viernes, 29 de abril de 2016

LO MANIFIESTO Y LO LATENTE



INSECTOS I

Los pequeños insectos danzan en círculo
se estrellan unos con otros cegados por la luz 
que artificialmente
dibuja sus prematuras sombras.
Breves sus vidas se encandilan
en un giro tras otro
inútilmente.

Así los hombres
por demasiada lucidez o demasiada levedad
sucumben.



INSECTOS II

Entonces cae la noche
y no somos más que sombras chinescas
sobre el mundo
cementerio de nada
flores quietas
bajo el golpe efímero del agua
Cada mañana como las mariposas
insectos de luz
volvemos a creer en la mundana concupiscencia
de los días.



EL POEMA DEBIERA SER ALGO QUE SE PLANTA
El poema no es algo que se construye 
 sino algo que se planta. 
Miguel Torga
El poema debiera ser algo que se planta
como un arbusto
un seto un manzano
que se riegue sin saber lo que se arriesga
lo que deja en el fondo
o lo que sale a la luz
solo debiera dar cuenta de nuestra pequeñez
en la tierra
de nuestra imperceptible sombra
y nuestra nada en el tiempo
o mejor aún de nuestra máxima aspiración: que un pájaro o un niño
se pose alguna vez
sobre sus ramas.



EL CABLE DEL TELÉFONO

Sentada al sol
miro mi casa desde fuera de mi casa
la música del auto me envuelve lentamente
todo se detiene
y por un instante
reparo en el cable del teléfono.
Recortado en el fondo de este cielo
me impresiona pensar que todos estos años
ha sido el mismo cable.
Toda esta vida en esta casa
con ese mismo cable negro
péndulo apenas
mecido por los vientos
reseco al sol
lluvia tras lluvia 
sobre el mismo objeto mudo
que estuvo allí permaneciendo cada día
cada noche 
cada año de todos estos años y tantas voces
tantas conversaciones
tantas historias o fragmentos
de historias 
que entraron y salieron
toda la vida y toda la muerte toda 
pasando por allí.
Como un cordón umbilical que alimentara
de palabras al mundo.




Norma Etcheverry





Norma Etcheverry Nació en 1963 en la provincia de Buenos Aires, Argentina,  y reside en La Plata donde se graduó de Periodista y  estudió Letras y Filosofía. Publicó los poemarios “Máscaras del tiempo” (1998), “Aspaldiko” (2002)  “La ojera de las vanidades y otros poemas” (2009) y "La vida leve" (2014). Con otros,  "Anotaciones a la poesía de Horacio Castillo" (2011) y con el título “Lo manifiesto y lo latente” fue incluida en 2011, dentro de la colección “Cuadernos Orquestados”, dirigida por Abel Robino desde Francia. El título "La isla escrita. 35 poetas cubanos", con selección y prólogo de su autoría, ha sido presentado recientemente en la Feria del Libro de La Habana (2016).  Algunos poemas suyos se han traducidos al francés, euskera, portugués y griego. Ha participado de numerosos festivales y encuentros de poesía en su país y también en México y Cuba. Poesías y comentarios bibliográficos  aparecen en medios gráficos argentinos como el Diario “El Día” y “Diagonales”, Revista de poesía "El Espiniyo”, y también en “Jornal Rascunho” y “Folha de San Pablo” de Brasil, entre otros, y en sitios virtuales de distintos países.






miércoles, 27 de abril de 2016

LA OJERA DE LAS VANIDADES y otros poemas




PAPI

Papi mataba un cordero
cada cumpleaños
los cuereaba y les sacaba despacito
el corazón
delante de mí
papi sí que sabía de vacas y caballos
a las vacas
las miraba a los ojos
y ellas permanecían impávidas
pensando, vaya a saber uno qué
a los caballos
les acariciaba las patas con
delicadeza y después
les daba una palmadita
como podrían saludarse los viejos amigo.
Papi me decía “nena, no se dice 
puta”
y yo aprendí con inocencia
de cordero
“pu, no….ta, no…-le decía-
puta sí”.



MANDATOS

Aprendió a ser hombre
alguien tenía que emular al 
Padre
ser el emergente
decir puedo
alguno debía arremangarse
los pantalones
para llevarlos bien puestos.
rescatar la sangre
del recato
y tirarla por la borda.
alguien debía ponerse el nombre
al hombro
y dejar para más tarde
la compostura
el maquillaje
la cara boba del rebaño.
Habrá tiempo luego
para parir  
pensó
para ponerse labios de rouge
y ojos 
de ternura degollada.



