LA CANCIÓN DEL PRÓJIMO
Una parcela de pasto en forma
de rectángulo, entendida a lo largo
de la costa, delimitada por cordones,
y en ella filas como antiguos
y palmeras dispersas, cada una
con tres o cuatro pelos;
y después otra parcela prolija,
circular o en forma de cuadrado
y después otra, todas separadas
por grandes explanadas de baldosas,
y así trapecios y triángulos que forman
como camas o minúsculos
jardines para mirar el río:
ahí
los domingos llegan de todas partes
parejitas y familias numerosas
y se tiran y despliegan manteles,
reposeras y canastos, y de un
momento a otro, el parque es un tendal.
* * * * * *
Hay guirnaldas colgando de los árboles
y globos y banderas de colores
y senderos y cercos y casillas
de las que salen como cucúes
chicas jóvenes de provincia
mostrando fotos.
Es verano o primavera
o hace
un poco de calor
y el
sol brilla en lo alto sobre todos:
una
nena se entretiene
corriendo
en redondo a otra nena,
mientras
unos turistas extranjeros,
con las
cabezas gachas, inclinadas,
las
caras ocultas en los cúmulos
de
sombra que forman sus sombreros,
comparan
lo que ven con una guía,
moviendo
la cabeza como pájaros,
y luego
alzan la vista
rosados
y molestos por el sol.
Se
funden en un único bullicio
los
cantos de las aves con los ruidos
de
motores, risas y moladoras...
...bocinas,
silbatos y cantitos
de los
vendedores ambulantes...
y sobre
ese fondo
se
recorta una voz amplificada
que les
dice a los que miran:
...lo
que ven a su derecha es el rio...
y cuando todos los que van
en la
especie de carroza conseguida
al
sacarle el techo a un micro,
giran
la cabeza, lo que ven,
en
efecto, encajado en un canal
como un
perro amaestrado,
es el
río.
******
Uno que
acelera con la moto
a todo
lo que da por la avenida
que
bordea el parque y hace un tajo
en el
continuo del murmullo
ambiente
que enseguida se sutura.
*******
La
costa se va llenando de gente
y ahí
el Prójimo recibe luz de sol.
Una luz
que se derrama uniforme
sobre
calles, plazoletas y playones
y
destella en los techos de los autos.
Ahí
recibe luz de sol el Prójimo,
y la
luz se cuela en todas partes
y le da
en la cara, en las piernas,
en los
brazos y también en el espacio
que le
quedó al descubierto entre
el
pantalón bajo y la remera subida.
Tomó el
tren hace un rato
y llegó
caminando, con toda su familia,
abriéndose
y mezclándose entre otras,
las
mujeres, los hijos en racimos,
y
después de dar unas vueltas
se
instaló en un claro como otros,
dejándose
caer.
La luz,
una luz indudable, la misma
que se
imprime en las montañas, la llanura
y en
lugares con nombres conocidos,
lo
ilumina y a todo lo demás...
...y el Prójimo recibe la luz y ésta
se derrama iluminando el pasto,
las pulseras, los tatuajes, los pelos
de las mujeres: rubios, marrones, teñidos
que se mueven como copas de árboles...
...y la luz da sobre los gorros blancos
de los heladeros y sobre el cromo
reluciente de los autos que, mientras
pasan y pasan las filas de a pie,
se deslizan como una animación...
Alguien aplaude. Hay carcajadas.
Vocecitas agudas de chicos.
De vez en cuando, cuando
sopla una ráfaga de viento,
sube el tufo de las aguas que están
cumpliendo el rol de aguas ahí
y por ellas navegan orondos
los conquistadores, como en un desfile
bajo la vista de las multitudes,
en barcas blancas de apliques cromados...
El mediodía se estira y se funde
con la tarde, los chicos se dispersan,
y junto a su mujer que se abanica,
el Prójimo se duerme...
las chicas van y vienen a su alrededor:
llenas de la fuerza de la especie,
chillan, se empujan y se gritan
blandiendo aparatitos en sus manos
y subrayándose el rouge que de a ratos
se les borra o deslee;
posan, se sacan fotos a sí mismas,
o entre ellas y debajo de algún árbol
o paseándose en guardia por la costa,
las miran de reojo los policías jóvenes
Y así se va toda la tarde.
******
Y pasan los barcos y pasan los remeros
clavando sus remos de madera,
el remate de las palas pintado
en franjas como el plumaje de un ave
entrando y saliendo a la luz
con rítmica armonía en una danza
y el agua se sacude suavemente.
* * * * *
Contra el cielo celeste,
en lo alto, una barca de mentira
que imita burdamente la madera
pendula gigante y según el viento
llega o no el rumor del griterío
de hordas de niños enloquecidos
que entran en pánico a un ritmo fijo
y todos a la vez como frente
a la pantalla del cine
viendo una de terror.
* * * * *
Vetas doradas y fucsia detrás
de ramas y tejados superpuestos.
Atardece sobre el tanque de agua
que parece un plato volador.
******
Pasa un
auto haciendo zumbar cumbia
y una
avioneta hace un ruido nasal
que
decrece. Y luego se vuelven
a
destapar las risas y grititos
de los
chicos que seguían indiferentes,
haciendo
su música como olas.
******
Es la
hora del retorno, abajo:
oscura,
el agua lame
paredes
de cemento
a
medias derrumbadas,
y acuna
botellas de plástico,
etiquetas
y gomas percudidas.
Los
árboles
juntan
basura a sus pies
como un
chico que come a la mesa,
y de
pronto, todos caminan en sentido
contrario
por la que hace unas horas entraron.
Un poco
más y colas de familias
que
forman cada una una cola,
llenarán
los colectivos. Los autos
se
atascan y rebalsan por las calles
laterales:
sus luces, rojas y amarillas,
en
filas parecen las balizas que destellan
al
llegar a un lugar donde pasó
o está
pasando algo.
******
Y
después, cuando va a caer la noche,
hongos
de restos químicos y orgánicos
desbordan
esos tachos verdes nuevos
que dos
días atrás colocó una cuadrilla.
Gerardo
Jorge
Gerardo Jorge es escritor, editor, traductor y artista
plástico. Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1980. Primero se licenció en
Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA). También hizo una residencia de
investigación en el Instituto Iberoamericano de Berlín – IAI. Por su primer libro de poemas “Visión de las
ciudades” (Mansalva), recibió la Lira de Plata y la Mención Municipalidad de
Cuenca del Festival de la Lira de Cuenca (Ecuador). Fue co-director de la
revista y editorial El niño Stanton, con Victoria Coccaro, desde 2006, y ambos
dirigen el sello editorial del mismo nombre. Ha publicado el relato El
hipérbaton (en la editorial experimental Spiral Jetty, 2011) y textos críticos
y poéticos en revistas, así como textos de catálogo para muestras de arte. En
2014 inició un proyecto editorial autogestivo donde publica obras ligadas a la
tradición del libro de artista y a la vanguardia poética latinoamericana. Además
de las letras, Gerardo Jorge se formó en pintura y dibujo en talleres
particulares con Alfredo Prior, Déborah Pruden y Nahuel Vecino. Y llevó
adelante estudios de música e instrumentos, de modo inconstante, en forma
particular y en el CEAMC. Como artista plástico expuso pinturas en CC Recoleta
en 2009, Anagnórisis y curó exposiciones en espacios independientes y en el
Museo Castagnino de la ciudad de Rosario.
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