EN LA MAQUETA DE LA CASA
Lo que se ve
a través del vidrio
parece un
cuadro.
También ella
sentada de
este lado
en la
maqueta de su casa
puesta con
una pinza, con cuidado
para que no
se mueva lo de alrededor.
De este
lado, ella
es el
cuadro.
No hay calma
asegurada.
Con una sola
chispa
se
incendiarían
las maderas
resecas
del cuadro.
No sé de
donde viene
esta
contentura diminuta,
tan privada.
Un envión y
al sentarme
me
sorprendo, otra vez
mirando mi
pie descalzo.
No sé por
qué
justo cuando
sale entre las sábanas
a punto de
apoyarse
en el suelo
tibio
de madera.
Los demás ya
dormían.
Ponías hojas
de menta recién cortada
en el jarro
de aluminio y la bombilla
para las
dos.
Era ese el
té que me dabas.
Por un rato
tenías hija
aunque no
fuera
mapuche,
manos de
piel de cartón
en el agua
helada
Clarisa
Namuncurá.
EN LA
TERRAZA
Las
mariposas se atontan cuando comienza el otoño.
La mayoría
son blancas, lecheras las llaman.
El sol pesa,
llega como una niebla.
Finas
mariposas del otoño
que está
llegando
traen un
aire celeste
la siesta de
marzo.
Las flores
color de la sangre
bajo la
parra
aprietan el
vuelo del colibrí
con su parte
de arco iris
en el pecho.
¿Acaso tiene
una isla de
poesía
en la cabeza
imposible de
decir?
¿Quién sería
si no pudiera aislarse
con este
lápiz en la mano de escribir?
Las palabras
ruedan
bichos
bolitas
ruedan por la
siesta
todavía.
La
naturaleza de las horas| 29
Con una mota
de polen
para el jugo
que viene a buscar,
espero al
colibrí.
Quiere
atravesar
la ventana.
EN COMPAÑÍA
¿Sueña?
¿Está despierto?
Estiro la
mano hacia él,
siento la
piel tibia, es el tacto.
Ignoro sus
fantasías.
Ahora que él
también
se ha
desvelado
no le cuento
mis obsesiones
de la
madrugada,
él no las
sabe.
De noche
somos dos
desconocidos.
Estiramos
nuestros brazos
y se instala
una corriente
de piel a
piel.
Es el tacto,
que nos protege
para que de
noche
sigamos
desconociéndonos.
Ayer
vimos el
atardecer en el mar.
En el cielo
de tormenta
el sol
daba su luz
a retazos
color
cáscara de almendra
sobre la
duna.
Los dos la
vimos.
Vimos la
sombra del tamarisco
muy acostada
la ondulada
serigrafía que dejó el viento
en la arena.
El sol daba
su luz.
Los dos,
cada uno en
su silla.
¿QUÉ ES LO
QUE SUBE Y BAJA?
¿Qué es lo
que sube y baja,
va y viene,
fluye, se
expande,
se contrae,
sale y se
esconde?
La
intensidad de las miradas,
el brillo de
los ojos,
el color de
la voz,
la calidez
de las manos
y todo lo
contrario.
Mirarse a
los ojos de verdad
penetrar ese
túnel de la retina.
Hundirse
y sentir que
en ese momento
no estamos
solos.
Mirarse a
los ojos
como
internarse en el mar.
Después
escapar
hasta la orilla.
(Del libro: "La naturaleza
de las horas",
envío de la autora.)
Ana María
Grandoso. Nació y vive en Carmen de
Patagones, Provincia de Buenos Aires, en 1946. Actualmente vive en su ciudad
natal. Comenzó a mostrar sus textos y a participar en concursos, cuando ya
pasaba los 50. En 2004 aparecieron dos cuentos en la revista libro El
Camarote nº 3 de Raúl O. Artola. En
2005, primera mención en el Certamen Nacional de Narrativa, Editorial De los Cuatro Vientos auspiciado
por el Banco Credicoop con el cuento “La blusa de batista”.Jurado: Sylvia
Iparraguirre, Juan Sasturain y Alberto Laiseca. En el 2009 edición de un
libro de poemas que es parte de un libro
colectivo titulado “Cinco Poetas .Carmen de Patagones”, Ediciones El Camarote.
En 2013 primera mención Premio Bienal
Federal Consejo Federal de Inversiones, categoría cuento, obra “Mudanzas” luego
titulado “Vamos al baile…”.Jurado: Vicente Muleiro, Samuel Bossini y otros por
las regiones del país. “Vamos al baile y
verás”, novela, Ediciones Ruinas Circulares, 2014; y La naturaleza de las horas
(Vela al viento, Ediciones Patagónicas, 2018). Inéditos: poemas y relatos
breves. Integra desde 2006 el grupo “Primer Borrador” que reúne a escritores de
la comarca Patagones-Viedma.
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