana
solo ofrece alternativas a una apariencia dislocada
hecha de fragmentos trémulos, colores dudosos
y un sufrimiento de cosa oscuramente mezclada consigo misma.
¿Qué materia desean los ojos y que no pueden ver?
No esta especie de traición a lo largo del pavimento,
la naturaleza criminal que revelan los automóviles,
el taciturno rumor de los objetos manufacturados,
la vacilante verdad de la muchedumbre hacia el ocaso,
los asuntos de esta terrible sociedad que se aplasta al planeta.
¿Cuál es la relación de esta escena con el otro orden?
La divinidad está aquí por delegación sombría.
Hay un millón de ventanas y cada una padece
su teólogo fracasado ante la única realidad posible
con su correspondiente dolor de cabeza al anochecer.


Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 1924-Salta, Argentina, 2004)-Obra completa, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014.

Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores. 

 

miércoles, 26 de noviembre de 2025

De: LAS INTEMPERIES DEL MAR (2017)

 


Y ahora todavía al apoyarte 
en los anchos omóplatos del sueño 
incluso si te arrojan 
al pecho adormecido del océano 
buscas esquinas en las que lo negro 
se ha desgastado y no resiste.

Giorgos Seferis


1

Sopla el viento y trae
             los nombres de las islas.

Hay una voz que repite en mi cabeza:

Las otras capillas son:
la de San Salvador, que pertenece a la orden de los Zapateros; 
la de la Señora de la Piedad, en el Terreno de la Aduana; 
la de San Eloy; la del Espíritu Santo; la de San Ovidio

Ahora entro en un túnel cavado en la piedra.

la de los Huesos; la de San Juan Bautista; la de las Almas

El arco es un punto que gira y se abre.

la de Santa Ana; la del Señor del Calvario; 
la de la ermita de la Virgen del Puerto

El viento sopla y trae
                     sombras y carteles, alas de pájaros, 
el corazón brillante de los días.


2

Pero,
¿quién logrará domar el caballo de la muerte?

¿Quién tomará las riendas?

Desde esta curva del camino apenas distingo
el contorno de las cosas:
el horizonte es una huella intermitente.

Han partido las caravanas y los niños.

¿Quién domará el caballo de la muerte?


3

El mar quiebra sus lanzas en la luz.

Ya nadie puede con sus ojos ver.

Sobre los anchos omóplatos del sueño 
escribí mi historia:
descendí hasta el lugar donde la sombra 
inicia su viaje.

Yo escuché el antiguo nombre de las islas, 
besé las lápidas:
dejé mi huella sobre pequeños ataúdes.

Almourol, Armona, Cerro de la Vieja, Isla de Saturno 

Mi vida yace en las piedras.


4

¿Qué turbio río nos llevó?

La frase escrita en un muro,
debajo de la rueda que hace girar al tiempo,
debajo del arco donde duermen los caballos.

¿Qué mano nos retiene y suelta?

El sol se sumergirá detrás,
                   dice la voz,
en la mejilla de un cetáceo.




5

Acudo a una sintaxis quebrada
                            para decir

lo que está oculto y se revela 
detrás del piar de aquellos pájaros.

Esta brisa desvanece las formas 
que habitó la luz: 
la noche canta en el día.

Hay ecos de lo oscuro en la carne.

Toda palabra sobre su lomo lleva 
el signo y el germen de la muerte.

Toda palabra está cubierta de ceniza.



6

¿Quién abre su boca en el umbral? 

¿Quién abre su boca y habla?

La nieve cubrirá todas las cosas.



7



Algo siempre imperceptible 
cae y golpea sobre mí.

Hay una voz que repite en mi cabeza:


Las otras islas son:
la de la Madera, la de Bugio, la del Pilar
Y aquellas de suelo rojizo, atravesadas
por venas de basalto:
la de Tavira, la de los Amores, las Salvajes

Sopla el viento y trae
                      barro y arena,
transporta la simiente del mar.

la del Islote Plano, la de la Resurrección, las Desiertas

Algo imperceptible cae y golpea sobre mí.