PATER

Cada vez que ella abría las piernas
asomaba una niña
y él pensaba en la próxima vez
soñaba con eso de los colores del alma
pasando de generación en generación
y también enseñarle el oficio
después de todo 
no es fácil aprender a ser digno.
Pero probar suerte
se iba volviendo una empresa difícil
multiplicaba
los errores de cálculo
y por no ver
cerraba los ojos a la noche.

Engullía todas las puertas
cuando un clamor sordo
le reclamaba 
el gol 
         de la diferencia.



RELECTURAS

Añoro tu mirada en el papel
donde solíamos descifrar
los signos
de esta vigilia permanente.
Extraño esas pequeñas costumbres
ahora,
que tus ojos se desvían de mí
y se parecen más que nunca a la pared
desnuda que construimos juntos,
en la que luego del asombro inicial
supimos escribir “te amo”
y otras
cursilerías por el estilo.





LA POSESIÓN DEL INSTANTE

Sé que atrapé un instante
cuando llegaba noviembre
o poco antes
las cortinas se mecían por el viento 
y flotaban las nubes
una mosca merodeaba por lo humano

Sé que atrapé alguno 
entre sucesos
felices y no tanto
bajo la tinta oscura, 
por ejemplo,
el infinitesimal respiro
con que dijiste por última vez amor
 y
 volveremos a vernos

Sé que pude 
en el minúsculo soplo de la letra
despedirme con ojos, con palabras
con de-terminaciones
con silencios

Sólo la escritura tiene cosas 
del presente huidizo 
entre las manos
esta posesión de lo inasible (¿será que ya fue o será
que va a ser?)

Atrapé un instante antes de noviembre
y me quedé con él

Estabas todavía en la casa

Pronto
sería el verano.



Norma Etcheverry  (Provincia de Buenos Aires, 1963) -Reside en La Plata.



IMAGEN: "Pelirroja en cuclillas" de Henri Touluse-Lautrec.






lunes, 25 de abril de 2016

LA VIDA LEVE


























La vida
No me importa si no tiene sentido-dice-.
-No lo tiene.
-Y quién lo dice?



LA PUBERTAD

De niños, él era su amigo. La Tía Lile les preparaba
la leche tibia cuando volvían de la escuela.
El la cuidaba. La protegía del futuro, y también de las miserias.
La Tía Lile cultivaba unas enormes dalias en el jardín.
Nunca pudo olvidar el color de las dalias, esos manchones
granate que alegraban el cerco, sobre la acera.
Las calles de tierra tenían zanjas a los costados donde de noche
cantaban ranas que los muchachos salían a cazar con faroles.
La cuidaba. De los miedos, y también de los muchachos.
A veces, se besaban a escondidas en los patios del verano. A la hora 

de la siesta, aplastados por el canto de las cigarras, húmedos de un 

sopor caliente que espesaba el aire.
Y también de noche, cuando los guiños dorados de las luciérnagas 

parecían imágenes de películas soñadas. 
Nunca vistas. No todavía. Se tomaban de la mano y se acariciaban 

con torpeza. Con una brevedad culposa que rozaba lo incierto.
Ahora va al entierro de la Tía Lile para despedir a Dó. Para
despedirse de él, de esas calles, de esos espasmos adolescentes,
de esos manchones rojos que ya no.



LA ADOLESCENCIA

Me dijo que tenía miedo.
Me dijo que recordaba hasta como me vestía.
Me dijo que no quería faltar al colegio, porque entonces me
extrañaría.
Me dijo que soñaba conmigo todo el tiempo.
Me dijo que lo que me dijo en el tren era mentira. Que esa noche
estaba muerto de miedo.
Me dijo que todo fue un gran desencuentro.
Me dijo que volvió a tomar su guitarra, y tocaba largas horas hasta
la madrugada, como en el tiempo en el que sucedió todo esto.
Me dijo que tenía toda la música que yo también tenía.
Y yo pensé que era imposible -no podía tener todo desde el
principio, desde Syd, desde bombones y pan de uva...-
(¨No me toques pequeña/por favor, sabes que me vuelves loco/por
favor, sabes que soy débil)*
Claro que la tengo- dijo-, y me habló del flautista en los tiempos
de la alborada y aquello de los secretos.
Adivinó que me hubiera encantado conocer a su madre. Que nos
parecíamos.
¿Por qué? No, no me lo dijo.
Contó de esa mujer que, siendo todavía muy joven, partió hacia
la frontera y enseñó a leer y escribir a los niños de los países
vecinos.
Que antes de morir quiso estudiar medicina. Pero entonces ya no
había más tiempo.
Me dijo que murió en el ochenta y dos. Le dije que mi padre
también murió en el ochenta y dos .Luego, volvimos a hablar de
las tardes en la escuela.
Le conté de las incontables veces que lloraba por él.
Le dije que entonces sentía pudor de trabajar en los puestos
porque creía que él sentiría vergüenza de mí.
Me dijo que no me podía mirar, pero de vergüenza de él.
(Háblame, háblame con dulzura/por favor, llévame a la cama/por
favor, no tengo miedo)*
Cuando aquélla noche del tren yo regresé llorando a casa, mi madre
comentó que la vida era un gran laberinto donde las personas
solían perderse entre sí. Y después, no importa cuánto tiempo haya
pasado, podían volver a encontrarse.
Le conté. Sonrió. Dijo que mi madre tenía razón.

