viernes, 30 de diciembre de 2016

LA PURA VERDAD







































Si ustedes lo permiten,
prefiero seguir viviendo.

Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:

siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.

Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor
y miedo y apremio.

Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.

Me avergüenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,

un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.

Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin
darme cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a
cualquiera o aburrir de golpe.

Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi
memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.

El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,
pero lo he derrotado
para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán algun día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la
Cenicienta, aunque algunos
me recuerden con cariño o descubran mi zapatito
y también vayan muriendo.

No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.

La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.

Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:

sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.

Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no
sirve y se corrompe.

Puedo hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.

Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida

Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.

Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme

Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.




Francisco Urondo






Francisco Urondo (Santa Fe, 1930 - Mendoza, 1976). Alias Paco. Poeta argentino perteneciente al grupo del invencionismo, que en los años cincuenta se formó en torno a la revista Poesía Buenos Aires, fundada por R. G. Aguirre. En sus primeros títulos (Historia antigua, 1956; Breves, 1959; Lugares, 1961), Urondo asimiló en su obra la influencia de dos grandes poetas disímiles, O. Girondo y J. L. Ortiz, que no habían encontrado hasta que apareció su escritura una voz que los reuniera, pero a partir de Nombres (1963), el autor agregó además elementos coloquiales y el uso de un lenguaje absolutamente personal, que lo convertirían en una de las cumbres de la poesía argentina de la segunda mitad del siglo. Sus libros posteriores (Del otro lado, 1967; Adolecer, 1968; Son memorias, 1970; Poemas póstumos, 1972) confirmaron esa singularidad, que en ocasiones se advierte también en otros géneros que el poeta frecuentó en forma esporádica, como los relatos de Todo eso (1966) y Al tacto (1967) o su incursión en la dramaturgia ( Sainete con variaciones, 1966). Comprometido en la lucha armada contra la dictadura militar, Urondo estuvo preso en la cárcel de Villa Devoto, publicó el documento de denuncia La patria fusilada (1973), y murió en un enfrentamiento con el ejército, el 17 de junio de 1976.




miércoles, 28 de diciembre de 2016

UN POEMA ES UNA PIEDRA

















Dejá que entre la luz,
dejala que entre,

que se acomode,
que abra su valija;

no vayás a echarla;
dale de comer;

dejá que ande por la casa.



***

Hay un momento en que antes de ir,
de volver, el ave, o pájaro extraño
−formas humanas de este vuelo−,
mira ensimismado su plumaje;
hay un momento, o borde o filo,
en que calla, calla, y canta al fin
unas pocas notas ásperas.


***

Luna, grave
luna, encima

de los tejados
ya húmedos;

y las calles solas,
solas,

donde se va
esfumando

la estela
de tu aliento

a cada paso.



***

Un poema es una piedra
y dos de esas piedras
       no son
sino el comienzo
o parte de un camino.
Un poema es una piedra
que bien puede
       en la niebla
marcar rumbo.
Un poema en la noche
       brilla
con luz propia.


***

                         Escuchad el viento:
                         John Coltrane


No quiero armonía;
       escuchad
el viento que saco entre mi lengua
       y mis dientes
y pasa cortante
       por mi saxo.
No quiero armonía;
       quiero
perforar el aire;
       quiero
rehacer el rumbo de la calle
y andar después
       grave, distante,
musitando y callando
a todo piano.



(Envío de Rolando Revagliatti)