En los obenques, a sotavento, 
oscilan las últimas banderas.



De: KADOSH (2018):

TZADI

El polvo del sol se extinguió sobre la tarde.

Llevo en mi cuerpo la nostalgia de la luz, 
la larga y desconocida cifra de lo que viaja 
y vuelve, de lo que viaja y atraviesa 
la endurecida costra del planeta.

Llevo en mi sangre la sangre de Cristo.

Mi piel es un nudo que aprisiona 
el giro lento de los astros.

Yo hice mi casa en las tinieblas.




La Ley se quiebra en el altar
             de la primera y pura Luz.



(Del libro: El cazador suelta
en el aire su corona;  
Poesía reunida, 2013-2020-,
Edit.Cántico,2025)

Diego Roel (Buenos Aires, 1980)


Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores. 






lunes, 24 de noviembre de 2025

De: Lo que se puede hacer con el fuego (2023)

 



LA EXTRACCIÓN DEL AGUA


Nada sucedía que no volviera a suceder: 
la palanca una vez alta, otra vez baja; 
los dos movimientos encadenados y sucesivos 
para extraer el agua del pozo.

Y el futuro, desde entonces, era eso: 
primero, agua turbia, con cristales de mica en el fondo; 
luego, borbollones sucios, inaptos para beber; 
recién, al final, agua fresca, hasta empañar el vaso.

Esa arquitectura había abolido el azar.
De ella aprendimos a descubrir la insistencia: 
tanto la oscuridad de la que nacen las cosas 
como la afinación con la que terminan.

Tuvo que transcurrir toda la vida para saberlo: 
un viaje de ida y vuelta para enfrentar el vacío, 
y la ambición de impedir que, en el trayecto, 
lo que había comenzado a brotar se corte.

De este modo, sin pedir la palabra, Ella habrá hablado,
aunque debas esperar toda la vida
para entender lo que dice,
mientras el lugar desaparece en poder del humo.

Detente, quédate ahí, abre despacio esa puerta, 
ahora que el tiempo se vuelve espeso en tus manos.
No había que pensarlo dos veces
para rescatar esta música extremada.

Consérvala como si la escucharas por última vez 
(con una pizca de dolor entremezclada con alegría). 
Que sea tu diapasón y tu lágrima.
Nunca bebiste agua tan fresca.                               a J.M.O.




ACTO DE FE


Me aferro al rayo de sol, al grano de arena, 
a la nube que cruza de oeste a este.
Me aferró al agua que bebo y a la tierra que piso, 
a la corteza del árbol y a la raíz.

Me aferro al mes de julio, 
a las páginas del Quijote, 
a la lluvia lenta y a la pajarita de papel.

Me aferro al ámbar, al lapislázuli, 
a las vetas de la madera, 
a la piel del durazno y a la oración.

Me aferro al fagot grave, al solo de violín, 
al Adagietto de Mahler.

Me aferro al mar porque es mar 
y a la roca porque es roca, 
al laberinto porque me extravía 
y a la línea del horizonte porque me llama.

Me aferro a las enumeraciones, 
a la cifra exacta, al número impar.

A la niebla
que pronuncia, en sus intervalos, 
el nombre de Dios
y deja al descubierto una gran colina blanca.
Me aferro al viento,
a la noche oscura, a los senderos de grava.

Al viento, al viento
que desespera en las hojas
y borra, con misericordia, todas las señales.




SALMO

Nunca se equivocaron 
los Viejos Maestros 
W. H. Auden

El mundo existe, las cosas existen: 
la piedra, el sol, el aire, 
el pájaro en vuelo 
y la primavera en la rama.

Cuando el desánimo nos abate 
la memoria se encarga de recogerlos 
y forma con sus semillas 
el volcán y la rosa, la cantera y el sonido.

También la ola, el claro del bosque, 
las iglesias góticas 
y los campos de lavanda 
nos salvan de la tristeza.

Eso lo sabían los Viejos Maestros, 
y amaban la perspectiva, 
los álamos de Italia 
y la sal de la tierra.