(*Roger Keith “Syd” Barret )



LA SEDUCCIÓN

Le ordena que se quite los lentes oscuros. Dice que le da vergüenza,
que no se ha levantado con buena cara hoy. Dice que no importa,
por su parte no se levanta con buena cara desde hace tiempo.
Pero en cambio quiere tener la certeza de que verá su rostro de
tantas vidas. Tantas que puede asustar, o agradar, o nada.
Habla de sus cosas. Habla mientras camina por el cuarto. Sonríe,
lo deja hacer. Es como si antes no hubiera habido nada. No hablan
de eso. Como si nunca hubiera ocurrido.
Tal vez comiencen a estar muy lejos ahora, cuando empiezan a
estar tan cerca.



LA TERNURA

La mujer siempre iba con el niño detrás, pedaleando con fuerza.
Cada tarde, camino del muelle.
El niño de entonces recuerda. No el hombre que ahora es, sino el
niño de antes. Recuerda las tardes del muelle. El mar.
La sombra de los barcos, siempre tan lejos. Y la mirada de la madre,
más lejos aún.
Tanto como ahora, cuando nadie sabe donde está. Los ojos y las
manos de esa mujer que él puede ver y tocar y, sin embargo, que
no sabe, que nadie sabe dónde está.
Algunas veces, el hombre que es, le desea la muerte a esta mujer
extraviada, desconocida para siempre.
Pero otras, el niño que va en bicicleta con su madre sólo siente
deseos de llorar.



EL (insensato) JUEGO

Sólo entenderá el significado de perder, o ganar, cuando sepa qué
es lo que se pierde, o se gana. Por ahora somos inocentes, sólo
jugamos el juego del decir.
Uno dice ¿qué dice?
¿Dice la verdad fingiendo mentir?
¿Dice mentiras para tener verdades?
¿Dice de verdad todo lo que dice?
¿Dice lo que dice por decir?
¿En lugar de qué cosa ponemos la palabra?
¿A instancias de qué ausencia?
La luna, ¿existe para quien no la nombra?
No me haga “decir”. “Moi, le langage, je le connais”.* Soy fuerte
ahí.

(* Marguerite Durás)



LA OTREDAD

En definitiva, si no fuéramos tan vulnerables nunca habría nada
que decir.




Norma Etcheverry  (Provincia de Buenos Aires, 1963) -Reside en La Plata.




sábado, 23 de abril de 2016

EL APETITO DE LA BELLEZA




ESTA LLUVIA

Es una suerte esta lluvia
Que moja nuestros corazones
Ellos ardían en llamas
Perdidas de la memoria
Ahora ahuyentan humo del desamor
Pero esta lluvia real
Que moja tu pelo
Es amada solamente
Por las perlas que penden 
Reflejando el color de tus ojos 
Más allá del cielo enrojecido 



OÍDO AL PASAR

Por la ventana 
El campito se veía
Todo blanco
Cuando le fui a dar de comer
A las gallinas
Las hojas de las calas
Estaban pa´bajo
Si no se endulzan las naranjas
Al menos temblarán 
Primera helada de junio
Silencio
Perfectamente escarchado
Sobre el trino de los pájaros 



