I
En la verdulería el verano
sorprende más que en un campo de flores.
¡Oh, gran Titi de Berisso,
entre cajones de lechugas bolivianas,
frutillas de Brasil, bananas de Ecuador
y una redonda, inverosímil papa
de orgullosa existencia argentina!
El diario, acá, recobra su naturaleza
para envolver la abundancia del mundo.
Y la única realidad entre tanta materia fugaz
no depende sino de una sucia balanza
donde se pesa, colorido y exuberante,
hasta un kilo del mismísimo Dios .
II
Equilibrio de nubes en las manos.
Titi sobre la balanza posa última
una pera casi roja sobre cuatro verdes.
¿Cuánto más debe pesar el sabor de un verano?
Esa balanza sabe desniverlarse
hasta con el peso de una mirada.
Y aún cuando el tiempo lo aplaste todo
hay un punto en que la quieta aguja
rompe el cero inicial y sube y baja
no más allá de los veintiún gramos.
Luego, nada deja de ser
rigurosa quietud en el conjunto.
¿Sentís?
Es ahora el peso de la luz.
Empuja arriba.
Pero ¿Sentís?
¿Quién diría que también esto termina?
(Inédito ,
del libro "21 gramos",
del libro "21 gramos",
de próxima aparición
en Ediciones en Danza)
Osvaldo Picardo (Argentina, Mar del Plata,Provincia de Buenos Aires, 1955)
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