1-
escribirlo requiere demasiados
detalles; necesitaríamos captar
todo de nuevo: en el recuerdo
el viento mecería achiras
sobre la margen del asfalto,
restos de caucho, tizne,
cada una destas palabras,
algo estrictamente profesional;
y una experiencia como criterio
de verdad: lo que creíamos
era el movimiento. luego
guardaríamos silencio, una acción
que aún podemos hacer solos
porque resulta harto débil
como para engañarse a sí misma.
hay pobres porque hay ricos.
5-
escuchar nuestras voces hace
que entendamos alguna parte
de nosotros mismos, nada que
no estuviésemos dispuestos
a cumplir. en todos estos años
no nos movimos de tal premisa.
y eso se convirtió en el principio
de todo, de nuestro amor. lejos
de los mosaicos de píxeles.
Merlina, Vera, nos conocemos
desde hace mucho más tiempo
del que tratamos con el mundo
que nombramos y nos incluye
a la vez. felices ahora por haberlo
sido desde entonces.
15-
decimos tren del oeste para decir
esta es nuestra historia y nuestro
retrato es este, pero no lo canto
por eso. ahora la tarde se diluye
o es la última claridad del día (luz
de mercurio en el andén y hojas
amarillas en la polvareda lejana).
es otro recuerdo de amor. y añado
un reclamo por el funesto servicio
público del transporte ferroviario.
porque fue la última vez que la vi
y porque ya no me quiere más.
21-
escuchen, hermanos: siempre
nos tiraron del mismo lado.
nunca estuvimos en el medio.
¿y qué hicimos con lesiones,
destrozos, injurias o daños, aparte
de escribir e impedir o entorpecer
el normal flujo del tránsito
por tierra? ¿y qué escribimos
ahora que vamos a vivir menos
y nuestras casas quedan
demasiado lejos para volver?
¿mantuvimos las apariencias
tras los elementos figurativos
del lenguaje para con la derrota
librarnos de la derrota? ¿nos vimos
en los libros, muchachos del verano?
¿alguna copla aleve que educir
en vuesos parvos volúmenes?
44-
ahora quisiéramos el don
del sueño, descubrir cada día
una cosa y tras vaciar más
de una botella juntos, emborracharnos
y permanecer borrachos, hablando
de libros con tapas de hule
y del amor que sentimos y el amor
que perdimos, sin recordar cuál
(ya no recordamos cuál), sólo
rehuir al llamado del bien y ajenos
al idioma (a cualquier idioma),
que alguien diga algo hermoso
y sea para nosotros.
(Del libro homónimo,
Barnacle, 2025,
Envío del autor)
Alberto Cisnero (La Matanza, Buenos Aires, 1975)
Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores.
IMAGEN: Fotografía del autor, tomada del blog Otra Iglesia es imposible, de Jorge Aulicino.

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