Eduardo Dalter





Eduardo Dalter nació en Buenos Aires, Argentina, en 1947. Poeta, investigador cultural y difusor de la poesía latinoamericana. Sus poemas han sido incluidos en diversas revistas: revista Crisis (Buenos Aires), revista Alero (Universidad de Guatemala), Shantih magazine (New York), Revista Nacional de Cultura (Caracas), y revista Casa de las Américas ( La Habana ), entre otras. Durante los años de la última dictadura militar de su país vivió en el Oriente venezolano y en la ciudad de Maracaibo, donde en 1982 , donde se publicó uno de sus libros. Dio conferencias y  participó de encuentros internacionales, y asimismo brindó numerosas lecturas; entre otras: en el Ginsberg Tribute, en el Central Park, New York, y en la Feira do Livro, en Brasilia. En el año 2000 tuvo edición su trabajo de investigación Harlem: los blues de la historia. Por otra parte, en el lapso 1994-2002 dirigió en su ciudad la revista de poesía latinoamericana Cuaderno Carmín, de difusión continental. En 2013 dio charlas y lecturas en escuelas y en centros culturales de Italia y de Inglaterra. Reside al sur de su ciudad natal. Ha escrito una veintene de volúmenes de poesía, entre ellos: Las espinas del pescado (Edic.por la poesía, Bs.As.,1973); En la medida de tus fuerzas (Ed. Cantaclaro, Maracaibo, 1982); Aguas vivas (Ed. del Cántaro y Huaico, Bs.As., 1993); N.Y. Postales para enviar a los amigos (Ed.del Nuevo Cántaro, Bs. As., 1999); Bocas baldías; (Ed. del Nuevo Cántaro, Bs. As, 2001; y Dos cigarrillos para Eliot (Ed. del Nuevo Cántaro, Bs. As, 2011).

La selección que presentamos fue tomada del libro "30 POEMAS", una antología realizada por el autor en el año 2005, de varios de sus libros.  






