Antes aquí hubo aliento sobre los cristales, olor a asado, el mismo rostro en el espejo. Ahora hay un museo. Han acabado con la flora bacteriana del suelo, vaciado los baúles, inundado las habitaciones de cera. Días y noches enteras las ventanas han estado abiertas. Los ratones evitan una casa tan ventilada.
La cama pulcramente hecha. Pero nadie quiere aquí pasar ni una sola noche.
En el espacio que media entre su armario, su lecho y su mesa: la blanca frontera de la ausencia, tan precisa como el molde de su mano.
Zbigniew Herbert
Zbigniew Herbert (Lvov, Ucrania, 1924 - Varsovia, 1998). Poeta y dramaturgo polaco cuya producción, moderna y humanista, lo sitúa entre los grandes de la literatura contemporánea polaca junto a sus compatriotas Czeslaw Milosz y Wislawa Szymborska. De profunda formación humanística, ejerció diversas actividades dentro y fuera de Polonia, pero se mantuvo apartado de la vida pública hasta 1953, momento a partir del cual se dedicó a la literatura en exclusiva. Participó en los movimientos de oposición a la República Popular; en 1987 trasladó su residencia a París. Cultivador de la ironía y de la reflexión ética, consideró que éstos son los dos instrumentos de que dispone el ser humano para oponerse al fatum, origen de todas las desgracias e infelicidades, y consagró su actividad literaria a la indagación de los medios para sobrevivir en un mundo dominado por la barbarie. Entre sus libros de poemas pueden citarse Cuerda de luz (1956), Hermes, el perro y la estrella (1957), Inscripción (1969), Informe sobre la ciudad sitiada y otros poemas (1983) y Rovigo (1992). Su producción dramática (La cueva de los filósofos y La otra habitación) está recogida en el volumen Dramas (1970). El señor Cogito (1974), ha sido una de sus obras más aclamadas por la crítica. Escribió además textos radiofónicos y ensayos sobre el arte europeo; póstumamente se publicó Epílogo a una tormenta. En 1991 fue candidato al premio Nobel de Literatura.
2 comentarios:
Cómo me gusta. Gracias, Marcelo.
Susana Tosso.
Un placer que andes por acá, Susana.
Publicar un comentario