lunes, 21 de diciembre de 2015

UNA DÉCADA



Cuando llegaste, eras como el vino tinto y la miel,
y tu sabor me quemó la boca con su dulzura.
Ahora eres como el pan de la mañana,
suave y agradable.
Casi no te paladeo del todo porque conozco tu sabor,
pero estoy completamente nutrida.




LA LÁMPARA DE LA VIDA

Siempre estamos persiguiendo una luz,
y siempre la luz se aleja. Con las manos a tientas
nos estiramos hacia esa gloria, mientras las tierras
que atravesamos se ocultan a nuestra vista,
oscuras y misteriosas, plegadas en la noche profunda.
No nos importa, toda nuestra mayor necesidad
no exige más que luz, ¡la luz! Tan quieta permanece
pero seguramente será nuestra si ejercemos nuesto poder.
¡Tonto! Nunca podrás captar ese destello fugaz,
su llama brillante moriría si fuese capturada,
su vigencia es siempre aparente,
pero sólo un poco más al frente. Consternados,
pero iluminados siempre desde adelante, somos llevados
por nuestro camino desconociéndolo, como en un sueño.





Amy Lowell (E.E.U.U., Brookline, 1874-1925)

(Traducción: Miguel Grinberg)



(Versión NO bilingüe)










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