lunes, 26 de diciembre de 2016

CUENTO PARA UNA PERSONA


























UN VESTIDO NUEVO


"La formas cambiantes de la belleza
dejan una suave nostalgia",
eso es lo que estaba escrito bajo la fotografía;
mientras la contemplaba, se escapaba de la sábana,
de lo que todos habían comentado
sobre esa anotación a lo largo de los años,
lo que esa anotación construía
en el paso del tiempo y el efecto,
todos parecían encontrar algo muy profundo ahí,
algo muy verdadero.
Ella no encontraba nada ahí,
ni profundo ni verdadero
ni nada, no lo había
y lo único que la había llevado a conservarla
antes de tirarla al fuego
es que la niña que se mostraba era ella
y había dudado, como todos, un poco
antes de romper su propia imagen
y tirarla a la chimenea;
hacer eso nunca conduce a algo bueno,
mejor hubiera sido guardarla en un ropero.
La fotografía podría ser un espejo
en cuanto que la mirada en ese momento
y ahora eran casi idénticas,
lo confirmaba 
mientras se iba acercando al reflejo de la vitrina
y, tomada por esa idea
y en un mismo movimiento,
se alejó rápido del centelleo
como deteniendo un hechizo.
Romper la fotografía, tirarla;
fue un acto que se emprendió
y finalizó en un tiempo;
todo lo demás vendría más tarde
como todo lo anterior había venido antes.
Fue por primera vez que se sintió lejos 
muy lejos de lo que apenas había planeado.
Él estuvo frente a una vitrina también,
en otra ciudad
y unos meses más tarde.
Se quedó fascinado frente a la cantidad de muñecas
que se multiplicaban  en los estantes de espejos,
que salían de otras
siendo la primera grande, luego mediana
luego pequeña, luego ínfima.
Le fue bastante fácil comenzar a enhebrar la aguja
y eso que no había casi nada de luz
donde se encontraban las telas,
eran retazos chicos
pero iban a alcanzar para hacer lo que él quería.
Se preocupó mucho por encontrar hilo negro
porque de ninguna manera quería
que se viesen las costuras
como tampoco hubiese querido que nadie lo viese a él
mientras el vestido no estuviera listo.
Pero la tela que faltaba había encontrado 
plumas rojas y doradas,
pensó que podría terminarlo en las mangas
y en la caída de con plumas,
quizás extenderlas hasta el suelo
e incluso más si alcanzaba
para que cuando ella se posase
-como la modelo que había visto
en una revista-
pareciera un pavo real o un cacique indio.
Y en el momento en que comenzaba la tarde,
que había parecido ausentarse, pero también el día
para hacer de ese momento una especie de terreno vacío
en el que se encontraba solo en contacto
con lo que podía sentir que era
un milímetro de metal entre los dedos
y algo así como una especie de propósito.
Y sentía algo de dolor en los brazos
también porque nadie lo estaba viendo,
porque a nadie podía contarle
cómo arrancan los propósitos secretos,
de alguna forma que a veces entristece,
remiten a algo peculiar o casi intransferible,
una suerte que se piensa es uno mismo.
Esa suerte se arrimaba desde hacía mucho tiempo
en el que sentía parte de una tarea oculta
porque había perdido el trazo que imaginaba
que los demás podían encontrar
más fácilmente en él;
en el cual las acciones decían la mayoría de las cosas
y entonces lo componían, lo ajustaban, lo construían.
Pensaba si era posible encontrarlo de nuevo,
qué sería lo que podía iniciarlo en él
y por otra parte sentía también
el peso de lo que sería bueno
como el vestido esperaba también lo fuera.
No es que pudiera sentirse más extraño,
simplemente sentía que las cosas habían sido
así como son las cosas en un momento
y se cree que hubo un inicio
en el cual pudieron ser modificadas
según la propia voluntad
y luego eso se vuelve un recuerdo difuso
que parece convertirse en intenciones.
No podía dejar de sentirlo
como también se negaba a rendirse afuera,
como se había negado a hacer lo correcto
y entonces la garganta le dolía
porque era en la garganta donde todo lo que no corría
se anudaba
y con comer se pasaba, con coser se pasaba,
con arreglar la turbina se pasaría
o tal vez no, o quizás de a poco.
Y un poco de bondad había en eso
y sólo provenía de él mismo,
porque como él lo había sabido,
nada es indispensable hasta que lo es
y todo puede existir como no existir
y cuando lo había escuchado por primera vez
le había gustado aun más que como gustan las palabras;
eso era casi verdad -él quiso creer-,
sin embargo ahora no podía remitirlo a nada.
Parecían estar lejanos esos puntos
y que podría existir como no existir
y que era indispensable como también no lo era,
todo eso era demasiado vago.
Pero no podía dejar de hacer lo que estaba haciendo,
porque sí se había escindido
en la voluntad de esperar 
y también de convalecer,
él lo había aprendido, él lo había adquirido
y entonces no podía dejarlo.
Es que mientras lo estaba zurciendo,
se molestaba de insistir consigo mismo
sabiendo inevitablemente que con bucear
no se encuentran más cosas,
pero el día mismo parecía irse,
tampoco podía encontrar la hora
y por lo mismo,
dejó a medio hacer el vestido.
Era similar a lo de la cabeza cortada,
porque en ese despertar ligero con hambre
se había olvidado de casi todo,
o mejor aún,
sintió que todo podía descomponerse en partes
y entonces desaparecer:
hacer desaparecer una parte,
como había logrado desaparecerlo  a él
y ella luego también había desaparecido.
Lo que le dejaba entonces
ese hueco aparte era un latir distinto
que ya lo había comprobado en lo que decían los otros
y ahora lo comprobaba en su posibilidad misma
y tenía que ver con eso de que todo puede hacerse
y deshacerse ahora.
Todo puede hacerse y deshacerse ahora,
se puede ir y volver,
se puede tener y dejar de tener;
eso es lo que ella le había dicho
y a lo que él había sonreído
como lo más milagroso del mundo y ahora pesaba,
no porque estuviese mal
sino porque no tenía que ver con él
y eso era suficiente.
Si bien desde hacía mucho estaba acostumbrado a concordar
y a ser parte de las visiones distintas,
y también a figurarse en ellas,
se daba cuenta de que eran únicamente
para las personas que las manifiestan;
hay un logro en eso, en poder afirmarse, sí, 
pero eso de hacer y deshacer no era para él.
Era la sensación de haberse dado cuenta tarde,
pero la verdad es que de había dado cuenta antes
como lo que está al límite de la excitación
y tiene que ser despuntado.



Laura Petrecca




Laura Petrecca (Buenos Aires, 1985). Publicó los libros de poemas Pensó que ya lo sabía (Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2008), Los barcos vuelven (La propia cartonera, Montevideo,  2010) y Cuento para una persona (Ed. Entropía, 2014); así como otros textos y traducciones en  revistas de Francia, México e Inglaterra.




sábado, 24 de diciembre de 2016

NAVIDAD



















NOCHE DE PAZ


Nieve artificial que caes y que no caes
en la caja de música de una navidad descompuesta
De una casa a otra no hay ni aun el espacio
que separa a las estrellas, hay la Ley de la Inexistencia.

No soy tu Papá Noel ni estás posando junto a mí
para la eternidad de una postal en familia
ni estamos menos separados que los vivos de los muertos.

