Mientras
avanzo en punto muerto
tengo
la oportunidad de ver el cielo rosado
todos
los coches se dirigen en línea recta
hasta
que uno hace lo contrario
vuelve
sobre su camino
y lo transita
de nuevo pero diferente
alguien
cede un espacio, se abre un hueco
que
rápidamente ocupa otro auto
hace
frío aunque el clima me parece ajeno
tengo
los guantes puestos
adentro
están los dedos semi-congelados
pero
¿Cómo sé que son mis dedos y no
una
fila de cañones apuntando al exterior?
de un
momento a otro no pertenecer a la ciudad
parece
fácil, abandonar la arquitectura
estricta
de la calle es una posibilidad
estoy detenida
en la mitad de la avenida
todo se
ha frenado de golpe
alzo
los brazos para alcanzar
comienza
a llover y eso me pone tan feliz
que
olvido dónde queda mi casa, pierdo la orientación
¿Acaso
no me llega la felicidad
cómo le
llega al cielo ese trueno deslumbrante?
los
árboles al costado de la calle
plantados
como soldados en formación
una
mezcla de imágenes que se superponen:
aviones
que despegan y se ven
tan
cerca de los coches que se apilan en el tráfico
acoplados
de camiones cargados de mercadería
máquinas
trabajando en el asfalto
trato
de asimilar la velocidad a la que viaja la intemperie
pienso
en todo lo que en este momento
se
mueve en el mundo y en lo que me gusta
manejar
este coche sabiendo que en cada curva
puede
cambiar el panorama
las
calles que tomo por atajo en Tablada
los
chicos que emergen del asfalto
apartados
completamente del exterior
haciendo
willys con la moto o cruzando a pie
con la
música fuerte en los auriculares
la
complejidad del suelo partido por donde se lo mire
sus
incontables grietas que fluyen
hacia
los pozos de la esquina donde pareciera
que uno
se arroja al interior del mundo
pienso
en todos nosotros partiendo hacia alguna parte
tratando
de construir un recorrido
necesitando
lo mismo que necesitan los albañiles:
muchos
materiales y una considerable cantidad de tiempo.
Mariana Suozzo (Argentina, Buenos Aires, 1982)
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