sábado, 3 de mayo de 2025

NECESIDAD DEL CANTO

 


EL JARDINERO

Aprendí con mi abuelo a plantar árboles.

“Los sauces necesitan 
más agua, Andrés, que vos, 
y sus raíces 
al principio no son 
demasiado profundas.
A veces crecen rápido 
y otras veces se estancan en la tierra, 
asustados del aire.”

Hoy no existe ni abuelo
ni país, pero queda
este sauce encorvado al que, me digo,
Andrés, hay que cuidar,
estas raíces frágiles,
este miedo a la altura de la vida.



No sé por qué persigo la bisagra 
y entre los dos destinos de una cuerda 
me instalo en la zona tirante 
como si cada pie tuviese 
un plan opuesto ¿cuál 
llegará antes? qué tarea 
ir mientras voy volviendo 
quedarme cuando acabo de salir



ROTACIÓN DE LOS CUERPOS


Rotación de los cuerpos: 
describen en la cama 
órbitas mientras duermen, 
se alternan, se aproximan 
respirando por ciclos 
en su quietud volante, 
buscan agua en los pozos 
de una arena posible, 
la pisan, dejan huella 
cuando mueven los pies.

¿Hacia dónde caminan?
Quizás avanzan juntos 
en sueños paralelos 
y sus lunas coinciden 
y por azar se esquivan 
y prosiguen girando
           hasta que un cuerpo roza

el contorno del otro.

Y no hay choque ni eclipse 
sino luz y regreso 
a la tierra sin orden 
donde ocurre el milagro.




No sé por qué venero la pornografía
esta mansa costumbre del salvajismo ajeno
cuando contemplo el placer de los otros
mi parte fugitiva se complace
espiando al que no soy
fornicando sin mí
veo reflejos
perversiones caseras
feliz de estar aquí con nadie




PLEGARIA DEL QUE ATERRIZA


Cielo yo que no creo que en ti floten mensajes
y que leo en el alma (y digo alma)
cómo nada más alto nos protege
que el placer, la conciencia y la alegría,
yo te prometo, cielo, si aterrizamos sanos,
que guardaré este miedo que hace temblar mi pulso
mientras escribo en manos de la furia del aire.
Lo guardaré, si llego, no para fabular
razones superiores ni para desafiarlas
sino por recordarte siempre, cielo,
liso, llano y azul como ahora te alcanzo,
hermoso, intrascendente, un simple gas que agita
la luz y me conmueve
como sólo un viajero transitorio,
como sólo un mortal puede saberlo.



LA OTRA VÍA


El ciclo de la piedra


La piedra que reposa sobre tierra.
La tierra que agitada lanza al aire 
una piedra distinta, voladora.
El pájaro ligero que en trayecto 
gris hacia el horizonte cae al mar, 
y sumado a la vida se confunde 
con la larga promesa de las olas.
Promesa libre que -adelante el tiempo 
y adelante el azar- trae una piedra 
inquieta y nadadora hacia la orilla.
El niño que asombrado por lo simple, 
bajo el destello anónimo del cielo, 
la devuelve al vacío, donde aguarda el poema.

(Del libro homónimo,
Antología poética 2000-2020,
Caleta Olivia,2024 

Andrés Neuman


Andrés Neuman (1977) nació y pasó su infancia en Buenos Aires. Hijo de músicos argentinos exiliados, trabajó como profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Granada. Es autor de poemarios como El tobogán, Mística abajo, No sé por qué, Patio de locos, Vivir de oído o Isla con madre, muchos de ellos inéditos en Argentina. Recibió los premios Federico García Lorca, Antonio Carvajal e Hiperión de Poesía. Fue Finalista del Premio Herralde con su primera novela, Bariloche, a la que le siguieron La vida en las ventanas, Una vez Argentina, El viajero del siglo (Premio Alfaguara y Premio de la Crítica), Hablar solos, Fractura g Umbilical. Ha publicado libros de cuentos como Alumbramiento o Hacerse el muerto; el diccionario satírico Barbarismos; el diario de viaje por Latinoamérica Cómo viajar sin ver; y el tratado sobre cuerpos no canónicos Anatomía sensible. Obtuvo el Firecracker Award, otorgado por la comunidad de revistas, editoriales independientes y librerías de EEUU, y la Mención Especial del Independent Foreign Fiction Prize. Formó parte de la lista Bogotá-39 y fue seleccionado por la revista británica Granta entre los mejores nuevos narradores en español. Sus libros están traducidos a más de veinte lenguas.






No hay comentarios: