UN PEDAZO DE ESPEJO
algo está aparte y es extraño a toda la creación
M. Ekhart
Hay un pedazo de espejo
entre los pastos y la basura
en el baldío. Un vidrio plano
que carece de preocupación alguna.
Víctima de alguien que no soportó
su propia cara o, simplemente,
de la torpeza y la mala suerte.
Un sitio abre en los márgenes
como de un libro usado. Llegan
a su inmóvil degradación la margarita
y el gato. La abeja confundida,
el diario viejo y el desecho
de la ciudad...
No se le aproxima más
el hombre que la estrella
y tampoco hay diferencias
entre el instante y el año, entre
el año y el siglo...
Aparte y extraño, allí
sin quien lo use, ni necesidades,
sigue siendo una verdad en sí mismo.
LA LILA ES UNA FLOR ESLAVA
a Marta
Es curioso ver cómo los libros
tropiezan con las personas y cómo
inundan de significado algo
que no tenía lugar en tu cabeza.
Hoy ya no se necesitaba encender la luz,
a esa hora de la tarde, y llegaste a leer
en un libro de poemas,
que las lilas son flores eslavas.
También las flores han viajado, pensaste.
También lo que tiene una raíz y un color...
El nombre de dios en griego, por ejemplo,
se parece a la forma de otra palabra
que quiere decir "el que mira". También
"el que viaja por el mundo":
una especie de embajada que llega
desde el más lejano rincón y cuenta
con familiaridad lo que es tan extraño...
¿Qué mano, te das cuenta, sino la de tu amor,
acercó este ramo de lilas,
a tu vieja mesa, bajo una luz atardecida?
Huelen desde aquí y saben
que estás leyendo sobre ellas. Que nada
de esta calma es, en verdad, quietud.
Las ves y lo que ves, siempre,
te está encontrando.
EL ARTE DE LA PESCA
a Ettore, il mio amico
En la escollera, las cañas anuncian
algo siempre inminente. La espera
del pescador sucede al primer pez.
Parece mentira, pero
lo que ya sucedió es lo que se espera,
aunque no vuelva a suceder.
La metáfora nos tienta y te preguntás
sin no será una exageración que cada acto
de nuestras vidas signifique algo más
que lo que pasa. Las cosas están ahí
y el dedo que las muestra no es "las cosas".
Tironea debajo y se resiste una corvina
de esas que pesan más en las manos
del pescador que en la balanza.
Se sabe que es corvina antes de que salga,
hasta antes de que elijamos la carnada.
Luego, pueden repetirse el truco,
el anzuelo, la tanza, la plomada.
Pero el pez no vuelve a picar
y tal vez no vuelva a hacerlo.
Con esa incertidumbre, se prende el farol
y miramos cómo oscurece.
BABOSAS Y HAIKUS
Viscosas y hambrientas en el extremo
de una hoja, o apenas
una gomosa resistencia bajo el zapato,
ellas, sin saberlo, aparecen
desde ningún lugar,
en la lentitud de otro tiempo.
Demasiado quietas
para el baile, demasiado húmedas
para la alegría, empujan ciegas
el peso de una montaña perdida
y la modesta levedad conquistada...
Hay un poema del viejo Jôsô,
el discípulo del gran Basho,
en que se compara a una de ellas:
así la casa en espiral de su espalda
abandona, un día, junto a su riqueza.
Todo a cambio de la intemperie
y de la lúcida estela que nunca se seca.
Osvaldo Picardo (Mar del Plata, Argentina, 19559
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