Queridos
amigos:
Nuestro gran
deber es mantener a los lectores en vilo
sabemos que
la poesía aburre a la mayoría de los
[mortales.
Temen hallar
golondrinas, rimas tontas,
crepúsculos,
maderas de sándalo.
Y si nos
descuidamos
hasta a ese
par de muchachas hoy tan desprestigiadas:
la
costurerita que dio el mal paso
y la pulpera
de Santa Lucía.
UN DÍA COMO OTROS
Dice que están por demoler la casa de enfrente,
la de chapas de color verde agua
con el jardín tan descuidado que parece abandonado.
Que ayer escuchó en la calle que ahí construirán un hotel.
En la ciudad los hoteles brotan como hongos.
¿Y el viento?
El viento sopla.
EN LA CASA DEL TIGRE
Cuentan grandes penas, amoríos trágicos
e historias de madres posesivas hilando la tarde.
Despliegan el dolor como si fuera un mantel
y beben alegres las copas del olvido.
Una embarcación en ruinas
navega el río de la noche,
dicen que en ella viajan
el rey mendigo y su guardia de sonámbulos.
A mediados del siglo
en una ciudad mal llamada Buenos Aires,
repiten, un niño levantaba apuestas de caballos
a espaldas de sus inmaculados padres
y más lejos otro niño loco
se inventaba solitario la llanura.
Murmuran trozos de vida
ya cubiertos por el polvo
o casi.
MIRANDO POR LA VENTANA
Aleteos de pájaros
y el cielo tan oscuro,
los árboles
se agitan en danza.
Por la calle corre
aire frío.
El cartero y su bolsa
pasan de largo.
BAJANDO DECIBELES
Señoras y señores poetas:
El insecto que se desliza a ras de tierra
nos ignora.
Los latifundistas también.
Por eso nuestra idea de la poesía
nunca debe de ser tan grandiosa.
Alcanza
con que quepa
en una caja de zapatos
mediana.
DÍAS DE MARZO
Escribo a media máquina.
Me distraen los sueños nocturnos,
los matices radiantes.
El río revuelto.
Las catástrofes.
Los gritos pidiendo un voto para las urnas.
Me desvela la ausencia de los dioses
y sus caballos alados
sobre las ciudades
del planeta.
Anahí Lazzaroni
Anahí Lazzaroni. Poeta argentina; nació en La
Plata en 1957; y murió este año, en Ushuaia, ciudad donde residió desde su infancia.
Publicó: Viernes de Acrílico (1977), Liberen a la
libélula (1980), Dibujos(Ediciones Revista Aldea,
1988), En esta ciudad se escribirá una novela (prosa,
Ediciones Revista Aldea, 1989), El poema se va sin saludarnos (Ediciones
Último Reino, 1994), Bonus Track (Ediciones Último Reino,
1999), A la luz del desierto (Ediciones Último Reino,
2004), El viento sopla (editorial El Suri Porfiado, 2011) y Alguien
lo dijo (El Suri Porfiado, 2017). Entre 1986 y 1994 codirigió la
revista Aldea. Colaboró en diarios y publicaciones del país, y del
extranjero. Poemas suyos figuran en antologías de poesía contemporánea y han
sido traducidos al catalán, coreano, francés, inglés, italiano y portugués.
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