La irrisoria noche de paz, la ridícula noche de amor
sigue endulzándose a medida que pasa
pero yo estoy metido en esta guerra
y si me apoyas no firmaré nunca la paz
tampoco esta noche que nos separa de un tajo
aunque parezca indolora, aunque parezca indolora.




Enrique Lihn (Chile, Santiago, 1929- 1988)








viernes, 23 de diciembre de 2016

INFAMÉLICA



Ni es por simpatía


No es por amor
ni siquiera es por simpatía
que me elige

Le convengo
por mi austeridad

y fiereza.


***


Romanticismo


¿Así que a ese órgano tuyo (entraña, víscera)
de naturaleza muscular común a todos
los vertebrados y a muchos invertebrados
que actúa como impulsor de la sangre
y que en el hombre está situado en la cavidad torácica

adjudicás la responsabilidad
por tu compulsiva práctica de fornicio
con la rematadamente loca de mi hermana?


***


No es ella la mujer


No es ella la mujer que me dio la vida
no es ella mi vida
no es ella la mujer de mi vida
ella no se desvive por mí

apunta a mi vida
y me mata.



***

Frente


Mordisqueo tus labios de frambuesa
atrapo el lóbulo de tu deliciosa
orejita derecha
y así
        incitado
                       beso
con extrema dulzura
tus dos dedos de frente.



***



¡Me lo tenías que decir!


Nunca pude
con alguien
que me lo diga

Ahora
ya
no
se
(me)
produce

Ahora
ya
no
llego

¿Por qué tenías que decirme tanto?



***


Aprovechamientos 


A la tía la asaltábamos en su pieza
cada sábado después del mediodía
sus sobrinos
Púberes, adolescentes
sin adultos en la casa
jugábamos a que era nuestra
a que la tía nos estaba destinada
Aprendimos en ella
nos adiestramos
los dos hermanos y el primito
Estimulada así la tía
casi muda nos daba todo
en su delicado estupor
A su manera nos aguardaba
y se concedía sus raciones de vértigo
Manuable, dúctil nos complacía
en familia
Mi primo sobreactuaba para no derrumbarse
alardeaba de sádico
y me parece que estaba
caliente con mi hermano

A los tres en fila nos mamaba la tía
La mía se la dejaba más tiempo en la boca
Mi primo se aferraba la suya
él dirigía su batuta
y la descargaba antes que mi hermano y que yo

Mi hermano fue sorprendido por papá
un jueves después de medianoche
sodomizando a la tía
Cegado, papá, el histórico
fornicador de su hermana
los acuchilló
Mi primo y yo nunca recordamos
estando juntos
a esos muertos
Dejó secuelas:
él se hizo stripper
y yo
      coleccionista y usuario de italianas
suecas, taiwanesas, mucamitas indias
embarazadas africanas, cadavéricas
muñecas inflables.





Rolando Revagliatti  (Buenos Aires, Argentina, 1945)





miércoles, 21 de diciembre de 2016

LAMENTO










































Sucede algo terrible: mi amor
se está muriendo otra vez,  mi amor que ya se ha muerto:
murió y ya lo lloré. Y sigue la música,
la música de la separación: los árboles
se convierten en instrumentos.

Qué cruel es la tierra, los sauces resplandecen,
los abedules se inclinan y suspiran.
Tan cruel, y tan profundamente tierna.

Mi amor se está muriendo, mi amor,
no sólo una persona, sino una idea, una vida.

¿Para qué voy a vivir?
¿Dónde volveré a encontrarlo,
sino en el dolor, madera oscura
con que se hace el laúd?

Una vez ya basta. Una vez basta
para despedirse sobre la tierra.
Y para estar de luto,  también.
Una vez basta para despedirse para siempre.

Los sauces resplandecen junto a la fuente de piedra,
junto a los senderos de flores.

Una vez es suficiente: ¿por qué vive de nuevo?
¿Y por qué tan efímero, sólo en un sueño?

Mi amor se está muriendo: la despedida ha recomenzado.
Y a través de los velos de los sauces
la luz del sol asciende y resplandece,
no la luz que conocimos.
Y los pájaros cantan otra vez, 
y la tórtola viuda, también,  canta.

