Si
ahora tú tocaras a mi puerta
y
te quitaras los lentes
y
yo me quitara los míos que son iguales
y
luego entraras dentro de mi boca
sin
miedo a besos desiguales
y
dijeras: “Pero amor mío,
¿cuál
es cuál?”, sería una pieza
de
teatro sin igual.
Ciertos
días, cuando el cielo está más bajo
y
voy, pongamos, de compras
al
mercado, encuentro el círculo caliente
de
la plaza, donde la luz no vuela
sino
devota se agazapa en cada objeto
para
exhibir su íntimo color.
Círculo
amoroso que amalgama el tiempo
y
la distancia, una melaza densa
tan
parecida a la pasta de mi corazón
que ya
no necesito entrar, ya estoy adentro.
Como
a muchos de mis calcetines
al
corazón no lo sujeta ya el elástico,
se
afloja y me descubre y tengo frío.
Así
se te van los años
entre
falsos amores
para
que no cambie nada,
transformando
en pereza
cualquier
pavor: en el punto inmóvil
sin
distorsiones, entre dos inaccesibles
pasiones,
que nada se acerque
de
verdad, que nada se vaya.
Antes
era fácil el pensamiento leve,
botón
de clavel
que
sólo aspiraba a abrirse vanidoso
y,
si no lo hacía, se marchitaba.
Ahora
este nuevo pensamiento duro
que
no se abre ni decae,
esta
mata espinosa siempreviva
que
el frío no seca, que el sol
no
enciende, que crece por lo bajo
retorciéndose
en sí mismo siempre igual
y
complicándose no sube, obligado,
tan
sólo por haber nacido, a perdurar.
(Del libro:
“Yo casi siempre duermo”Antología
poética; El Puente, México.2008) Patrizia Cavalli (Todi, Italia, 1947 )
(Traducción de Fabio Marábito)
(Traducción de Fabio Marábito)
L’
IO SINGOLARE PROPRIO MIO
(1992)
Se
ora tu bussassi alla mia porta
e
ti togliessi gli occhiali
e
io togliessi i miei che sono uguali
e
poi tu entrassi dentro la mia bocca
senza
temere baci disuguali
e
mi dicessi: “Amore mio,
ma
che è successo?”, sarebbe un pezzo
di
teatro di successo.
Certi
giorni quando il cielo s’abbassa
e
esco magari per fare la spesa
al
mercato io trovo il cerchio caldo
della
piazza, dove la luce non vola
ma
devota s’acquatta in ogni oggetto
per
rivelarne l’intimo colore.
Cerchio
amoroso che impasta insieme il tempo
e
la distanza, una melassa densa
cosí
simile alla pasta del mio cuore
che io
neanche entro, sono già dentro.
Come
alle tante mie calzette
non
tiene piú l’elastico al mio cuore,
cede e
mi scopre, ho freddo.
Cosí
trasporti gli anni
tra
falsi amori
perché
nulla cambi,
riducendo
in pigrizia
ogni
terrore: nel punto fermo
senza
distorsioni, tra due inaccessibili
passioni,
che nulla si avvicini
veramente,
che nulla se ne vada
Prima
era facile il pensiero lieve
bocciolo
di garofano
che
ambiva solo a aprirsi vanitoso,
che
se restava chiuso poi appassiva.
Ora
questo nuovo pensiero duro
che
non s’apre e non decade,
questo
cespo spinoso sempreverde
che
il gelo non secca, che il sole
non accende, che cresce basso
basso
attorto
su se stesso sempre uguale
e
complicandosi non sale, costretto,
soltanto
perché è nato, a perdurare.
IMAGEN: Fotografía de Andrei Turusov (1991).
No hay comentarios:
Publicar un comentario