No he comprendido tu belleza ante mí.
No la he celebrado lo suficiente, ni agradecido
en el pasado.
Pero tampoco he sabido apreciarla
en su esplendor
ahora.
Tantos dones a los que creemos tener derecho.
Tantas mañanas o momentos en que tu presencia me llena
de gozo
y por las que antes, por imaginarlas tan sólo
daba gracias.
Pero, digo,
tal vez hasta pueda disculparme de esto.
No somos
sabios, no,
sólo por amar.
Somos avaros.
Y bebemos con ansiedad
de los dones recibidos
para apurar una copa
que no sabemos si otro ha de llenar
algún día.
Y sin embargo.
Nada puede opacar tu belleza ante mí.
Ni el tiempo
ni
el olvido
ni
la corrosión del tiempo y del olvido
sobre la carne amada.
Nada de cuanto temes, y te hace
frágil e inestable,
ha conseguido doblegarte.
Nada de esto, con ser dolor, es nada
frente a ti
y ante ti
me detengo
y te celebro.
(De: Lo efímero y otros
poemas inestables,
Ediciones en danza,
2009)
Miguel Gaya (Argentina, Buenos Aires, Ayacucho, 1953)
No hay comentarios:
Publicar un comentario