jueves, 18 de agosto de 2022

FICCIONES SUPREMAS (I)


 











POESÍA REUNIDA
ARNALDO CALVEYRA
Adriana Hidalgo Buenos Aires. 2008
 

Tiempo convertido en lugar

     Resultaría una exageración afirmar que las letras ar­gentinas están atravesando la etapa más crítica de su his­toria. Sin embargo, en la última década, el deterioro de la calidad literaria de las publicaciones revelan, grosso modo, un ligero y mantenido declive. Este cuadro des­alentador, por cierto, se debe a la banalización con que las leyes mercantiles se han impuesto en la industria edito­rial local, dictaminando políticas que tienden, a través de sus pautas erradas, a desplazar la literatura por una prosa light, de convención. Surge así una escritura normativa e insulsa donde los géneros tienden a diluirse de modo mo­nocorde y chato. Todo parece ser lo mismo. En la era de sociedades de consumo, prevalecen los autores sin esti­lo. El tono “pasteurizado”, invisible, demasiado correcto, no corre ningún riesgo más que el de yacer saturado de convención. Se jacta de agradar siempre al lector, un lec­tor cada vez más permisivo y hedónico. Este conformis­mo cultural no hace más que poner en crisis el lenguaje, puesto que esta fabricación estética superficial, puramen­te pasiva, conlleva irremediablemente a la desaparición de la verdadera literatura.
     Por eso, la publicación de Poesía reunida resulta un acontecimiento destacable. Este libro, que reúne el traba­jo de seis décadas del entrerriano Arnaldo Calveyra, cons­tituye el resultado de toda una vida de morosa dedicación a la palabra. Un ejemplo de obrar a contracorriente de las modas imperantes, ya que subvierte factores perniciosos como la inmediatez y la producción masiva por la tozuda extenuación de la reescritura. Calveyra es, por sobre todo, un lirico moroso; jamás se apresuró a publicar. Tampoco formó parte de ningún cenáculo o grupo de pertenencia. Fue un feliz so­litario. La presente edición revela de qué modo este singular autor ha puesto en juego los límites de la escritura. Reúne nueve libros que siguen un orden cronológico, desde 1947 hasta 2008, facilitan­do paisajes originales e íntimos. Una muestra cabal de lo que no es escritura normativa.
     Las ideas y conceptos inmanentes de su poética están dictami­nados por un afán de sentir la poesía como una ética del lenguaje; entendida no como una mera ejercitación espiritual, un estado de ánimo deliberado, sino como la extrañeza de un mundo lejano y vedado. La palabra como un ente vivo que, a su vez, se hunde en la mitología personal y secreta del autor, aludiendo a memorias soña­das de su infancia en Mansilla, el campo, las noches estrelladas, ela­boradas a través de ritmos, aliteraciones melódicas y repeticiones propias. Conformando una expresión legítima, una pulsión perso­nal de sentir el mundo.
     Con el transcurso de años de paciente búsqueda, Calveyra construye su espacio, su colección de objetos y mitos; su identidad. Imágenes, elocución, léxico propio que “nacen del cuerpo y pasa­do del escritor”, como afirma Roland Barthes. Textos medulares como Libro de las mariposas, Diario de Eleusis y Apuntes para una reencarnación, se revelan a través de una prosa poética autárquica. Una respiración inventiva análoga a la del venezolano José Antonio Ramos Sucre o el limeño José María Eguren, quienes asociaban en cada palabra sentimientos tan complejos y ambiguos como sole­dad, pasión y esplendor, para así hilvanarlos y crear textos poéti­cos breves. Toda su poética entraña un destino, el de dialogar lúci­damente con la autonomía de su propio lenguaje.
     Este extenso volumen posibilita un quiebre ante la serialización complaciente en la que está hundiéndose el panorama poético ar­gentino, proponiendo a cambio topografías nunca antes transita­das, un viraje localizado en las antípodas de los lugares comunes Sin dudas, Calveyra está llamado a ser una de las voces fundamen­tales de la poesía argentina del siglo XX.
 
 
Ed. Griselda García, 2021,
originalmente publicado en
la Revista El niño Stanton Nº 7,
 Mayo 2009)
 
Augusto Munaro (Buenos Aires, 1980)
 
 


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