Eran incansables: repetían 
el oro brillante y la esfera celeste, 
las nubes en el cielo 
y el suelo bajo los pies.

Que lo visible perdure,
que lo incontable renazca:
eso debatían en los talleres,
y en las telas abundan colinas, iglesias, árboles.


(Del libro Antología personal
-1966-2023-), Libros del
Zorzal, 2024)

Rafael Felipe Oteriño (Argentina, La Plata, 1945)

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sábado, 22 de noviembre de 2025

QUE LO DIGA EL RÍO


El eximio compositor y guitarrista Juan Falú en esta guarania de su autoría.
Una de las canciones más bellas de su repertorio folclórico.


 

viernes, 21 de noviembre de 2025

ANTITIERRA

 


Todavía

algunas de nosotras 
abrimos
las piernas, nos torturamos 
con cera vegetal, creemos 
en la suavidad como atajo 
para el amor, hablamos 
de cosas sin importancia, siempre 
son cosas sin importancia 
las que llevan 
a dos personas 
(o más)
a la cama, pero siempre
es una sola
fija
estática 
y terminal
la que lleva a alguien 
a tragar
millones de posibilidades de futuro contoneantes
creyendo que con eso
mejorará
el brillo de su pelo.



Mamá quiere que la acompañe al hospital

a saludar
ella dice a la tía y yo digo a su tía. Nunca 
antes me crucé con esa mujer. No la conozco.
Solamente sé que está muriéndose, que está grande, 
que mi mamá
quiere despedirse de ella y, por lo que me refiere, 
que la quiere mucho.

Quedo detenida, unos segundos, en el pasillo
del segundo piso del tercer hospital más grande de mi ciudad.
Me pregunto
si debería entrar a saludar a esta mujer.

Si ella se muere antes de que yo la conozca, para mí 
no habrá muerte, como tampoco hay muerte para mí cuando 
un auto atropella a un desconocido.
Habrá otra cosa, habrá, si me entero, si por algún motivo
salió en las noticias —por ejemplo, si ese muerto era famoso, si
las circunstancias fueron excepcionales, si —,
empatia, o un desvío de atención momentáneo,
o, si me entrenaron bien,
un sentimiento de compasión, pero no
habrá muerte, lo que se dice
muerte, necesariamente cercana, porque la muerte
a lo lejos, la muerte
desconocida, será otra cosa, será
el tenue desvanecimiento del mundo y sus constantes, será 
un dato estadístico, un número, una pancarta, un juicio, una causa, 
un horror, otra cosa, el derrumbe imperceptible del presente.

Termino mi cigarrillo y en eso sale mamá, empujando 
la puerta giratoria de la guardia.
Parece que se recuperó bien, al final. Mañana le dan el alta, 
me dice.



Tuvimos peces. Se murieron

panza arriba, inflamados
de alimento. Eran tres y eran siniestros.
Todos los peces son siniestros.

No confío en nadie que no pueda cerrar los ojos.


(Del libro homónimo,
neutrinos,2021)

Valeria Tentoni


Valeria Tentoni nació en Bahía Blanca en 1985. Publicó los libros de poesía Batalla sonora (Manual Ediciones, 2009), Ajuar (1° Premio Concurso Editorial Ruinas Circulares, 2011), Antitierra (Libros del Pez Espiral, 2014; Neutrinos, 2016; Liliputienses, 2018), Hologramas (Hemisferio Derecho, 2018), Piedras preciosas (Pez Espiral, 2018; Neutrinos, 2019), los libros de relatos El sistema del silencio (17 Grises, 2012) y Furia diamante (Pez Espiral, 2018; Leteo, 2019), y el libro infantil Viaje al fondo del río (Pípala, 2021), con ilustraciones de Guido Ferro. Participó como guionista de El abrigo del viento, de Romina Haurie (2013) y editó la Audioteca de poesía contemporánea, Trabaja como periodista cultural y es editora del blog de la librería Eterna Cadencia.