ME LO DIJO EL FUEGO

No siempre se puede, pero
Cuando se puede es fantástico
Me lo dijo el niño lustrabotas mientras
Tomaba un helado
Me lo dijo el florista de espaldas a un campo
De amapolas
Me lo dijo el enamorado con la misma voz
Del olvido
Me lo dijo el mar en la cresta de la ola
Me lo dijo el desierto
Antes de que callara la arena
Me lo dijo la lluvia del cielo para atrás
Me lo dijo el pájaro mientras se miraba 
En la gota de lluvia
Me lo dijo el árbol entre copas
Me lo dijo la vaca en consonancia con la gramilla
Siempre que se puede es fantástico
Me lo dijo el fuego en diálogo con la ceniza



UNA PELÍCULA DE AMOR

Más allá de la caricia
Fuera del límite de la piel
Los ojos reconcilian el deseo

Hay tanta ternura en el resplandor de la lluvia
De regreso

Así mis sábanas no enjuagan
La batea de tu lamento

No es nada Tomek el amor
No es
Nada el roce el goce

Leve es el peso de lo que damos
Miserablemente
Y es como el alma
Andamiaje de la soledad





Hugo Luna (Argentina, Entre Ríos, Concepción del Uruguay, 1959)






jueves, 21 de abril de 2016

CARCAJ: VISLUMBRES
























Foto de Estela Fares


II. 

un son
somos

apenas

una titubeante
nota
sostenida
por la trémula mano
o el aliento
—falto o
cumplido—
de la luz que nos mira

ese vibrato
que 
por un instante
irrumpe
no ya en el silencio sino
en el anónimo rumor 
insomne
inacabable
ese tañido
ese encaje 
urdido por el tedio

—o la violencia

una hora
de ese reloj hambriento
somos

y aun reímos
y amamos

y tememos
el final de este sueño




XVIII.


ahhh, flor radiante
belleza radiante
vibración radiante
agua y temblor
escalofrío y piedra

ahhh mundo y río y sinrazón radiante
millones de estrellas radiantes
noche oscura y radiante
millones de bocas-pétalos
radiantes nubes, peces, pájaros
árboles y selvas
nieve y rocío
torrente, abismo, fuego radiante
musical

oh refulgente 
nada 
numinosa

lumínico 
pan nuestro





Mercedes Roffé





Mercedes Roffé. Poeta, traductora, editora, nació en Buenos Aires, Argentina, en 1954. Desde 1995 vive en la ciudad de Nueva York. Entre sus libros de poesía se destacan El tapiz (publicado bajo el heterónimo Ferdinand Oziel; Buenos Aires, 1983); Cámara baja (1987); La noche y las palabras (1996); Definiciones mayas (plaquette, New York, 1999); Canto errante (2002); Memorial de agravios (2002); La ópera fantasma (2005) y Las linternas flotantes (2009). En 2011, se reedita Canto errante seguido de Memorial de agravios, con prólogo de Raúl Zurita (Madrid, Amargord). Merecen mención dos antologías de su obra: Antología poética (Caracas, Pequeña Venecia, 2000) y Milenios caen de su vuelo. Poemas 1977-2003 (Tenerife, Idea, 2005). En 2012, Vaso Roto reedita La ópera fantasma y Del Centro Editores, de Madrid, publica La línea azul, un libro de fotos y poemas en una edición artesanal de 100 ejemplares. En 2013 sale La interrogación incesante: entrevistas 1996-2012 (Madrid, Amargord, Colección ONCE), una colección de conversaciones con la autora editada por Edwin M. Lamboy. En 2014, Vaso Roto publica Carcaj : Vislumbres. Libros suyos se publicaron en traducción en Italia, Quebec, Rumania e Inglaterra. Desde 1998, dirige el sello Ediciones Pen Press. Ha recibido las becas John Simon Guggenheim (2001) y Civitella Ranieri (2012).








martes, 19 de abril de 2016

CI LA FAREMMO





















Con esta pobreza armaremos un barco.




HAN HECHO DEL PAN

Han hecho del pan 
un dios destronado
Hay quienes ya no creen en él

Desde palacio se ordena reventar 
esas bocas que lo nombran

Abajo corren sus tres letras
como un río furioso.



YO SÉ TODOS LOS PAISAJES
que vienes a ofrecerme
cada palmo de tierra
que canta cuando pasas.

En todas las palabras tu boca
es como un río, un pequeño río
donde la luna duerme.

Como si mi mano hubiera
nacido con tu mano
y mi boca besara
desde siempre tu boca.



2AM

Duerme y la profunda respiración de la noche
tiene el color de los bosques cuando llueve

trasnocho mirando el sentido del tiempo
en el claro de luna que es su espalda desnuda

trabajaron mis manos esas formas secretas
ellas saben los nidos donde vive la música.



