Si estuvieras a mi lado, cuidándome
con la misma equidad con que el agua moja la arena
sin inundarla, manteniéndola fresca; te diría
con mis manos entre tus manos -como un ovillo de hilo
que ya no puede enredarse a sí mismo
sin la cinta que lo mantiene en lazado-
que la lentitud con la que me conducís por los días
es lo único que sabría ofrecerte
además de mi amor: una paciencia apenas
con que se acerca la muerte.Esto podemos darnos,
un campo de flores que recibe el viento y de repente
el pétalo, el fruto que se desprenden y se van
buscando el verdadero lugar donde marchitarse o crecer.
(De: Una tierra,
Curandera, 2011)
Victoria Schcolnik (Buenos Aires, Argentina, 1984)
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