Un canasto
que rebosa de ciruelas
duraznos y cerezas
cuelga del brazo de una mujer.
Ella camina altiva de regreso a su casa,
con un rodete improvisado que se hizo
antes de salir con la lista de frutas en la mente.
El canasto roza por momentos
la cadera de esa mujer de semblante decidido:
la armonía no premeditada
se concentra en ese hecho fortuito.
Cecilia Figueredo (Concordia, Entre Ríos, Argentina, 1976)
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