La poesía es
una presunción,
una jactancia;
es remar hasta
el centro del lago,
recoger los remos
y quedarse ahí,
sin saber bien
por qué
o para qué.
En cada ojo el paisaje es otro...
En cada ojo el paisaje es otro, en cada oído
la historia es otra; en cada caricia la piel del amante
es otra, y en cada lengua es otro su sabor. Infatigable,
el blanco evade la flecha. En cada enamorado
el perfume de la tarde es otro; en cada creyente Dios,
aún el mismo Dios, es otro. El ojo y su reflejo
se mienten, simulan compartir un rostro único, pero
lo cierto es que los sentidos, indómitos, tironean
cada uno para su lado; cada uno tejiendo
su propia versión, cada uno eje de esa otra memoria
que, constante, nos desdice y multiplica.
Prometo ser feliz...
Prometo ser feliz, apenas pueda...,
en lo que me resta de esta vida o en algún
otro tiempo en el que retorne como flamenco,
monja de clausura o crisantemo. Lo prometo,
no puede ser que no le encuentre la vuelta. Sí,
tarde o temprano seré feliz; aunque la idea,
debo decirlo, así como me atrae me aterra.
(De: Oh, yo, mi efímero dios, 2011)
César Bandin Ron (Buenos Aires, Argentina; 1948-2019)
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