sábado, 7 de mayo de 2011

LOS INACABADOS




























Rostro que no dice que no ríe
que no dice ni sí ni no.
Monstruo.
Sombra.
Rostro que tiende,
que va,
que pasa,
que lentamente hacia nosotros brota...
Rostro perdido.




Henri Michaux


(Traducción de Silvio Mattoni)




LES INACHEVÉS

Visage qui ne dit qui ne rit / qui ne dit ni oui ni non. / Monstre. / Ombre. / Visage qui tend, / qui va, / qui passe, / qui lentement vers nous bourgeonne... / Visage perdu






Henry Michaux (Namur, 1899 - París, 1984) Escritor francés de origen belga. Fue una de las personalidades más relevantes de la literatura moderna. En 1922, bajo la influencia de la literatura de Lautréamont, empezó a escribir y a publicar en Bélgica. En 1924 se estableció en París y, en pleno clima surrealista, se sintió más atraído por la pintura (Ernst, Dalí, De Chirico, y luego Klee) que por la literatura; sus obras de este período, sin embargo, todavía discurren paralelamente a las experiencias de Breton; incluso, según algunos, el verdadero surrealista es él. Más tarde, se acercó cada vez más a Rimbaud, Kafka, y a los existencialistas. Descubierto por Paulhan, publicó en 1927 Qui je fus, narraciones, aforismos, poesías, donde ya aparecían algunas constantes de su obra (los temas de la angustia y la fuga) y el lenguaje "inventado" que constituyó su originalidad más visible. Más adelante publicó Ecuador (Ecuador, 1929), diario de viaje y diario íntimo; Un bárbaro en Asia (Un barbare en Asie, 1933), narración de su viaje a la India y a China, quizá su libro más ameno y objetivo; y Mes propiétés (1929), Un certain Plume (1930), La nuit remue (1935), Plume précedé de Lointain intérieur (1938), todas ellas, obras formadas por textos breves y variados, poesías y prosas poéticas. Después inició un ciclo de relatos de sus viajes por países imaginarios: Voyage en Grande Garabagne (1936), Au pays de la magie (1941) y Ici, Poddéma (1946), reunidos más tarde en Ailleurs (1948). Entre 1938 y 1939 dirigió la redacción parisina de la revista Hermès. Mientras, Gide le dedicó el opúsculo Découvrons Henri Michaux (1941), que centró en él la atención del público; pero durante el período de la guerra y de la ocupación, el artista se vio obligado a soportar un largo aislamiento, lleno de actividad: Je vous écris d'un pays lontain (1942), Adversidades, exoscismos (Épreuves, Exorcismes, 1945) y La vie dans les plis (1948). Después de 1950, por el contrario, se dedicó cada vez más a la pintura, con resultados muy notables (en 1955, gran exposición retrospectiva en el Museée National d'Art Moderne). En 1956 empezó a utilizar la mezcalina; en su cuarta experiencia, un error en el cálculo de la dosis le llevó al límite de la locura. Desde entonces, durante cinco años, intensificó sus experiencias con las drogas, no cómo un paraíso artificial, sino como un medio de conocimiento: Misérable miracle (1956); L'infini turbulent (1957); Connaisance par les gouffres (1961). En sus obras posteriores, el escritor persiguió sistemáticamente y con un discurso más orgánico su registro de acontecimientos interiores y exteriores, su crítica de la realidad a través del lenguaje, y la búsqueda continua de una forma de vida posible, contra la soledad y la dificultad de las relaciones, siempre confiada exclusivamente a la literatura y a la palabra (Vents et poussières, 1962; Las grandes pruebas del espíritu, 1966). En 1966 se publicó una hermosa antología de sus obras, L'espace du dedans, y se representó la obra teatral Le drame des constructions. El autor exploró el inconsciente y el sueño en Modos del dormido. Modos del que despierta (Façons d'endormi-façons d'éveillé, 1969), analizó las percepciones más extrañas (Bras cassé, 1973) e investigó la relación del hombre con el sufrimiento (Face à qui se dérobe, 1975) y finalmente, meditó sobre las pinturas de los alienados (Les ravagés, 1976). Su obra se presenta extraordinariamente unitaria y coherente, a pesar de su amplitud y de las dificultades de lectura, y constituye la expresión altamente poética de algunos de los problemas típicos de nuestro tiempo.






1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por traerlo.
Susana.