miércoles, 24 de junio de 2020

EL VIAJERO

















1

Detrás de las cortinas,
la luna.
Silban
dos pájaros nocturnos
y el silencio.
Han llamado a la puerta.
Dijeron:
tiene los ojos tristes,
se nota
que no ha comido
en días,
su ropa está manchada.
Trae el olor del jume,
dice la madre,
el olor de mi pueblo
cuando soplaban los vientos del sur.
Puede quedarse.


2

Como si fuera una paloma
voló Lucía
entre álamos y siempreverdes.
Mirábamos su vuelo
sobre la mano del viajero
al final del largo brazo oscuro
extendido hacia el amanecer.
El temor de la madre
había cerrado las ventanas,
la tos de la niña era más fuerte
y la casa era de humo,
de vapor y eucalipto.
Pero el viajero dijo
que el aire le haría bien.
Y lo aprobaba el padre.
Entonces, los dos meses de Lucía
iniciaron
el juego de los pájaros.
Seguíamos
el movimiento de su mantilla blanca
que cruzaba las azucenas,
el aljibe, los cardos,
y corríamos a su lado
gritando:
ahora Lucía estará bien,
el aire le hará bien,
el aire le hará bien.


6

El día de lavado
era día de fiesta.
Madre y Abuela
bajaban las cortinas,
desnudaban las camas
y el jabón
invadía la casa.
Nosotros,
sobre parvas de ropa,
acariciábamos la espuma
y hacíamos pompas
soplando entre los dedos.
Después
cuando las sábanas
colgaban de los alambres
corríamos
bajo las gotas
que caían
y jugábamos
al toro y al torero
chocando las cabezas
en las telas mojadas.
El viajero
se sentaba bajo la higuera
y desde allí reía.
Su fiesta
era mirarnos.


7

Sobre el aparador
estaba la bandeja del pescado.
Era un enorme pez
distinto a los del río,
a los del arroyo.
De mar,
dijo el viajero.
El mar, tan lejano...
Nunca habíamos hablado de él
y ahora lo nombraba
con esos ojos de tristezas,
como quien nombra lo imposible.
Para nosotros
el viajero y el mar
se parecían.


8

Por las mañanas
la casa era
aquella madre
de ágiles movimientos,
el ruido de las tazas
y el olor del café.
El viajero prefería
beberlo
sentado sobre un grueso leño
detrás del aljibe.
Pero los días de lluvia
aceptaba
entrar en la cocina
y compartir la mesa.
No hablaba.
Nosotros
no hacíamos otra cosa
que escuchar su silencio


14

El viajero
ayuda a la madre
en la cocina
y al padre
en la carpintería.
Cuando los dos trabajan la madera
hablan de ir a pescar
el próximo verano.
Y aunque todos creemos
que para aquellas fechas
nuestro amigo se irá,
es una alegría ver al padre
reír
y gesticular
mostrando
cómo serán de grandes
los peces
que traerán para la cena.


21

Cuando dejaba de llover
buscábamos charquitos.
Ahí estaban
repetidos
el cielo, los árboles,
algún pájaro en vuelo,
nuestros rostros.
El viajero nos contó
una historia de agua
y con ternura dijo:
cuando sean grandes
no dejen
de buscar espejos
al final de la lluvia.
Obedecemos. Aún hoy
obedecemos.


23

Una tarde le mostré al viajero
mi cuaderno de versos.
Algunas líneas,
imágenes sencillas sobre la primavera,
mi perro, los muertos, el río,
y poemas copiados de diarios del domingo.
Sonrió y me acarició la cabeza.
Niña –dijo– has nacido herida.
A cada golpe de la vida,
a cada palabra que escribo,
a cada dolor que resisto,
lo recuerdo.


24

Los padres solían caminar en los atardeceres
alrededor de la casa. Hacia el río,
hasta los manzanos.
Una vez, mirándolos, el viajero nos dijo:
¿De qué hablarán?
De qué hablarán, pensamos.
Y supimos que nuestros padres
eran también un hombre y una mujer
sosteniendo
nuestras vidas
y el mundo.


25

El viajero
se ha ido.
Sabíamos que se iría,
hasta esperábamos que lo hiciera
porque para nosotros
más que un hombre
era un viaje.
Ha dejado flores
sobre la mesa de todos
y la cadena
con su amuleto de madera oscura,
colgada
en el respaldo de mi cama.


(Del libro: “El viajero”,
Ed. Viento de fondo, 
2018;tomado del face:
 "Biblioteca virtual", 
de Selva Dipasquale)

Susana Cabuchi





Susana Cabuchi. Poeta argentina, nació en Jesús María, Córdoba, en 1948. Se ha dedicado al dictado de cursos, seminarios y talleres de escritura y de lectura para docentes, niños, jóvenes y adultos en diversas provincias de la Argentina, así como en los países limítrofes. Actualmente colabora en revistas especializadas, coordina talleres de escritura y brinda asesoramiento en instituciones públicas y privadas sobre temas de su especialidad. Su obra incluye El corazón de las manzanas (Córdoba, E. y G. López Editores, 1978), Patio solo (Córdoba, Alción Editora, 1986), Álbum familiar (Córdoba, Alción Editora, 2000) y El dulce país y otros poemas (Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, 2004);, Detrás de las máscaras (Ediciones El Copista, 2008), Poética-1965-2010 (El taller del Escritor, 2010) y Album de famille – Livre CD (París, Francia, 2015).  . Textos de su autoría han sido incluidos en numerosas antologías, ensayos y estudios críticos de poesía hispanoamericana y de literatura escrita por mujeres. Fue traducida parcialmente al francés, italiano, portugués y árabe. Obtuvo por su escritura distinciones nacionales e internacionales. Dictó cursos, seminarios y talleres de escritura y de lectura para docentes, niños, jóvenes y adultos en diversas provincias de la Argentina y en países limítrofes. Organizó ferias del libro, semanas de cultura, concursos literarios, coordinó debates y otras actividades de difusión de la Literatura Argentina. Actuó como miembro de jurado en numerosos concursos literarios de Poesía y Narrativa, entre ellos del Premio Consagración Letras de Oro”, Córdoba, 2003. Ha participado como panelista y conferencista en congresos, encuentros, y jornadas en su país y en el exterior. Actualmente colabora en revistas especializadas, coordina talleres de escritura y brinda asesoramiento en instituciones públicas y privadas sobre temas de su especialidad.




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