viernes, 15 de noviembre de 2019

ESTADOS DE EXTRAÑEZA

























ECOLOCACIÓN

Intento saldar esa brecha
entre contemplar tu extrañeza
o pertenecer a ella:
habitar tu comprensión
o hacerme un lugar allí;
no quiero diferir
pues cuando lo hago me pierdo.
La ecolocación o biosonar,
es la capacidad que poseen algunos animales
de conocer el entorno
a través de la emisión de sonidos
o al descifrar el eco que producen los objetos
en torno a su desplazamiento.
Todas esas mañanas de desesperación
necesité que alguien me llamara
para decirme quién era yo.
Mis ojos fallaban y debía desarrollar adaptaciones.
‘desfalleciente,
abandonado en Dios’,
como hubiera escrito el peregrino Johann Scheffer,
‘más de mil veces nació aquel en Belén
pero nunca en mí’,
¿cómo no iba a estar perdido?
Vaciaba los blísteres
y la mañana invertía los espejos
hasta hacer confortable
la calma que procede al pánico.
Tropezaba, chocaba contra los objetos;
buscaba puntos de orientación por resonancia.
El sonar de los barcos está basado en este principio,
podría ser un medio de localización acústica,
allí donde el radar emite ondas,
el sonar utiliza impulsos sonoros.
Para Heráclito, cuando lo oscuro
marca el predominio de la humedad,
el invierno acontece.
Un golpe de luz
en la mañana de los días por venir.
La multiplicidad de caminos
extendida hasta la cancelación.



ESTADOS DE EXTRAÑEZA

La memoria posee cierta cualidad espectral
donde el mundo conocido
amenaza con deshacerse
y trastabilla la identidad en cuestión.
La etimología de ‘persona’
es ‘máscara usada por un personaje teatral’,
la palabra fascinó a Ezra Pound,
quien tituló ‘Personae’ (1926)
su compilación de poemas breves.
Algunos dicen que ‘persona’
significa ‘resonar a través de una máscara’
y en tal caso la voz tendría prioridad
en el origen de esta palabra.
‘Sujeto’ suele contraponerse a ‘objeto’.
Pero la poesía altera la gramática,
a veces tiembla el sujeto del enunciado
o tropieza quien habla en la enunciación
como si el proceso de despersonalizarse
implicara una tormenta de nieve.
La memoria entonces es esa huella imprecisa
que se crea al no retornar.
Ser escrito o pensado o dicho
o una mariposa que se sueña Zhiangzu,
algo agazapado entre ‘los monstruos de la razón’.
¿Qué recuerdos nos sostienen?
Aquel camino de subida en el invierno de Trondheim.
Los colores de esa tarde robados a un cuadro
de Caspar David Friedrich.
Pero la memoria tiene cuartos que se deshacen
habitaciones como las del hotel que dejamos.
¿Te acordás?
Éramos nosotros los que bajábamos
corriendo de aquel monte nevado.
No, creo que no era un monte.
No, no estaba nevando.
No, no corríamos tanto.
No. No éramos nosotros.

 (De: Chanson Babel, 2017)

Javier Galarza




Javier Galarza. Poeta argentino, nacido en Buenos Aires, en1968. Investigador literario y docente.  Publicó los libros Pequeña guía para sobrevivir en las ciudades (2001), El silencio continente (2008), Reversión (2010, Tropofonia, Belo Horizonte), Refracción (añosluz, 2012), Cuerpos textualizados (Letra Viva, 2014, en coautoría con Natalia Litvinova), Lo atenuado (audisea, 2014) y La noche sagrada (audisea, 2017). Chanson Babel (Buenos Aires Poetry, 2017) y Für Alina (Ed. en Danza, 2018). Desde el año 2003 es Profesor Asociado de la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino donde dio cursos sobre Hölderlin, Rilke y Paul Celan. Escribió notas y ensayos sobre Alejandra Pizarnik y Osip Mandelstam, entre otros. Se dedica a la enseñanza y coordina grupos de investigación literaria. Dirigió la revista “Vestite y andate”.






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