Ah, ya he cantado esta canción. Junto a la fuente
de piedra los sauces cantan otra vez,
con ternura indecible, mientras mojan sus hojas
en el agua radiante.

Es claro que lo saben. Él se muere otra vez,
igual que el mundo. Se muere por el resto de mi vida,
para que así yo lo crea.



Louise Glück  


(Traducción: Mariano Peyrou)

LAMENT

Suddenly, after you die, those friends
who never agreed about anything
agree about your character.
They’re like a houseful of singers rehearsing
the same score:
you were just, you were kind, you lived a fortunate life.
No harmony. No counterpoint. Except
they’re not performers;
real tears are shed.

Luckily, you’re dead; otherwise
you’d be overcome with revulsion.
But when that’s passed,
when the guests begin filing out, wiping their eyes
because, after a day like this, 
shut in with orthodoxy,
the sun’s amazingly bright,
though it’s late afternoon, September—
when the exodus begins,
that’s when you’d feel
pangs of envy.

Your friends the living embrace one another,
gossip a little on the sidewalk
as the sun sinks, and the evening breeze
ruffles the women’s shawls—
this, this, is the meaning of
“a fortunate life”: it means
to exist in the present.





Louise Elisabeth Glück (Nueva York, 1943), es una poeta estadounidense en lengua inglesa. Fue la duodécima poeta laureada (2003-2004) por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Gluck nació en la ciudad de Nueva York y creció en Long Island. Se licenció en 1961 por la George W. Hewlett en la ciudad de Hewlett, Nueva York. Posteriormente asistió al Sarah Lawrence College en Yonkers y a la Universidad de Columbia. Ganó el Premio Pulitzer de poesía en 1993 por su poemario The Wild Iris (El Iris Salvaje). Ha recibido también el National Book Crtics Circle Award por Triumph of Achilles, el Premio de la Academia Americana de Poetas por Firstborn, así como numerosas becas Guggenheim. En este momento vive en Cambridge, Massachussets, y desarrolla actividades de docencia en el departamento de lengua inglesa del Williams Colleges. Es autora de once libros de poesía, el último es Averno (2006); el anterior, The Seven Ages (2001), ambos traducidos al español en la Editorial Pre-textos.





lunes, 19 de diciembre de 2016

LEY NO ESCRITA





















Interesante cómo nos enamoramos:
en mi caso, absolutamente. Absolutamente y, ay;
            con frecuencia,
así fue mi juventud.
Y siempre de hombres bastantes infantiles-
inmaduros, huraños, que pateaban tímidamente las hojas
            muertas
a la manera de Balanchine.
Tampoco los veía como versiones de la misma cosa.
Yo, con mi inflexible platonismo,
mi encarnizada visión de una sola cosa en cada momento:
me pronuncié contra el artículo indefinido.
Y sin embargo, los errores de juventud
me quitaron la esperanza porque se repetían,
como suele suceder.
Pero en ti sentí algo más allá del arquetipo:
una expansividad verdadera, un optimismo y un amor
            por la tierra
totalmente ajenos a mi carácter. Es mérito mío
haber bendecido en ti la buena fortuna.
Haberla bendecido absolutamente, a la manera de aquellos
            años.
Y tú con tu sabiduría y su crueldad
me fuiste enseñando la falta de sentido de ese término.



Louise Glück  (E.E.U.U.; Nueva York, 1943)


(Traducción: Mariano Peyrou)


UNWRITTEN LAW

Interesting how we fall in love:
In my case, absolutely. Absolutely, and, alas, often—
so it was in my youth.
And always with rather boyish men—
unformed, sullen, or shyly kicking the dead leaves:
in the manner of Balanchine.
Nor did I see them as versions of the same thing.
I, with my inflexible Platonism,
my fierce seeing of only one thing at a time:
I ruled against the indefinite article.
And yet, the mistakes of my youth
made me hopeless, because they repeated themselves,
as is commonly true.
But in you I felt something beyond the archetype—
a true expansiveness, a buoyance and love of the earth
utterly alien to my nature. To my credit,
I blessed my good fortune in you.
Blessed it absolutely, in the manner of those years.
And you in your wisdom and cruelty
gradually taught me the meaninglessness of that term.





