Las calles nevadas son siempre un lugar para volver.
la postal y su reverso en blanco: me dirás la verdad?
un empapelado de 1945. un cóctel en manos
de una espía rusa, la lista de todos los errores
en una carpeta sin título, es
mejor que las
palabras se agrupen solas, el
automatismo
funciona muy bien en la pintura,
qué podría
encarecer nuestro plan? en algún
punto tras la muerte
la casa y el fresno en el jardín
podrán corroborar
que las mejores legiones
renunciaron al sentido
de la vista mucho antes de
redactar sus promesas
Si la trama diera un giro y la chica
lograra salir del guión y sus argumentos
a medida de una imagen
sensiblera,
cautiva.
si el viaje terminara
con la cámara bajo el agua de
una bañera
en una ciudad azul: sea
california o grotticelle.
algo de la idea de poesía
estaría funcionando.
fuck you desde la ventana de las
negaciones
blanca y sin vidrios, con
tostadas sobre la mesa
y una línea de jazz en
contrabajo
edificios y manos.
a veces el ojo no es más que eso
a través del enrejado.
el puente deja caer un tren
donde el desierto ya no habita.
cada maletín con su cartel en
órbita, sin reconocerlo,
a punto de encontrarse en un
parlante con forma
/de girasol.
lo real se pincha con
escarbadientes
(miro toda la sustancia del blues en una foto de
fred mcdowell. campera rosa & blanco,
camisa oscura, sombrero oscuro,
pequeño) y puede
contradecirse en la sartén del
bien y el mal.
es solo una imagen congelada, el
funeral de la nieve,
no podría haber venganzas sobre
ello.
qué puede regir sobre lo que no
tuvo ley? tal vez
algunas frutas del recuerdo o
ciertos aparatos
que descansan la corriente de
venas y arterias.
es un barrio donde nadie
recuerda nada.
no habrá cortejo si no sale en
la televisión
el sueño de una pared familiar:
la alegría por aquello que
confirma la regla
pero burbujea tan negro
como el playboy de una publicidad.
vale la pena atravesar el
callejón
y pelear contra los matones ya
muertos
más veces que cristo.
todo para argumentar la
felicidad como deporte
con imágenes de comida en una
calle llena de nieve
donde se refleja un saxofonista ciego.
un texto en loop que dice:
la casa y el fresno en el
jardín...
(De: Las calles nevadas,
Barnacle, 2020,
gentileza de Verónica Vega)
Diego L. Garcia
Diego L.
García. Poeta argentino, nacido en Berazategui, Buenos Aires, 1983. Es Profesor
en Letras, egresado de la Universidad
Nacional de La Plata. Realiza investigaciones sobre literatura argentina del
siglo XIX y ha escrito numerosos trabajos de crítica literaria. Publicó: Fin
del enigma (2011), Margen el verano (2012), Hiedra (2014), Ruido invierno
(2015); Esa trampa de ver (Añosluz editora, 2016), Una
voz hervida (con ilustraciones de Ivankán, Jámpster ediciones, 2017)
y Una cuestión de diseño (Barnacle, 2018). Fue colaborador de
la revista Transtierros, y actualmente de Jámpster y Alto
guiso, entre otras.
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