TESTIMONIOS

Aquello que en la noche sucede:
fuegos dormidos que despiertan
en el parpadeo de las bestias,
travesías de fantasmas 
que agitan el ladrido y los postigos,
las pequeñas criaturas del rocío,
escrituras del amor sobre la hora,
distancias apiladas en el borde de otros mundos,
palabras perdidas que encuentran casa,
los huérfanos del cielo en su melancolía

todo

lo cuentan los pájaros al alba.



NO SÉ SI LA GRAN MURALLA CHINA

No sé si la gran muralla china
se ve desde la luna

solo sé que no sirve sino
para que una señora de una ciudad de periferia
entre tanta tanta gente
pose delante de la cámara que lleva su marido.

También sé
que todos los muros, los grandes muros
los muros del desasosiego o la ignonimia

algún día
se verán desde cualquier rincón de la tierra.



ABRIL

La lluvia es un acto de magia
convierte en espejos lo que toca
nos transforma en seres de vidrio
en sombras fugaces que buscan el reparo
bajo pequeñas nubes negras.



SOBRE LAS RAZONES DEL GRILLO O DE LAS ROSAS

En las razones del grillo o de las rosas
en el pez de fuego que salta al día.
No hablo de aquello con espada.
Una mariposa sostiene el mundo 
y en el mundo una pincelada de agua
distribuye brotes y ranas, despierta la hierba,
crece arboledas donde tienen casa las chicharras.
Así en todas partes ha sido y ya tal vez no sea.
Corre una muchacha detrás de cualquier hora,
tres hombres podan y silban, 
dos viejos cañones esperan la próxima guerra 
cuando el mundo complete su viaje al pasado.
Es viernes de mañana en los empedrados,
el castillo desmenuza mil doscientos años
de banderas, cierto polvillo ilustre con desgano
se entrega al viento – otra vez pasa la muchacha-
una partícula de ceniza de huella real en carroza
planea entre los árboles, toma altura, 
centellea y acaba en el pico de una paloma.
No hablo de aquello con espada.
Digo la mariposa que sostiene el mundo,
los hombres, el trabajo, y siempre tú aquí y ahora
como las razones del grillo o de las rosas,
del pez de fuego que salta al día y las encinas 
que tejen versos que llueven en otoño.
                                                                          


POETICA

descuelgo del silencio unas palabras

como frutas
que no tienen nombre.




Gabriel Impaglione 




Gabriel Impaglione (Villa Sarmiento, Morón, Argentina, enero de 1958), reside en Sardegna, Italia.Poeta, narrador y periodista. Ha publicado diversos libros de poesía y narrativa  y participado en muestras y antologías.Traducido parcialmente al portugués, inglés, francés, ruso, búlgaro, catalán, italiano, sardo, turco y rumano. Fundó y dirige la e-revista internacional de poesía Isla Negra. Fundador y co-organizador del Festival Internacional de Poesía Palabra en el mundo.Es miembro fundador del Movimiento Poético Mundial.

Mail de contacto: revistaislanegra@yahoo.es




domingo, 17 de abril de 2016

SI ES PUÑAL QUE ME MATE






























ESCUELITA DE LA HIGUERA
          
Padrecito
miranos

no tenemos manera 
de trepar a los árboles
de arrancar
leche dulce a la higuera

los palotes
apalean la carne
no nos salen las cuentas 
sin los dedos

no podemos
atajar la pelota ni las penas
sostener el manubrio    las palabras

hasta el puente
de Martín Pescador
se nos cae de la infancia

borramos la desdicha 
con los codos

¿Cómo hacemos la ronda?

Cómo haremos
con tus manos ahogadas en el río de tinta derramada

Tus muñones golpean gravemente los sueños

Ay Padrecito    al menos
no dejes de mirarnos

no nos dejes



EN EL ASOMBRO

No era aún la estación de la sangre

Nosotros 
no debimos saberlo 
en el asombro del recreo

pero ellas tomadas de la mano
dibujaban
dolorosos rubíes por sus piernas

un camino de joyas
desprendido
del fruto lastimado

No debimos saberlo en el recreo


Todavía no es la estación de la sangre
y ya estamos perdidas en un bosque

Mamá      cómo decirte
que este animal que nos descorazona
es el mismo que enreda 
tu corazón a un yugo
cada noche

y que en nosotras un día y otro
día y otro día
horada un desfiladero que nos duele
para ocultar su filo