IMAGEN - Geoge Balanchine con sus bailarinas.




sábado, 17 de diciembre de 2016

AMOR TERRENAL






















Las convenciones del tiempo
los mantuvieron unidos.
Fue una época
(muy larga) en que
al corazón, que antes se entregaba libremente,
se le exigió, como formalidad,
que renunciara a la libertad: una consagración
conmovedora y condenada al fracaso.

En cuanto a nosotros,
por suerte nos apartamos
de esas exigencias,
como solía recordar
cuando mi vida se hizo añicos.
Así que lo que tuvimos tanto tiempo
fue, más o menos,
algo voluntario, vivo.
No fue hasta mucho después
que empecé a pensar de otro modo.

Todos somos humanos:
nos protegemos
lo mejor que podemos,
incluso llegamos a rechazar
la claridad. a engañarnos
a nosotros mismos.Como en
la consagración de la que hablaba.

Y sin embargo, en este engaño
hubo verdadera felicidad.
Así que creo que repetiría
esos errores del mismo modo.
Tampoco me parece que sea 
crucial saber
si esa felicidad 
se basa en una ilusión:
es real a su manera.
Y en cualquier caso, acabará.



Louise Glück  (E.E.U.U.; Nueva York, 1943)


(Traducción: Mariano Peyrou)


EARTHLY LOVE

Conventions of the time
held them together.
It was a period
(very long) in which
the heart once given freely
was required, as a formal gesture,
to forfeit liberty: a consecration
at once moving and hopelessly doomed.

As to ourselves:
fortunately we diverged
from these requirements,
as I reminded myself
when my life shattered.
So that what we had for so long
was, more or less,
voluntary, alive.
And only long afterward
did I begin to think otherwise.

We are all human–
we protect ourselves
as well as we can
even to the point of denying
clarity, the point
of self-deception. As in
the consecration to which I alluded.

And yet, within this deception,
true happiness occurred.
So that I believe I would
repeat these errors exactly.
Nor does it seem to me
crucial to know
whether or not such happiness
is built on illusion:
it has its own reality.
And in either case, it will end.




jueves, 15 de diciembre de 2016

ESTUDIO ROMANO





Al principio sintió
que tenía que haber nacido
de Afrodita, no de Venus,
que quedaba muy poco por hacer,
por lograr, después de los griegos.

Y le disgustaba la luz,
que Grecia tiene derecho
a reivindicar.

Maldijo a su madre
(en privado, discretamente),
quien podría haber organizado todo esto.

Y después se le ocurrió
examinar estas reacciones
en las que, al final, reconoció
una clase completamente nueva de pensamiento,
más mundana, más ambiciosa
y política, en lo que ahora llamamos
términos humanos.

Y cuando más lo pensaba,
más sentía
un ligero desdén por los griegos,
por su austeridad, por el sobrecogedor
equilibrio de sus tragedias, hasta las más grandes,
emocionantes al principio, después
ligeramente predecibles, rutina.

Y cuanto más lo pensaba,
era más evidente para él cuánto
quedaba por vivir
y escribir, un mundo material hasta ahora
apenas dignificado.

Y precisamente en este razonamiento reconoció
el alcance y la trayectoria de su propio
carácter observador.  



Louise Glück  (E.E.U.U.; Nueva York, 1943)


(Traducción: Mariano Peyrou)

ROMAN STUDY

He felt at first
he should have been born
to Aphrodite, not Venus,
that too little was left to do,
to accomplish, after the Greeks.
And he resented light,
to which Greece has
the greatest claim.
He cursed his mother
(privately, discreetly),
she who could have arranged all of this.
And then it occurred to him
to examine these responses
in which, finally, he recognized
a new species of thought entirely,
more worldly, more ambitious
and politic, in what we now call
human terms.
And the longer he thought
the more he experienced
faint contempt for the Greeks,
for their austerity, the eerie
balance of even the great tragedies--
thrilling at first, then
faintly predictable, routine.
And the longer he thought
the more plain to him how much
still remained to be experienced,
and written down, a material world heretofore
hardly dignified.
And he recognized in exactly this reasoning
the scope and trajectory of his own
watchful nature.



IMAGEN; El nacimiento de Venus, Alexandre Cabanel (1863).