Aunque no sea la estación de la sangre
él la hace restallar
en las paredes de los muslos

Mamá      cómo decirte
tu amor nos amordaza

La trampa está en sus besos 
que bajan de la frente
desde el ombligo    bajan
y enhebran una hilera
de cristalitos rojos
ahogados en veneno 
detrás de su saliva

Mamá       un padre
cazador
nos acorrala

y somos

animalitos ciegos

sangrando en el recreo
                                                                                              


Las palabras obscenas
las que nunca mi lengua

las negadas
en la infancia y en misa

las peores
las lascivas    las húmedas

las que azotan
las de fiera 

las que son
como sal en la herida 


Las palabras 
que tu furia me dicta
que mi candor las diga
de espaldas a tu aliento 



LO FUGAZ

Durante años
me he tomado el trabajo
de urdir la piel de clorofila delicada       

Madrugadas y siestas 
de ser paciente y amigable
de desflorar el sol para su boca

Han sido siglos
extendiendo a su arbitrio
mis dedos de agua azucarada

Sin embargo
en nada se comparan
a este instante brevísimo
en que el ojo minado del poema

estalla
                                      
                                     a María Negroni



LA QUE NO PAREZCO

Dame una edad
porque me pierdo
que sea angosta y sola
                                   para mi pie
que toda vez que tiembla
reconoce el camino
                                   y se desvía

Dame una edad
a cambio
de las monedas breves
                                   bajo el labio
que al mínimo trasluz
se parte y huye
                                   o se concede

Dame una edad
como mi amante
intemporal y áspera
                                   en un cuerpo 
que repare el infierno
que te ofrezca la carne
                                   y el insomnio

Dame una edad
que me destruya
que se aloje sin freno 
                                   entre los huesos
que derrote a las otras
que arremeta

                                   Una edad       
                                                        sin medida              
                                                                            del daño



Nenita
acostada
al borde de la luz

Debajo de la puerta
  -lo único cerrado-
pasaba todo el mundo



Que alguien me libre
del gesto disciplinado del bonsai
que se acurruca
para no herir el aura
que rodea su frente

Que alguien me libre
del rigor de ser hija de los dioses
sacrificada
por hacerse a la idea
del dedo que la asfixia

Que alguien me libre
de buscar redención en el silencio
Que mis manos
desconozcan el orden 
que me obliga

Que alguien me libre
de agachar la cabeza para ser coronada

Yo tengo la avaricia del lenguaje      




CARTAS. SINFÍN 

Querido  cerca mío  en mi borde:



Desde la ciudad y los poemas detrás de los postigos despeñada de mayo y de ciruelas te escribo sin un pálido fuego más que el viento que me come las uñas para darme tu música y esa risa más franca que la ballena austral austera de palabras enjoyada de abismos donde escribo que no puedo olvidarte aunque otros puedan resignar la memoria pero yo alimentada de la leche que vuelca la hermanita de la osa mayor me susurro tu nombre cuando escribo en las rocas que este mar es un nido más tierno que todas las nenitas más feroz que el gemido de un amante que abandona las sábanas para elegir el rito de los hombres perdidos por sus propias melodías nocturnas entre tantas lecturas de una línea de la vida sin vos y sin sosiego pero escribo obstinada adolescente con mi mano que espero que me beses cuando el tiempo se ofrezca rendido a mis tormentos y yo siga escribiendo entre los pliegues de mi boca hasta que pase el latido de la tuya y me cante y la nombre y me beba




Inés Manzano




Inés Manzano. Nació y residió en Buenos Aires, lamentamos su fallecimiento en la víspera. Fue poeta / maestra / bibliotecaria. Organizó los Ciclos de Poesía INTERIORES -poetas del país-, cuyo objetivo era difundir en la Ciudad de Buenos Aires, las diversas poéticas que se dan en el país, e INTERIORES -poetas de Latinoamérica-, donde invitaba a poetas del resto de Latinoamérica, que se encontraban de paso por la ciudad. Fue miembro de “Poesía en la Escuela” y de la “Red Federal de Poesía”. Integró el grupo que organiza el Festival Internacional de Poesía en el Centro (Centro Cultural de la Cooperación). Coordinó, junto a Lidia Rocha, el taller literario gratuito “El tren de la palabra”, de lectura y escritura de poesía. Publicó el libro de poemas Si es puñal que me mate. Rosario, Papeles de Boulevard, 2011, de donde fueron seleccionados los poemas que publicamos.